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jueves, 16 de junio de 2022

Restaurando un bosque de la planicie sabanera - Parte 1 - Los principios

Bosque joven de alisos en Organizmo
A mediados del siglo XX, uno de los últimos fragmentos de bosque nativo de la planicie inundable de la Sabana de Bogotá fue estudiado en el municipio de Funza por los grandes naturalistas Jorge Hernández Camacho y Thomas van der Hammen; lográndose obtener algunos datos sobre su composición de especies… justo a tiempo, pues años después, este bosque ya había sido destruido.

Ahora, casi 60 años después de la publicación de estos primeros estudios sobre los ecosistemas sabaneros, estoy asesorando la restauración de un nuevo bosque nativo de la planicie en la finca Organizmo, en el municipio de Tenjo (Cundinamarca, Colombia). Un bosque que tendrá elementos de los ecosistemas de bosques nativos y humedales que hubo (y todavía hay), en fragmentos mínimos, por la región. También será un “nuevo” bosque, ya que las condiciones del clima, suelos y uso de la tierra han cambiado mucho a lo largo de los últimos siglos de intensa actividad humana.

Este bosque será una isla de biodiversidad, un hogar para poblaciones de plantas nativas, para insectos polinizadores, para ranas y reptiles endémicos, para aves comunes, para pequeños mamíferos (chuchas, comadrejas, curíes, etc.), sumergido en medio de una matriz de cultivos, potreros y áreas en rápida urbanización. Aquí pueden enterarse, en una serie de 4 textos, sobre cómo se está adelantando este proceso.

Un nuevo bosque

Por su contexto, situado en una región altamente transformada, de cultivos, potreros y jardines (y no en un parque nacional con amplios ecosistemas relativamente intactos), la idea es aceptar las especies cultivadas, ornamentales e introducidas, que ya crecen en el terreno… en lugar de combatir contra las “especies invasoras”. Pero darle de ahora en adelante completa prioridad al cultivo y reintroducción de decenas de especies que sí son nativas del municipio de Tenjo. Para que estas especies nativas se vuelvan co-dominantes y puedan entretejerse con las introducidas, en igualdad de condiciones.

Estos nuevos ecosistemas serán manejados con mínimo mantenimiento, sin riegos, sin abonos, sin desyerbes, sin cortes de pasto y otra vegetación. Se permitirá que la regeneración de la vegetación siga sus ritmos naturales. Se permitirá la acumulación gradual de hojarasca en el suelo, el desarrollo de musgos y líquenes sobre los troncos, la caída de ramas secas al suelo, el establecimiento espontáneo de hongos micorrícicos, el crecimiento de trepadoras… para que el nuevo bosque sea de verdad un bosque silvestre, un “monte”, no un parque o una plantación forestal.

Pasto alto

Hierbas nativas surgiendo entre el pasto alto
Todas las técnicas con las que se va a restaurar el bosque de Organizmo ya han sido ensayadas, desde hace 30 años, en la finca donde crecí, en Subachoque, y en otras fincas donde llevo años haciendo trabajos de restauración ecológica. Uno de los primeros principios es que, en el área que se va a restaurar, no se va a cortar nunca más el pasto. Al inicio se plantarán sólo plantas pioneras, como alisos, amargosos, arbolocos, camargos, chilcos, ciros, laureles de cera, raques, tíbares y tintos, que por naturaleza saben crecer entre el pasto alto y saben superarlo y eventualmente, tras 10-15 años, reemplazarlo por la hojarasca y el musgo de un bosque joven; este proceso lo logran las especies nativas incluso creciendo entre el introducido pasto kikuyo, de crecimiento tan poderoso.

No cortar el pasto y no hacer plateos, además de un enorme ahorro en esfuerzo y dinero, tiene la ventaja de que se deja bien protegido el suelo. El pasto guarda humedad, lo cual es ventajoso para las especies plantadas, especialmente durante las temporadas de verano. Además, al no cortarlo, se evita cortar por accidente a decenas de plántulas de otras especies nativas espontáneas que empiecen a nacer al lado de las cultivadas.

Las trepadoras

Abeja Thygater sobre flor de una trepadora Passiflora 
Otro principio es que el nuevo bosque no se plantará sólo con árboles. Un bosque nativo es mucho más que árboles; de hecho, el 80% de las especies de plantas vasculares presentes en un bosque altoandino NO son árboles, sino corresponden a otras formas de vida, como arbustos, trepadoras, epífitas y hierbas. Por esta razón, en Organizmo se reconoce la importancia de restaurar un bosque con toda su diversidad de especies. Por esta razón, desde este año se ha iniciado la propagación, en un vivero propio de la finca, de decenas de especies nativas que no se cultivan en viveros comerciales y que en su mayoría no son árboles.

También se reconoce la importancia de permitir el desarrollo de flora espontánea que, de manera muy poderosa, cubre las primeras etapas de la sucesión de un bosque. Se protegerán ciertos árboles seleccionados (como cedros) para que las trepadoras no se les suban y los ahoguen. Pero también se permitirá, en muchas partes, que se formen grandes marañas de bejuco coronillo (Muehlenbeckia tamnifolia), ya que, además de ser nativa, esta planta es insuperable como formadora de hojarasca, formadora de marañas donde se oculta y cría la fauna, y es una gran productora de frutos favoritos de las aves silvestres.

Por razones similares, se permitirá en muchos sitios el desarrollo de las zarzas o moras silvestres (Rubus robustus). Pues estas también son nativas, también son propias de las primeras etapas de formación de un bosque joven y los densos y espinosos matorrales que forman son los mejores refugios para que mamíferos como chuchas, comadrejas, curíes y conejos encuentren un refugio frente a los perros que los atacan. Un matorral de moras es un excelente hábitat para aves de sotobosque como el endémico chamicero (Synallaxis subpudica) o el arañero (Myiothlypis nigrocristata), que nunca podrían vivir en un terreno plantado, al modo de un parque, sólo con árboles.

Madera muerta

Carpintero (Dryobates fumigatus) - M. Woodruff - 2007
A lo largo de todo este proceso, y a lo largo de las décadas que siguen, algunos de los árboles plantados no sobrevivirán. Esto, que a primera vista puede sonar como una mala noticia, no lo es en absoluto. Pues ningún bosque nativo puede considerarse sano y completo si no tiene madera muerta en él. A la mayoría de nosotros nos gustan los búhos, los loros, los pájaros carpinteros.. pero ¿hemos pensado dónde crían todas estas aves? Todas ellas anidan en agujeros en troncos y ramas muertos, donde la madera resulta fácil de excavar o donde se han desarrollado agujeros naturales. Si no hubiera árboles muertos, todas estas maravillosas aves no existirían. Así que, si durante el crecimiento de los nuevos bosques de la finca, uno que otro árbol muere ahogado por una trepadora o aquejado por una enfermedad o por alguna otra razón, sabremos que acabamos de ganar un elemento clave más en la vida de un bosque completo.

Es importante mencionar todos estos aspectos, pues se apartan de muchas prácticas usuales en la agricultura, en la jardinería y en la industria forestal. Restaurar un bosque, como yo lo veo, tiene que ver más con “dejar ser” a los procesos naturales. No limitar o impedir tanto los crecimientos espontáneos. No ir en tanta contravía de los tiempos y las maneras que llevan millones de años mostrando su efectividad.

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