jueves, 24 de enero de 2013

Fincas al occidente de la Sabana - El hojarasco

Magnolios nativos

Hojarasco (Magnolia caricifragrans)
El hojarasco es un árbol muy interesante por pertenecer a una antigua y reconocida familia botánica: la de los magnolios. Cuando se habla de magnolios, suelen venir a nuestra mente las imágenes de grandes flores perfumadas, viejos jardines, árboles de lujo. Para ser más exactos, estas imágenes que nos llegan de los magnolios casi siempre corresponden a una única especie, la Magnolia grandiflora, originaria del sur de los Estados Unidos. Pero esta Magnolia, cultivada en zonas tropicales y subtropicales por todo el mundo y la única que se planta con frecuencia en Colombia, es tan sólo una de las especies de su familia. Los magnolios del mundo son cerca de 230 especies. Y otro detalle curioso, que pocas personas conocen: los dos países con mayor diversidad de magnolios nativos en el mundo son China, con más de 110 especies; y Colombia, con 34 especies. Al lado de esta diversidad, surge la pregunta: ¿quién conoce nuestros magnolios nativos?

 

Una reliquia de los bosques antiguos

Las ramitas de los magnolios muestran una cicatriz o anillo en cada nudo 
El hojarasco, también conocido por su nombre científico de Magnolia caricifragrans, es un ejemplo típico de los magnolios nativos. Al igual que la mayor parte de las especies de su familia, es una especie endémica, que sólo se conoce de una reducida área del país. En el caso de esta especie, sólo ha sido hallada en la vertiente occidental de Cundinamarca y en las montañas cerca de la frontera con Venezuela (Arauca, Boyacá, Norte de Santander). El árbol es muy escaso y está clasificado entre las especies amenazadas de extinción. Como otros magnolios, pertenece a los antiguos bosques maduros. Sus semillas sólo germinan entre la capa de hojarasca del bosque intacto, y las plántulas crecen protegidas por la sombra de árboles mayores. Los hojarascos crecen despacio, se reproducen con dificultad y, aunque pueden alcanzar un gran tamaño y longevidad, son perseguidos en el campo, donde se tala a los viejos árboles para aprovechar su útil madera. Los hojarascos que se salvan de la tala del bosque quedan aislados en potreros, rodeados de pasto y de luz, sin la hojarasca y la sombra que necesitan para reproducirse. Todas estas circunstancias han convertido al hojarasco en uno de los árboles más amenazados de la región al occidente de la Sabana.

 

Hojarascos al occidente

En nuestra región al occidente de la Sabana de Bogotá, hemos encontrado al hojarasco en el municipio de San Francisco. Los ejemplares sobrevivientes se encuentran dispersos por los restos de bosques y aislados en los potreros en la franja altitudinal entre 1900 y 2400 metros sobre el nivel del mar. Encontrar cada ejemplar ha sido un acto emocionante. En mi caso particular, he quedado asombrado por las cualidades ornamentales del árbol. Su follaje, compuesto por hojas grandes y apretadas, es particularmente atractivo. Sus flores, aunque menores que las de la Magnolia grandiflora, son, de todos modos, bastante vistosas: miden unos 10 cm de diámetro y sus pétalos son de color crema. Es claro que el árbol tiene un gran potencial para ser cultivado en parques y jardines.

 

Un llamado a la conservación

Hábitat del hojarasco en San Francisco
El hojarasco es sólo uno de los magnolios nativos; otras especies (conocidas también como copachíes, almanegras y molinillos) crecen en nuestras tres cordilleras, cada una especial y única de una determinada región. La historia del hojarasco es representativa de la los demás magnolios nativos. Mientras nos dedicamos en nuestros jardines a plantar una sola especie de magnolio importado, desconocemos casi por completo a nuestras especies nativas, dejando que éstas sean destruidas junto con nuestros bosques. Es la misma historia que ocurre con nuestras palmas nativas, nuestros helechos y muchas otras plantas ornamentales de lujo que pueblan los bosques del país. Ahora es el momento de cambiar esta historia. Si queremos salvar a los magnolios nativos, tenemos que empezar conociéndolos, apreciándolos. Podemos buscar los árboles en los restos de bosques viejos que quedan en nuestras montañas. Y lo mejor, podemos buscar sus semillas y lograr su reproducción. Es mejor que nos demos prisa: algunas especies han sido tan explotadas que han quedado reducidas a 10 o 20 árboles: ¡los últimos 10 o 20 árboles de su especie que sobreviven en el planeta Tierra! ¿Dejaremos que se extingan?

lunes, 21 de enero de 2013

Una guía para restaurar los ecosistemas de Colombia – El Magdalena Medio

Bosque húmedo tropical en Río Claro, Antioquia
Si usted es un propietario de una finca o un conservacionista que quiere emprender un proyecto de restauración de los bosques y de la fauna silvestre, es un buen punto iniciar conociendo su área. Antes de restaurar algo, hay que preguntarse: ¿Cómo eran los antiguos ecosistemas que había en esta región? ¿Qué especies de plantas y animales vivían aquí? ¿Cuáles siguen existiendo todavía? ¿Cuáles son las especies endémicas (exclusivas) de la región? ¿Cuáles especies están más amenazadas de extinción? Si voy a iniciar la creación de corredores de bosque en un terreno completamente despejado ¿cuáles son las especies de flora más adecuadas que debería plantar?

Colombia es un país tan variado que la respuesta a cada una de estas preguntas es diferente dependiendo de la región. Aquí damos inicio a una serie de artículos que traen la información básica para cada una de estas áreas.

 

El Magdalena Medio o Nechí

Ganadería y bosques en Río Manso, Caldas
Iniciamos con el Magdalena Medio, región que cubre las llanuras a ambos lados del río Magdalena, desde el sur de Bolívar y Cesar hasta Honda,  y se extiende por las laderas colindantes de los Andes hasta unos 1000 m de elevación. Desde el punto de vista biológico, el Magdalena Medio hace parte del distrito biogeográfico de Nechí y forma una unidad que se extiende por las cuencas altas de los ríos San Jorge y Sinú, en los departamentos de Sucre y Córdoba. Casi toda esta región estuvo cubierta antiguamente por bosques tropicales, de húmedos a muy húmedos. Estos bosques constituían las selvas más accesibles desde las principales ciudades de Colombia. Y por su biodiversidad podían ser considerados una especie de “Amazonas” del centro del país. Hasta hace poco tiempo estas selvas estaban llenas de animales emblemáticos como los jaguares, caimanes y águilas arpías. Ahora es poco lo que queda de ellas; la mayor parte ha sido talada y reemplazada por potreros para la ganadería. De todos modos, en las fincas todavía quedan muchos árboles grandes y algunos restos de bosques. Animales medianos y pequeños todavía son abundantes y pueden ser protegidos.

 

Biodiversidad

Cresta de gallo (Warszewiczia coccinea)
La biodiversidad nativa del Magdalena Medio es impresionante. Se puede estimar la presencia de unas 150 especies de mamíferos, 630 especies de aves, 120 especies de reptiles, 50 especies de anfibios, 120 especies de peces y unas 4000 especies de plantas vasculares (plantas con semilla y helechos). A modo de comparación, Alemania, con un área 6 veces mayor que el distrito biogeográfico de Nechí, tiene una biodiversidad que incluye menos de 100 especies de mamíferos, poco más de 500 especies de aves, 14 especies de reptiles, 20 especies de anfibios y 2700 especies de plantas vasculares.

 

Endemismo

Amalophyllon macrophyllum, endémica de Antioquia
Muchas especies de plantas y animales viven sólo en la región del Magdalena Medio y no se encuentran en ningún otro lado del mundo. Éstas son las especies prioritarias para la conservación. Si la gente de la región no las cuida ¿quién más en el mundo podrá hacerlo? Entre las especies endémicas más notables se cuentan el tití gris (Saguinus lecopus) y cuatro especies de aves: el torito dorsiblanco (Capito hypoleucus), el carpintero bonito (Melanerpes pulcher), el atrapamoscas antioqueño (Phylloscartes lanyoni) y el habia ceniza (Habia gutturalis). También son endémicas muy especiales la salamandra Bolitoglossa lozanoi y la rana Hyla phantasmagoria.
 
Entre las plantas exclusivas de la región se cuentan árboles como el yumbé (Caryodaphnopsis cogolloi), laureles (Licaria clarensis, Rhodostemonodaphne antioquensis), papo de monte (Compsoneura claroensis), mamoncillo silvestre (Melicoccus antioquensis), marfil (Isidodendron tripterocarpum), y diversos anones de monte (Cremastosperma magdalenae, Cymbopetalus sanchezii, Duguetia colombiana, Pseudoxandra sclerocarpa). Trepadoras como la Mandevilla antioquiana, Pteropepon oleiferum y Adelobotrys antioquiensis. Arbustos como la Aphelandra tetroicia. Palmas como Aiphanes leiostachys, Attalea nucifera, Astrocaryum triandrum, Chamaedorea ricardoi, Geonoma chlamydostachys, Geonoma rivalis y Wettinia hirsuta. Platanillos como la Heliconia laxa, Heliconia lentiginosa, Heliconia rigida y Heliconia sanctae-theresae. Aráceas como el Anthurium chrysolithos. Bromeliáceas como la Pitcairnia alversonii y Pitcairnia fluvialis. Orquídeas como Epidendrum mutisii y Masdevallia pescadoensis. Y varias hierbas de la familia de la violeta africana (gesneriáceas): Amalophyllon macrophyllum, Cremospermopsis cestroides, Cremospermopsis parviflora, Gasteranthus anomalus, Nautilocalyx antioquensis y Nautilocalyx bracteatus.

 

¿Cuáles son las especies más amenazadas?

Jaguar (Panthera onca) - C. Burnett - 2006
En el área hay 17 especies de mamíferos que han sido catalogados como amenazados. Los más notables son la danta (Tapirus terrestris columbianus, CR), la tatabra o pecarí de labios blancos (Tayassu pecari, VU), el “tigre” o jaguar (Panthera onca centralis, VU), la nutria (Lontra longicaudis, VU), el manatí (Trichechus manatus, EN), y varias especies de monos: tití gris (Saguinus leucopus, EN), tití cabeciblanco (Saguinus oedipus, CR), mico de noche (Aotus griseimembra, VU), marimonda del Magdalena (Ateles hybridus, CR) y churuco (Lagothrix lagotricha, VU). 21 especies de aves han sido catalogadas como amenazadas, incluyendo varios paujiles y pavas de monte (p. ej. Crax alberti, CR, Pauxi pauxi, EN), el chavarrí (Chauna chavaria, NT), el águila arpía (Harpia harpyja, NT), varias guacamayas y loros (p. ej. Ara militaris, VU, Pyrilia pyrilia, NT) y algunas endémicas como el torito dorsiblanco (Capito hypoleucus, VU) y el atrapamoscas antioqueño (Phylloscartes lanyoni, EN). Entre los reptiles, destacan como amenazados el caimán aguja (Crocodylus acutus, CR) y las tortugas de río (Podocnemis lewyana, EN) y morrocoy (Chelonoidis carbonaria, CR). Entre los anfibios amenazados se cuenta una salamandra endémica del Magdalena Medio, la Bolitoglossa lozanoi (VU); y la rana Hyla phantasmagoria (CR). Entre los peces amenazados destacan el pataló (Ichthyoelephas longirostris, EN), el bocachico (Prochilodus magdalenae, CR), picuda (Salminus affinis, VU) y bagre rayado (Pseudoplatystoma fasciatum, EN).

La flora también presenta varias especies amenazadas; por ejemplo, entre los árboles maderables, carreto (Aspidosperma polyneuron, EN), cagüí (Caryocar amygdaliferum, VU), garcero (Licania arborea, EN), sapán (Clathrotropis brunnea, EN), comino (Aniba perutilis, CR), yumbé (Caryodaphnopsis cogolloi, CR), abarco (Cariniana pyriformis, CR), carrá (Huberodendron patinoi, VU), caoba (Swietenia macrophylla, CR), cedro (Cedrela odorata, EN) y marfil (Isidodendron tripterocarpum, VU).

Es muy importante conocer y proteger estas especies. Conservarlas significa usualmente conservar su hábitat; si esto se logra hacer exitosamente, se pueden llegar a salvar centenares de otras especies de plantas y de animales que comparten su hogar con las especies amenazadas.

 

¿Cuál era la flora de los antiguos bosques?

Río Claro, Antioquia
Aquí damos una muestra de las especies cuya presencia y abundancia indican bosques de edad avanzada. Entre sus árboles se encuentran varias de las mejores maderas de la región y muchas especies amenazadas. Para propagar estas especies hay que plantarlas en lugares donde se den dos condiciones: que haya sombra de otras plantas y que el suelo esté cubierto de hojarasca (no de pasto).

ÁRBOLES: Combo (Aspidosperma megalocarpon), guayabillos (Terminalia amazonia, T. oblonga), cagüíes (Caryocar amygdaliferum, C. glabrum), amargo (Vatairea sp.), garcero (Licania arborea), bálsamo (Myroxylon balsamum), sapán (Clathrotropis brunnea), tamarindos de monte (Dialium guianense, Uribea tamarindoides), cocos u ollas de mono (Couratari guianensis, Eschweilera antioquensis, E. coriacea, E. microcalyx, E. pittieri, E. sessilis, Lecythis ampla), guáimaros (Brosimum alicastrum, B. guianense, B. lactescens, B. utile), lecheros (Clarisia biflora, C. racemosa), sotos o sangretoros (Virola flexuosa,V. macrocarpa, V. sebifera), caimos o mediacaros (Pouteria glomerata, P. guianensis, P. multiflora, P. subrotata, P. torta). PALMOIDES: Amargo (Welfia regia), guatinajo (Astrocaryum triandrum), mamarrón (Attalea cohune), mangué (Attalea nucifera), palma de vino (Attalea butyracea), maquenque (Oenocarpus minor), milpesos (Oenocarpus bataua), nolí (Elaeis oleifera), palmiche, asaí (Euterpe precatoria), palmillas (Geonoma spp.), tagua (Phytelephas macrocarpa), zancona (Socratea exorrhiza), ARBUSTOS: Cafetos de monte (Palicourea spp., Psychotria spp.). TREPADORAS: Philodendron spp., Monstera spp. HIERBAS: Selaginella spp., helechos (Adiantum, Cnemidaria, Danaea, Tectaria, Thelypteris, Trichomanes, etc.), anturios (Anthurium spp.), Caladium lindenii, Dieffenbachia parlatorei, mapaná (Dracontium spruceanum). EPÍFITAS: Helechos (Asplenium, Campyloneurum, Microgramma, Pecluma, Phlebodium, Serpocaulon), cactus (Disocactus, Epiphyllum), cardos (Aechmea, Guzmania, Tillandsia, Vriesea), orquídeas (Epidendrum, Maxillaria, Cattleya, Coryanthes, Gongora, Sobralia, etc.), Peperomia spp.

 

¿Cuáles especies plantar?

Chingalé (Jacaranda copaia)
Las especies de flora de bosque maduro mencionadas en el párrafo anterior suelen ser inadecuadas para la restauración de un terreno completamente abierto, pues, cuando son juveniles, no están adaptadas a resistir una plena exposición al sol, al viento y a la lluvia. En cambio, hay una serie de especies de plantas pioneras muy bien adaptadas a la plena exposición y que crecen rápidamente. Éstas son las especies ideales para iniciar la restauración de un bosque variado y lleno de biodiversidad. Cuando ya son grandes (a los 10 o 20 años), se van estableciendo bajo su sombra especies más lentas, propias de una vegetación más madura. Entre las principales pioneras de la región se cuentan:

ÁRBOLES: Riñón, tambor (Ochoterenaea colombiana), ciruelo, jobo (Spondias mombin), pategallina (Schefflera morototoni), chingalé (Jacaranda copaia), caco melote, perillo (Schizolobium parahyba), guamos (Inga spp.), carates o puntas de lanza (Vismia spp.), balso (Ochroma pyramidale), guácimo colorado, malagano (Luehea seemannii), papayote (Cochlospermum orinocense), tabaquillos (Aegiphila spp.), pacó (Cespedesia spathulata), yarumos (Cecropia insignis, Cecropia peltata). ARBUSTOS: Mortiños (Clidemia spp.), cordoncillos (Piper spp.). HIERBAS: Rascaderas (Xanthosoma spp.), iraca (Carludovica palmata), platanillos (Heliconia spp.), bihaos (Calathea spp.)

También son adecuados para plantar en una zona abierta algunas especies adicionales como la palma de vino (Attalea butyracea), abarco (Cariniana pyriformis), ceiba (Ceiba pentandra), guayacanes o polvillos (Tabebuia spp.) y guayacanes hobos o balaustres (Centrolobium paraense, Centrolobium yavizanum).

sábado, 5 de enero de 2013

Sobre el pasto alto y otras cosas raras para conservar

Más allá de los árboles

Terlaque (Andigena laminirostris) - The Lilac Breasted Roller - 2006
La conservación del medio ambiente no se trata solamente de grandes actos como salvar la selva del Amazonas, crear sistemas de reciclaje en las ciudades y reforestar montañas. Muchas veces la conservación se trata de cosas más pequeñas, que podemos hacer cada uno de nosotros. Algunas de estas cosas pequeñas nos vienen siendo repetidas desde hace un tiempo y ya empezamos a asimilarlas. En el campo de la biodiversidad, por ejemplo, se nos dice que plantemos árboles. Esto es, ciertamente, importante, pero hay más cosas que importan, y que rara vez se nos mencionan. En este artículo contamos los detalles de cuatro elementos que son tan esenciales como la plantación de árboles y que, si tenemos a cargo un terreno o finca, podemos fomentar para ayudar a la conservación y al aumento de la biodiversidad.

 

1)    Pasto sin cortar

Pasto alto y matorrales - en varios sentidos más valiosos que un árbol
Para mantener abierta y domesticada una finca, no paramos de cortar el pasto. Con máquina alrededor de la casa, para hacer un césped. Por medio de animales de pastoreo, como vacas y caballos, si la finca es más grande. Es una forma muy razonable de proceder mientras la mantengamos limitada a las zonas productivas y de uso recreativo. Sin embargo, no hay ninguna razón para cortar el pasto en las zonas de conservación de la finca (orillas de los cursos de agua, laderas más empinadas, linderos, etc.) Es bueno recordar que el césped fue creado por nosotros para nosotros, pero en ningún momento de su creación se pensó en si era del gusto de los demás animales y plantas. Realmente el césped tiene poca utilidad para la vida silvestre. Los que se podan con mayor frecuencia ni siquiera tienen flores para las abejas, las mariposas y los colibríes. El corte de pasto no sólo reduce la altura de éste, sino que también elimina todas las plántulas recién nacidas de árboles y arbustos pioneros que tendrían el potencial de reconvertir un sitio en un bosque nativo. A menudo requerimos grandes extensiones de césped por razones estéticas. La estética es algo aprendido; si conocemos más sobre la utilidad del pasto alto (que a menudo es visto como feo y descuidado), quizás le demos la oportunidad de existir en algunas partes de la finca. Es cierto, en el pasto alto se ocultan más animalitos, hay más escondrijos, más "desorden"... ¡o sea en él hay más vida! El pasto alto es un minibosque lleno de misterio para el que sabe ponerse en cuatro patas y explorar sus diminutas inmensidades. Allí se acumula la primera hojarasca formadora de suelo, nacen los primeros musgos, brotan los primeros árboles. Allí viven las orugas de mariposas especialistas en comer pasto. Allí se ocultan ranas y se alimentan los pajaritos comedores de semillas. ¡Si queremos biodiversidad, en el pasto alto la hacemos nacer!

 

2)    Vegetación enmarañada

Callicore - mariposa asociada a los bejucos de la familia de las sapindáceas
En las fincas suele haber algunos rincones donde predominan las marañas de enredaderas y ramas entrelazadas. Estas marañas suelen ser podadas y eliminadas para mantener un ambiente organizado. Nuevamente, es apropiado proceder así si estamos cuidando las zonas productivas y recreativas de la finca. Sin embargo, las marañas tienen su lugar en la naturaleza y deberían ser mantenidas intactas en las zonas de conservación de la finca. Es cierto que las enredaderas más agresivas pueden ahogar un árbol por completo. Pero resulta que estas enredaderas y el hábitat que crean suelen ser más útiles para la vida silvestre que los árboles que cubrieron. Muchas enredaderas producen flores o frutos muy abundantes, apetecidos por las aves. Una gran proporción de las aves de una finca no construyen su nido en lo alto de los árboles; en lugar de esto, estas aves crían sólo en las marañas de vegetación, que ocultan y protegen a sus polluelos. Muchas de nuestras mariposas más vistosas sólo se alimentan con hojas de enredaderas durante su etapa de orugas. El chusque, nuestro bambú de montaña, es otro formador de marañas, utilísimo también para la cría de aves, mariposas, escarabajos y mamíferos silvestres.

 

3)    Hojas caídas en el suelo

Orquídea Cyclopogon en medio del musgo y la hojarasca
En el suelo, bajo los árboles y los bosques, se acumulan grandes cantidades de hojas caídas, que son conocidas en su conjunto como hojarasca. Alrededor de las casas y en los jardines más cuidados, estas hojas suelen ser barridas y retiradas para mantener la limpieza y el orden. Con todo, hay quienes podrían llegar a apreciar el colchón de hojas secas que cubre el suelo. Las hojas caídas son los ahorros del bosque, son el resultado de lo que los árboles han podido sintetizar al alimentarse y crecer; ahora los árboles depositan estos ahorros en el suelo, donde se descomponen y crean humus fértil, que les sirve de abono. Si quitamos las hojas, rompemos el ciclo del auto-abonado. La hojarasca forma nichos donde viven muchísimos animalitos de pequeño tamaño, que les sirven de alimento a las aves terrestres, a las ranas y lagartijas y a algunos mamíferos como los armadillos y los cusumbos. En ella es donde mejor crecen las orquídeas terrestres, que van desapareciendo cuando les retiramos el colchón sobre el que crecen. Y es en la hojarasca donde mejor germinan las semillas de los árboles de bosque maduro, los de mejores maderas. Por estas razones, las zonas de conservación de la finca deberían conservar intacta la capa de hojas que cubre el suelo.

 

4)    Ramas y troncos secos

Carpintero real (Dryocopus lineatus) - D. Sanches - 2007
Los troncos y ramas secos no encajan mucho en nuestras estéticas de vegetación exuberante, vital y colorida. Cuando representan una amenaza por el peligro de que se desgajen y se desplomen sobre una casa, un camino o algún otro sitio sensible de la finca, es indudable que estas maderas muertas deben ser cortadas de forma preventiva. Sin embargo, los troncos y ramas muertos también tienen una gran utilidad natural; si la conociéramos mejor, es probable que también podríamos cambiar nuestra visión acerca de ellos y tratar de conservar algunos árboles muertos en pie, donde no representen una amenaza por su desplome. A todos nos gustan los pájaros carpinteros, los loros y los tucanes. Todos quisiéramos tener estas vistosas aves en nuestras fincas. Pero pocos pensamos en dónde crían estas aves. Todas ellas anidan en agujeros en troncos secos. ¡En nuestras montañas no habría carpinteros, loros ni tucanes si no hubiera palos secos en los cuales estas aves pudieran instalar su hogar! La razón por la que muchos loros andinos se extinguieron de amplias regiones no fue porque no pudieran convivir con los seres humanos y sus actividades agropecuarias. Fue porque se quedaron sin sitios para anidar, al ser talados los árboles más viejos y los árboles secos. Tener un árbol muerto en pie es entonces un privilegio para el que quiera ayudar a la conservación de aves raras. Las cajas nido son también una buena opción para brindar refugio a las aves que anidan en agujeros, donde estos ya no estén presentes.