Proyectos actuales

viernes, 2 de mayo de 2014

Biodiversidad urbana - Vida silvestre en medio de la ciudad

Park Way - Hábitat de 45 especies de plantas - Pedro Felipe - 2013
Más de un año llevo viviendo en la localidad de Teusaquillo, en Bogotá. En este tiempo, he estado observando la vida que se mueve en medio de la ciudad. Una vida que va más allá de mi vida, de mis amigos, de mi trabajo y de mis problemas de cada día, más allá de las tareas y las reuniones, más allá de las casas y calles, más allá de los negocios, los transeúntes, los trancones, el afán, los accidentes, la basura, las noticias, el computador, el celular, la política, el supermercado. Es decir, una vida que va más allá de nuestra vida como humanos, una vida a la que, para descubrirla, tenemos que sacarle tiempo, estar tranquilos, mirar alrededor, agacharnos, alzar la cabeza, mirar las copas de los árboles. Hablo de toda esa vida representada por cientos de especies de plantas y animales, cada una de ellas tan única y especial como lo somos nosotros los seres humanos.

Fácilmente podemos pasar por alto a todos estos seres, darlos por sentados, verlos como parte del paisaje. Pero la verdad es que la vida de cada uno de ellos es tan interesante, dramática y llena de cambios como la vida de cualquiera de nosotros. Una pequeña polilla diurna del Park Way, disfrazada de mariposa con sus colores negro y anaranjado, tiene que socializar, esquivar las pisadas de perros y humanos, elevarse sobre los árboles, arriesgar su vida al pasar la calle, encontrar una pareja, llegar a un sangregado para poner sus huevos...quizás logre llegar con éxito al final de su vida, quizás muera en el intento. ¿Cómo será ese momento de su vida cuando cae un fuerte aguacero? ¿Cómo habrá sido su nacimiento a la vida aérea cuando salió de una crisálida? ¿Cómo percibirá el paisaje cuando revolotea sobre el parque, a 10 m de altura sobre nuestras cabezas?

Torcaza (Zenaida auriculata) - D. Sanches - 2008
Y así como este pequeño insecto despierta tanta curiosidad en mí, asimismo lo hace la pequeña orquídea urbana que nació aquí, en medio del pavimento, la pareja de búhos que cazan tinguas en la noche, el pequeño árbol de duraznillo que, de la nada, aparece en una grieta del andén, las palomas que crían a sus polluelos en el tejado al lado de mi ventana, la hembra de chamón que espía a los copetones, buscando la oportunidad para introducir en su nido un huevo que ella no va a criar... ¿No son vidas todas éstas, vidas que llenan nuestro alrededor, nos llenan a nosotros y siempre nos dan algo que observar, algo en qué pensar?

Claro está, si les damos tiempo, nos fijamos con cuidado y somos pacientes.

Los colores de Teusaquillo...
Además de observar, me gusta contar y recopilar. Por eso termino este artículo con una lista de datos sobre el mundo natural de Teusaquillo; dirigida a los curiosos sobre biodiversidad urbana y hecha para aquellos que pueden pensar que un barrio en medio de la ciudad no tiene mucho que ofrecer en términos de descubrimientos y observaciones interesantes sobre plantas y animales.
  • El Park Way, que se extiende desde la calle 34 hasta la 45, alberga en términos de flora, mucho más que urapanes, sangregados y chicaláes. Hace dos semanas estuve recorriéndolo con mucho cuidado y encontré 45 especies de plantas vasculares creciendo en él. Muchas de ellas son hierbas diminutas que crecen entre las grietas del suelo, otras hay que buscarlas encima de los troncos y ramas de los árboles más gruesos.
  • La presencia de abundantes torcazas o tortolitas (Zenaida auriculata) bajo los árboles de sangregado (Croton) indica que estos están produciendo semillas, que las aves comen. He contado hasta 16 individuos debajo de un mismo árbol.
  • He encontrado en Teusaquillo dos ejemplares de la orquídea Cyclopogon elatus, la única orquídea urbana que crece silvestre en Bogotá lejos de los cerros Orientales.
  • En noviembre del año pasado vi un vencejo migratorio (Chaetura sp.) volando sobre el parque del Brasil, el primer vencejo que observo en mi vida volando sobre la ciudad.
  • Ese mismo día del vencejo (5 de noviembre) vi un gordo gavilán migratorio (Buteo platypterus) posado en la punta de un viejo pino en el mismo parque del Brasil.
  • Sorprende la presencia de rapaces urbanas, aves que por estar en la cima de las cadenas tróficas, son particularmente vulnerables a los cambios en su medio ambiente: en un año y pico he registrado cernícalo (Falco sparverius), gavilán (Buteo platypterus), búho (Asio stygius) y lechuza (Tyto alba).
  • En este siglo XXI que apenas comienza Bogotá está presenciando la llegada de una nueva especie de ave que antes sólo se encontraba en climas más calientes. Se trata del alcaraván (Vanellus chilensis). Parejas de estas aves pasan volando sobre Teusaquillo (al parecer en dirección norte-sur), incluso durante las horas de la noche, cuando se las detecta por su ruidoso canto.
Alcaraván, reciente colonizador de Bogotá - Mdf - 2008

jueves, 1 de mayo de 2014

Cucaracheros en Bogotá

Las aves comunes

Cucarachero (Troglodytes aedon) - M. Tillett - 2010
La avifauna “básica” de Bogotá, es decir aquellos pájaros que puede uno encontrar en más abundancia en casi cualquier sitio de la ciudad, está compuesta por un reducido número de especies: copetón, mirla, paloma, torcaza o tortolita café, chulo, chamón y golondrina; si el sitio tiene zonas verdes más extensas, también aparecen el colibrí y el carbonero. Por supuesto que la ciudad, especialmente en sus grandes parques y humedales, alberga una lista mucho más larga de especies de aves, pero la mayor parte de éstas son escasas y localizadas o son migratorias que sólo permanecen un breve período de tiempo en la ciudad. De modo que las aves comunes y residentes se reducen a un puñado de especies, que parecen ser constantes por todos lados, a lo largo del tiempo.

Por eso me resulta un poco extraño descubrir que hace unas décadas hubo otras aves que también fueron comunes en la ciudad. Una de ellas es el cucarachero (Troglodytes aedon), una de las avecitas más familiares y ampliamente extendidas de Colombia. Cucaracheros se pueden encontrar en la Amazonía, en las elevadas montañas de los Andes, así como en las calurosas llanuras del Caribe, y desde las húmedas regiones de la costa Pacífica hasta las extensiones abiertas de los Llanos Orientales.

 

Cucaracheros del pasado

Típica vegetación nativa de los alrededores de Bogotá
Pero, aunque el cucarachero es común en la Sabana de Bogotá, para aquellas personas que reconocen las aves que viven a su alrededor, este pajarito probablemente no esté incluido en la actualidad dentro del “inventario” de aves más típicas de la ciudad. Y, sin embargo, en el pasado fue un ave urbana bien conocida. Del cucarachero dice Antonio Olivares, en su obra “Aves de Cundinamarca”, publicada en 1969: “Común en la Sabana; frecuenta las ciudades y anida en los techos de las casas; es de las pocas especies que acompañan al hombre en la ciudad capital y que le amenizan la vida con su agradable canto.”

Frases que parecen remotas en una ciudad donde los cucaracheros ya son difíciles de encontrar. Hay que reconocerlo, hasta mediados del siglo XX Bogotá era una ciudad de apenas 600.000 habitantes, una ciudad pequeña rodeada por todos lados de campo, con lotes y solares cubiertos de espesa vegetación que gustaba al cucarachero, un ave que más que árboles, necesita abundante cobertura de arbustos y matorrales para ocultarse y hacer su vida. Luego de esta fecha, la ciudad creció a un ritmo exponencial, hasta alcanzar los más de 8 millones de habitantes de la actualidad. Más habitantes significan más casas y edificios, más cemento y menos campo. La ciudad sigue teniendo valiosas zonas verdes, pero casi todas han sido transformadas; se ha dado prioridad a los árboles y al prado; en cambio, los arbustos espesos, los matorrales, el sotobosque o “monte” o como se lo quiera llamar, es decir, la vegetación espesa e impenetrable que en todo sitio silvestre crece en abundancia, ha sido drásticamente reducida, a menudo eliminada por completo. El cucarachero perdió así su casa y fue desapareciendo gradualmente de los parques y jardines más centrales, aquellos más alejados de los bordes de la ciudad y de los corredores de vegetación en mejor estado. Con todo, en medio de Bogotá todavía sobreviven pequeñas poblaciones de cucaracheros, aisladas en las zonas verdes más grandes del occidente de la ciudad: por ejemplo en el Jardín Botánico.

 

El primer encuentro

Cucarachero entre la espesa vegetación - M. Tillett - 2010
Recuerdo la primera vez que escuché un cucarachero urbano. Tenía yo cerca de 10 años y estaba realizando una de mis primeras visitas al Jardín Botánico de Bogotá. Hambriento de verde, acostumbrado a un mundo color cemento, ladrillo y pavimento, todo lo que veía a mi alrededor me dejaba asombrado: pequeñas flores rosadas creciendo en un prado, altos robles extendiendo su fresca sombra, un pájaro rojo... Más adentro, en un sitio oscuro, cubierto por viejos cipreses de aspecto misterioso, surgió de pronto el gorgoteo musical de un ave. Un ave entonces desconocida para mí, un ave que tenía que descubrir. Siguiendo el sonido – labor difícil, pues el cucarachero se iba alejando oculto entre los arbustos más espesos – logré finalmente atisbar una bolita con la cola levantada, un plumaje discreto que se camuflaba con los alrededores, un pico que se abría de par en par para emitir una catarata de notas...

 

El futuro del cucarachero

Zarzas o moras (Rubus spp.) - hábitat excelente para el cucarachero
Con el tiempo, he llegado a conocer mejor al cucarachero. Afortunadamente sigue siendo un ave común en el campo y una que responde muy bien a la plantación de setos y de cercas vivas, poblando los nuevos hábitats que se crean cuando se instalan, en medio de campos y potreros, estas hileras de densos árboles y arbustos. También se lo encuentra con regularidad en los barrios vecinos a los cerros Orientales, aquellos que por su cercanía a zonas con vegetación silvestre, de “monte”, ofrecen un sitio adecuado para que los cucaracheros vivan y aniden. Si podemos entender que los cucaracheros, al igual que cientos de otras aves, ranas, mariposas y plantas, no necesitan de tantos prados ni de árboles para vivir, sino que requieren de arbustos, matorrales, marañas de enredaderas y si podemos conservar y recuperar en algunos lugares los corredores de “monte”, entendiendo que esta vegetación (y no la de un típico parque podado y abierto) es la verdadera reserva natural donde viven los animales más interesantes y amenazados, el cucarachero seguirá acompañándonos por los siglos de los siglos, alegrándonos nuestras vidas con sus graciosos movimientos y su agradable canto.