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lunes, 30 de julio de 2012

Las epífitas - jardines sobre los árboles

Microgramma, Huperzia, Tillandsia, Peperomia...4 epífitas juntas

Epífitas y no parásitas

Uno de los rasgos más notables de los húmedos bosques tropicales es la abundancia de plantas que crecen encima de los troncos y ramas de los árboles. Esto es particularmente cierto en los bosques de montaña, donde la nubosidad es máxima y las plantas casi nunca carecen de agua. Este tipo de plantas que crecen encima de otras plantas son conocidas como “epífitas”. Aunque las personas a menudo creen que las epífitas son parásitas, la verdad es que no lo son. Sus raíces no penetran dentro de sus árboles anfitriones y no les succionan alimento. Más bien, estas raíces sirven para agarrar con fuerza a las plantas a la superficie de los árboles que las sostienen. Las raíces toman humedad y nutrientes que se encuentran sobre la corteza, en la capa de materia orgánica, líquenes y musgos que la cubren.

 

La variedad de epífitas

Las espectaculares flores de la epífita Masdevallia arminii
Varios grupos de plantas tropicales se han adaptado de manera especial a la vida como epífitas. Entre los más notables se cuentan las orquídeas, las bromeliáceas, las aráceas, los helechos y algunas plantas pertenecientes a la familia de la pimienta (piperáceas) y de las ortigas (urticáceas). Llama mucho la atención que no son sólo plantas pequeñas las que tienen una vida epífita. Grandes árboles también pueden pasar su juventud como epífitas, germinando sobre otros árboles y lanzando sus raíces hacia el suelo. Poco a poco, las raíces y copa de los árboles epífitos envuelven al árbol anfitrión y pueden llegar a ahogarlo por completo. Y en su lugar queda en pie un nuevo árbol, posiblemente un higuerón, abrazapalo o matapalo (Ficus), el grupo más grande de árboles que crecen sobre otros árboles.

 

Vida dentro de las epífitas

Pequeñas orquídeas epífitas
Gracias a las epífitas, la diversidad de los bosques tropicales es más grande. En muchos bosques de montaña, cerca del 20% de la flora presente corresponde a plantas que crecen encima de otras plantas. La densidad a la que crecen las epífitas en los bosques más húmedos forma auténticos jardines, llenos de flores y de verdor. En estos húmedos jardines, a metros por encima del suelo, vive una amplia gama de animales, incluyendo insectos, arañas, ciempiés, milpiés y otros invertebrados; ranas, que ponen sus huevos dentro de las bromeliáceas; y aves como carpinteros, furnáridos, trepatroncos, tangaras y otras, que se alimentan de todos estos animalitos o que comen los frutos de ciertas epífitas.


Tillandsia biflora. Dentro de las rosetas de las bromeliáceas viven muchos animales

viernes, 20 de julio de 2012

Palmas de clima frío

Nativas y exóticas

Mararay de clima frío (Aiphanes concinna)
Las palmas son plantas comúnmente asociadas con el trópico y los climas calientes. Ciertamente, la mayor parte de ellas prospera en las tórridas zonas bajas, pero también hay un buen número de especies que sube por las laderas de las montañas, alcanzando elevaciones por encima de 2500 metros sobre el nivel del mar. Para quien camine por las calles de Bogotá, no pasarán desapercibidas las palmas plantadas en parques, jardines y avenidas. Sin embargo, resulta notable que estas palmas cultivadas casi no representan la biodiversidad nativa de Colombia: casi todas ellas, con la notable excepción de la palma de cera del Quindío (Ceroxylon quindiuense), son especies exóticas originarias de otros países y continentes. Entre ellas están la palma fénix (Phoenix canariensis), nativa de las islas Canarias; la Washingtonia filifera, de California; y las elegantes Archontophoenix, del este de Australia.

Diversidad de palmas

La falta de especies nativas cultivadas resulta todavía más evidente si tenemos en cuenta que Colombia es el segundo o tercer país más rico en palmas en el mundo, siendo superado únicamente por Brasil (y quizás por Madagascar?). En Colombia se han registrado hasta ahora algo más de 230 especies de palmas nativas. Casi 30 de estas especies crecen en climas fríos por encima de 2000 metros de elevación. Con un poco de decisión y esfuerzo, se podrían cultivar todas estas palmas para adornar nuestros jardines, parques y calles de montaña. El cultivo de estas especies ayudaría a propagar y proteger palmas que se encuentran amenazadas de extinción; además, los individuos plantados ayudarían a cumplir importantes funciones ecológicas, estéticas y educativas.


Chamaedorea linearis - San Francisco, Cundinamarca

Especies notables

En las húmedas laderas afuera  de la Sabana de Bogotá es posible encontrar una buena variedad de palmas nativas. Entre las especies pequeñas se cuenta la palmita Chamaedorea linearis, que suele alcanzar unos 3 a 4 m de altura cuando es adulta; su tallo verde esta cruzado por una serie de nudos, asemejándose algo al de un bambú. Esta palma crece a la sombra del bosque y resulta muy apropiada para plantar en lugares protegidos, debajo de árboles. También se da muy bien en interiores, plantada en macetas.

Más grande es la palma Geonoma undata, que habita junto a la anterior en los fríos bosques nublados. Esta palma alcanza unos 10 m de altura con un tronco de cerca de 10 cm de diámetro. Ejemplares de esta especie se han encontrado creciendo hasta cerca de 3200 m sobre el nivel del mar, una de las mayores elevaciones alcanzadas por una palma en el mundo.

Palma de cera cafetera (Ceroxylon alpinum)
También están las palmas de cera (Ceroxlon). Y no nos referimos solamente a la ya bien conocida palma de cera del Quindío (Ceroxylon quindiuense). En Colombia hay 7 especies de palmas de cera, todas las cuales son propias de zonas altas y que podrían ser plantadas en la misma forma que la palma de cera del Quindío. Entre estas especies está la palma de cera cafetera (Ceroxylon alpinum) y la más rara de todas, la palma de cera de Sasaima (Ceroxylon sasaimae), que fue descubierta en el año 1995 en la vertiente occidental de la cordillera Oriental en Cundinamarca; de esta especie endémica sólo quedan en el mundo unos pocos cientos de ejemplares adultos sobrevivientes. Afortunadamente ahora se adelantan campañas para proteger estos ejemplares y para favorecer su propagación, lo que nos da la esperanza de que esta palma volverá a ser común y será una más de las especies nativas incorporadas en la arborización de fincas, pueblos y ciudades.


Dictyocaryum lamarckianum, cultivada en la finca Chulajuán, San Francisco

sábado, 7 de julio de 2012

Fincas al occidente de la Sabana - Bosques de niebla

Misterios entre la bruma

Aegiphila, Guarea, Morus: biodiversidad entre las nubes
Entrar en el bosque de niebla constituye una experiencia única. Por un lado, está la exuberante vegetación, los árboles con copas abiertas como paraguas, las ramas cubiertas de jardines de orquídeas, las grandes hojas de los anturios. Y, de pronto, llega la niebla. Todas las formas y colores, antes nítidos, empiezan a desdibujarse y desaparecer tras el velo blanco de las nubes que ascienden o descienden. El brumoso sotobosque se convierte así, en un instante, en un ambiente mágico y misterioso, lleno de elfos y de hadas. Un fuerte canto burbujeante muestra que, a pocos metros, oculto entre la maraña de ramas, nos sigue un cucarachero. Un árbol chirrea, una rama golpea el suelo. Las grandes siluetas voladoras nos señalan la presencia de pavas y tucanes. La variedad de motivos y las luces constantemente cambiantes hacen que el bosque de niebla sea el ambiente perfecto para un fotógrafo de naturaleza.

 

El Embrujo

Escarpes de El Embrujo
Una de las fincas que muestran el bosque de niebla en su mayor esplendor es El Embrujo. Esta finca está situada en la parte alta del municipio de San Francisco y presenta escarpadas laderas cubiertas por un bosque muy denso y diverso. Este bosque es el hogar de raras especies de árboles, amenazados de desaparición a nivel global o local. Entre ellos podemos mencionar el pino hayuelo (Prumnopitys montana), los amarillos (Nectandra discolor, Aniba robusta) y el chuguacá (Hieronyma rufa). Los inventarios de biodiversidad que he realizado en la finca han permitido registrar en ella 380 especies de plantas y 80 especies de aves. Y, sin duda, exploraciones posteriores mostrarán que la diversidad de flora puede subir hasta las 700 especies y la de aves a unas 120.

 

Fauna

Lepidópteros del bosque nublado
Entre las aves encontradas en El Embrujo destacan las pavas (Penelope montagnii) y los tucancitos (Aulacorhynchus prasinus), además de 11 especies de colibríes y varias aves nocturnas, entre ellas búhos y el chotacabras Lurocalis rufiventris. El buen estado de conservación y conexión de estos bosques permite que todavía sean el hogar de muchos mamíferos; en El Embrujo, entre otros, se han registrado perezosos (Choloepus hoffmannii), cusumbos (Nasuella olivacea), ardillas (Sciurus granatensis) y monos nocturnos (Aotus lemurinus).



Salvia rufula. El bosque de niebla está salpicado de flores muy vistosas, que atraen colibríes.