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sábado, 22 de febrero de 2014

Fincas al occidente de la Sabana – La finca El Cerro y sus poblaciones vegetales

Inventarios de biodiversidad

Angelito blanco (Monochaetum coronatum) - Endémico
Hace tiempo me he estado dedicando a responder las preguntas: ¿Cuántas especies de plantas crecen en una finca en particular? ¿Cuáles de ellas son endémicas? ¿Cuáles están amenazadas de extinción? Este ejercicio, llevado a cabo en la finca El Cerro, en Subachoque, lugar donde crecí y donde primero conocí el bosque andino y muchas de sus especies características, me ha permitido detectar que en sus 6 hectáreas crecen 483 especies de plantas vasculares (de las cuales 362 – un 75% - corresponden a especies nativas, silvestres en la región). Además, me ha permitido detectar 34 especies de plantas endémicas, que sólo habitan en Colombia y en ningún otro país del mundo. También he detectado 4 especies de plantas silvestres que han sido oficialmente categorizadas como amenazadas.

 

Las poblaciones vegetales

Sisymbrium solidagineum
Ahora quiero dar un paso más. Se trata de definir un grupo pequeño, prioritario, de 10 a 20 especies que por ser endémicas, amenazadas o muy raras, puedan recibir toda mi atención para su propagación en este año en curso y en los años que vienen. Para esto, he visto necesario responder una pregunta clave: ¿cuántos ejemplares crecen en la finca de ésta o de aquella especie particular?

Aun concentrándome en una lista pequeña, estudiando a fondo sólo las especies más raras, las endémicas, las amenazadas y las emblemáticas, es sorprendente lo difícil que es saber con total exactitud cuántos ejemplares de las diversas especies de plantas crecen en 6 hectáreas. En esta finca hay zonas inaccesibles, un cañón abrupto con paredes casi verticales, una vegetación densísima de bosque que, aún hoy, tiene sitios casi inexplorados donde sigo descubriendo especies nuevas para la región.

He descubierto que, para la mayor parte de las especies, resulta más práctico usar rangos de abundancia. En el caso de la finca El Cerro, los rangos de trabajo que definí son como sigue:

RARA: 1-9 ejemplares adultos
POCO COMÚN: 10-99 ejemplares adultos
COMÚN: 100-999 (e incluso más) ejemplares adultos

Los resultados de los conteos preliminares ya hacen aparecer una lista clara de prioridades para la propagación y muchos otros datos interesantes.

 

Conteos preliminares

Amarguero (Ageratina asclepiadea) - Endémico
Especies que resultan siendo comunes en la finca (y por tanto, menos urgentes de propagar) incluyen al endémico amarguero (Ageratina asclepiadea), al casi endémico tuno esmeraldo (Miconia squamulosa), al endémico quiche Vriesea sp. nov., al endémico cardón (Puya nitida, NT) y a algunas orquídeas (p. ej. Cyrtochilum revolutum y Gomphichis cundinamarcae).

Especies poco comunes incluyen al endémico frailejón (Espeletiopsis corymbosa), a la endémica piñuela (Greigia stenolepis, NT), al arrayán negro (Myrcianthes rhopaloides), a la diminuta orquídea Platystele oxyglossa (que tiene casi el 99% de su población en la finca creciendo en un solo tronco de encenillo).
Orquídea (Platystele oxyglossa)

Especies más raras han sido contabilizadas con más detalle: 
  • Amarguero amarillo (Critoniopsis bogotana, ENDÉMICA O CASI ENDÉMICA): 1 a 5 ejemplares adultos; en los últimos 20 años han surgido cerca de un centenar de ejemplares juveniles, producto de la regeneración espontánea.
  • Angelito blanco (Monochaetum coronatum – ENDÉMICA): originalmente 1 a 5 ejemplares adultos; en los últimos 2 años he plantado varios ejemplares adicionales, de modo que ahora la población adulta suma 10 ejemplares.
  • Calabacillo (Meliosma arenosa): 5 a 10 ejemplares adultos. En los últimos 6 años he plantado 9 ejemplares adicionales, todavía juveniles.
  • Cedro (Cedrela montana, VU): 1 ejemplar adulto; en los últimos 20 años han surgido espontáneamente, de semillas de este árbol y de árboles vecinos, varias decenas de plántulas de regeneración espontánea, incluyendo unas 10 que ya miden más de 4 m de altura.
  • Chuguacá (Hieronyma rufa - ENDÉMICA): originalmente unos 12 ejemplares adultos y por lo menos 3 juveniles. En los últimos 15 años he plantado otros 3 ejemplares adicionales, todavía juveniles. 
  • Citharexylum sulcatum (ENDÉMICA): 1 a 5 ejemplares adultos.
  • Mortiño (Hesperomeles goudotiana – ENDÉMICA): 3 a 5 ejemplares adultos, más unas pocas decenas de plántulas. En los últimos 15 años he plantado tres ejemplares, todavía juveniles.
  • Orquídea (Lepanthes sp. - POSIBLEMENTE ENDÉMICA): Sólo 1 ejemplar adulto. No he vuelto a encontrar esta especie en ninguna otra parte.
  • Orquídea (Masdevallia coccinea, EN - ENDÉMICA): Originalmente no presente en la finca, he plantado 3 ejemplares, todos ellos adultos, floreciendo y ya produciendo cápsulas de semillas.
  • Orquídea (Myoxanthus melittanthus): 5 ejemplares adultos.
  • Orquídea (Odontoglossum gloriosum, VU - ENDÉMICA): Originalmente no presente en la finca, he plantado 3 ejemplares, todos ellos adultos, uno de los cuales ya está produciendo su primera cápsula de semillas.
  • Pino hayuelo (Prumnopitys montana, VU): 2 ejemplares adultos y por lo menos 1 plántula; en los últimos años he plantado 7 ejemplares adicionales, todavía juveniles.
  • Roble (Quercus humboldtii, VU – CASI ENDÉMICA): Originalmente no presente en la finca. En los últimos 20 años he plantado 12 ejemplares, los cuales ya producen frutos; alrededor de ellos se observan cerca de 100 plántulas, producidas recientemente por regeneración natural.
  • Sisymbrium solidagineum (Hierba rara, muy poco colectada en Colombia, que sólo he encontrado en 2 sitios en mi vida): originalmente 2 ejemplares en la finca. En los últimos 5 años he plantado varios ejemplares adicionales, de modo que ahora la población incluye de 6 a 10 individuos. 
  • Symplocos mucronata (ENDÉMICA): 1 a 5 ejemplares adultos. En los últimos 5 años he plantado 6 ejemplares adicionales, todavía juveniles.
  • Uche (Prunus buxifolia – ENDÉMICA): 5 a 10 ejemplares adultos, más algunas decenas de plántulas y ejemplares juveniles. En los últimos 15 años he plantado 3 ejemplares adicionales, uno de los cuales ya produjo flores y frutos.
  • Yuco (Schefflera bogotensis, ENDÉMICA): 5 a 10 ejemplares adultos.
Orquídea (Lepanthes sp.) - Único ejemplar conocido

Todavía tengo que hacer un conteo detallado de algunas otras especies. Sin embargo, con este listado preliminar ya empiezan a aparecer claras algunas prioridades de conservación. Hace dos semanas estuve en la finca recogiendo semillas de varias de ellas y ya las estoy germinando. El objetivo: en 2 años aumentar las poblaciones de al menos 10 especies de la lista, por lo menos duplicando el número de individuos de cada una.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Cerros al oriente de Bogotá - El regreso de la pava de monte

Grandes aves de los bosques

Pava andina, oculta entre el bosque - Camilo Orjuela, 2011
El ave frugívora más grande que reside en los Cerros Orientales es la pava andina o pava de monte (Penelope montagnii). Este pájaro, con el cuerpo del tamaño de una gallina, con una larga cola y con un cuello asimismo largo, vive encima de los árboles del bosque andino, caminando sobre sus ramas y comiendo sus frutos, así como también sus flores y hojas. Verla resulta sorprendente, en gran parte debido a su tamaño, muy superior al de otras aves con las que comparte su hábitat; también por sus movimientos pausados, por sus expresiones de curiosidad o alarma, por sus sonidos, por sus fuertes aleteos, por las formas en que interactúan cuando están en parejas o grupos. Y más sorprendente resulta la pava de monte cuando conocemos su historia.

 

Los tiempos difíciles

Bosques y matorrales de alta montaña - Hábitat de la pava
La fortuna de la pava de monte ha sido muy variada. Originalmente distribuida por gran parte de las cordilleras Oriental y Central de Colombia,  y siendo un animal común en los bosques de montaña, ha sido perseguida desde hace milenios por los seres humanos, que la han cazado para comerla. La deforestación masiva de las montañas, especialmente en los últimos 200 años, ha significado un golpe muy duro para sus poblaciones, que, sumado a la cacería, ha hecho desaparecer a las pavas de algunos lugares y las ha vuelto muy raras y huidizas en otros.

Recuentos pasados de la Sabana de Bogotá informan cómo, en los años 60 del siglo XX, la pava todavía era un ave común en ciertos bosques de la región (Sopó, Suba, Usaquén,...) A partir de esta fecha, la situación de las pavas pareció empeorar. Muchos bosques fueron talados para abrir espacio para la ganadería, el cultivo de papa y la urbanización. Y los cazadores y habitantes del campo continuaron persiguiendo a los pocos animales que todavía quedaban en las montañas elevadas. En los años 90 se consideraba a la pava de monte como una especie desaparecida casi por completo de los cerros alrededor de la Sabana. Los vientos no soplaban muy prometedores para la supervivencia de esta emblemática ave...

 

La recuperación del hábitat

Hábitat de la pava, con eucaliptos y vegetación nativa - Quebrada La Vieja
Sin embargo, en los últimos 30 años, ciertos lugares han estado experimentando cambios que pocas personas hubieran podido prever. Parte de la cadena montañosa al oriente de Bogotá, por su cara que mira a la ciudad, fue designada Reserva Forestal Protectora. Al mismo tiempo, otros cerros alrededor de la Sabana (por ejemplo, en Tabio, Tenjo, Chía y Sopó) empezaron a cubrirse de bosque en ciertas zonas que antiguamente estaban sujetas al pastoreo, las quemas y la extracción de madera y leña. A pesar de las plantaciones masivas de árboles exóticos (eucaliptos, pinos) que se realizaron en los cerros de Bogotá, la vegetación nativa no ha hecho sino avanzar desde que se creó la reserva forestal. Antiguos potreros han venido convirtiéndose en jóvenes bosques de laureles de cera, ciros y chilcos; zonas de quemas, derrumbes, construcción de carreteras y tala de árboles se han llenado de chusque; incluso bajo los eucaliptos, donde estos no son tan densos, ha venido creciendo un matorral nativo de cucharos, tunos y espinos. Toda esta vegetación nueva ha hecho resurgir hábitats perdidos hace tiempo para los animales de los cerros. Y las pavas parecen estar sacando provecho de ello.

 

Pavas suburbanas

Cajeto (Citharexylum subfavescens) - Árbol con frutos consumidos por la pava
Ahora, en los últimos 10 años, se ha vuelto posible observar con cierta regularidad a las pavas de monte en los bosques de los cerros alrededor de Bogotá. En parte de los Cerros Orientales es notorio cómo estas hermosas aves han dejado de ser perseguidas. Las nuevas generaciones de pavas, más acostumbradas a ver en los seres humanos caminantes y observadores y no tanto cazadores, se han estado volviendo muy tranquilas: a menudo es posible acercarse a sólo unos pocos metros de las grandes aves, sin que ellas emprendan la huida. Conjuntos y parcelaciones de baja densidad, con abundante vegetación nativa, han surgido en el extremo norte de la ciudad y en los cerros de Chía, demostrando ser un ambiente seguro para las pavas, donde su hábitat está relativamente protegido y donde la cacería no tiene lugar. Mansas como gallinas domésticas, ahora se pasean a sus anchas. Todavía no podemos decir que sean abundantes, ni que estén a salvo en otras montañas. Pero la historia del resurgimiento de las pavas en los cerros al oriente de Bogotá nos da esperanzas de que la historia pueda repetirse en otras partes, con la pava y con muchos otros animales.

viernes, 14 de febrero de 2014

Usos de la biodiversidad – La flora nativa como plantas de interior

La colección de flora

Chamaedorea linearis
Desde que era niño, siempre he tenido en los diferentes sitios donde he vivido una variada colección de plantas de interior. Más variada cuando he vivido en la ciudad. Mientras que en el campo, en Subachoque y Sopó, ha estado reducida a unos pocos ejemplares; pareciera como si la abundancia natural de flora fuera de casa no favoreciera mi dedicación a la colección de plantas cultivadas en el interior de ella. Ahora que vivo nuevamente en la ciudad, vuelve una etapa de intensa jardinería de apartamento. Y estoy aprovechando este período para consolidar una serie de observaciones que vengo acumulando desde hace casi 20 años, sobre el uso de plantas nativas como plantas ornamentales y sobre el comportamiento de estas especies cuando son plantadas en interiores. En este artículo van algunas de las estas observaciones y reflexiones sobre este campo con tantas posibilidades.

 

Un ambiente difícil

Primero que todo: es claro que no todas las plantas silvestres tienen características que favorezcan su uso como plantas de interior. O mejor, dicho de otra manera: las condiciones del interior de casas, apartamentos y oficinas son tan particulares, tan distintas a las del ambiente que hay al exterior de ellas, que sólo determinadas plantas son capaces de adaptarse bien a ellas.

¿Cuáles características son comunes en ambientes de interior? Primero que todo, una temperatura más estable, con variaciones menos extremas que las que se encuentran en un área al aire libre. En climas fríos, la temperatura de un interior suele estar varios grados por encima de la temperatura que reina afuera. En climas cálidos, la temperatura de interior (al menos la diurna) suele ser más fresca que la que reina en zonas expuestas afuera de la edificación.

Otra diferencia notable es la ventilación. En interiores, suele haber un notable estancamiento del aire en comparación con las zonas al aire libre, estancamiento que afecta a las plantas mucho más de lo que uno podría pensar. Y está el tema de la humedad ambiental, también reducida en ambientes de interior, en comparación con los exteriores.

¿Cómo afecta todo esto a las plantas? Para empezar, es más fácil que al interior de un apartamento, casa u oficina, prosperen mejor plantas propias de climas cálidos a templados. En cambio, pasar una planta que sea exclusiva de clima frío a un interior (incluso si la edificación está situada en clima frío) suele causar un deterioro evidente del ejemplar, que a menudo desemboca en su muerte.

La baja ventilación favorece el desarrollo de plagas, por ejemplo de pulgones y mosquitas blancas, las cuales, nuevamente, dañan y hacen morir a los ejemplares. La baja humedad ambiental reseca especies delicadas como musgos, helechos, orquídeas y muchas otras especies propias de bosques lluviosos.

¡Y eso que todavía no hemos hablado de luz y de riego! Un jardinero conocedor y sensible sabrá poner cada planta en una posición favorable, donde reciba abundante sol si es una especie adaptada al crecimiento en áreas expuestas; o en sombra si es una especie del interior de un bosque; o en todo un gradiente que va del semisoleado a la semisombra, dependiendo de las necesidades de la planta en particular. Y sabrá regarla en abundancia cuando sea necesario o casi nada cuando asimismo la planta lo requiera. ¡Algo que no se aprende leyendo sino haciendo, observando, sintiendo!

 

Las plantas apropiadas

Gaque (Clusia multiflora)
Así las cosas, no es de extrañar que, luego de siglos de ensayos, la flora que se cultiva comúnmente en interiores pertenezca a un pequeño “club” de especies que han demostrado un excelente rendimiento sometidas a la temperatura relativamente alta y estable, la baja humedad y la relativa baja ventilación presente en la mayoría de casas, oficinas y apartamentos. Este “club” está formado por especies procedentes de todos los rincones del planeta, de todos los continentes y de las más variadas islas oceánicas. Dos grupos de especies que han mostrado una buena adaptación a las condiciones de interior son:

1)    Plantas con hojas o tallos carnosos. Aquí se incluyen plantas de desierto como cactus y crasuláceas, que toleran bien el aire seco y la falta de riegos regulares; también begonias, peperomias, aráceas, bromeliáceas, ficus, chefleras, algunos helechos resistentes a la sequía y otras plantas que en la naturaleza crecen sobre piedras o como epífitas y que, en su adaptación a estos ambientes, han desarrollado tallos que acumulan agua y hojas que reducen la evaporación.

2)    Plantas de sotobosque, especialmente palmas, dracenas, marantáceas y aráceas. Están adaptadas a crecer en condiciones de baja luminosidad, comunes en interiores.

Además de éstas, varias otras plantas han prosperado en interiores: por ejemplo araucaria, croto, café, aguacate, algunas plantas bulbosas, algunas (muy pocas) orquídeas.

 

¿Y las nativas?

Flor de la Begonia foliosa
Entendiendo que las condiciones de interior son difíciles para el cultivo de una variedad de plantas, me asombra, de todos modos, que de las listas que di anteriormente, se hayan ensayado tan pocas especies nativas de Colombia. La mayor parte de los cactus que vemos cultivados en interiores son méxicanos, argentinos o de otros países. ¡Y eso que Colombia tiene muchas especies nativas! Las bromelias que compramos para adornar nuestras casas corresponden en su mayoría a especies brasileñas, “mejoradas” en Holanda. Y eso que hay centenares de especies nativas de esta familia en el país. Las palmas de interior vienen de remotas islas del Pacífico y, en cambio, casi nadie cultiva las nuestras. Así se repite la historia para las begonias, peperomias, ficus, anturios y tantísimas otras plantas. Sabemos que estas plantas pertenecen a grupos que han mostrado su aptitud para ser ensayados como plantas de interior. ¡Pero casi nadie ensaya ni cultiva las especies nativas de estos grupos! Nos conformamos con lo fácil, con lo que ya existe, con imitar lo que vemos a nuestro alrededor, con comprar lo que los viveros venden. Y mientras tanto, nuestra flora nativa va desapareciendo, desapercibida, sin que se la considere bella y valiosa, digna de cultivo...

 

Los ensayos

Philodendron - esqueje de 6 meses de edad
Por eso he tomado la decisión de que mi casa sea distinta. Amo la flora nativa y quiero aprender a propagarla. Quiero tener las plantas cerca de mí, verlas cuando me levanto, cuando desayuno, cuando descanso o (como hago ahora) cuando escribo estas líneas. Por eso busco en mis caminatas semillas y esquejes, anoto cuáles especies son de fácil cultivo, cuáles son de lento crecimiento y cuáles son las más veloces, reviso sus hojas en busca de indicios de plagas, busco ante todo que las plantas se vean bien, estén a gusto, creciendo en condiciones adecuadas para cada una de ellas. Así he descubierto que la palmita Chamaedorea linearis, tan común en nuestros bosques de niebla, es una excelente, rápida y agradecida planta de interior. Que es muy fácil propagar los Philodendron que trepan por los árboles de todas nuestras selvas húmedas con tan sólo cortar un pequeño esqueje de ellos. Que las begonias nativas son facilísimas de cultivar, con muy poca incidencia de plagas. Ahora estoy ensayando dos especies de gaques (Clusia multiflora y la endémica Clusia orthoneura) como árboles de maceta. Si a éstas sumo las plantas de la terraza, ya son cerca de 30 especies nativas las que tengo en este instante en cultivo, en la mitad de Bogotá, alegrándome los días y revelando estados y comportamientos que un día, quizás, mostrarán su utilidad para el cultivo más generalizado de estas especies.