Una restauración personal
Guayabo, con una variedad de plantas naciendo debajo |
Al enfrentarnos al tema de recuperación de un bosque, de un páramo, de un humedal o de un matorral nativo, surge siempre un tema central: ¿cómo adquirir el material vegetal necesario para esta restauración? Desde el año pasado, he venido publicando en este blog la serie “Cómo restaurar los ecosistemas de Colombia”, cubriendo hasta ahora grandes áreas de la cordillera Oriental, los valles de los ríos Magdalena y Cauca, la Sierra Nevada de Santa Marta y el piedemonte llanero. En estos artículos aparecen reseñadas centenares de especies de plantas apropiadas para la restauración ecológica en estos lugares... ¿cómo conseguimos estas especies?
Si somos personas de ciudad, casi siempre empezaremos pensando en comprar las plantas en un vivero.
Pero los viveros tienen varios inconvenientes:
1) Sólo cultivan una ínfima fracción de las miles de especies de plantas nativas de Colombia. Si nos limitamos a esta pobre oferta, nuestro proyecto de restauración ecológica no va a contribuir gran cosa a recuperar la biodiversidad de un terreno, ni va a contribuir a recuperar las centenares de especies que son endémicas o están amenazadas.
2) El material que cultivan suele ser poco valioso desde el punto de vista genético, procedente de pocos padres y a menudo procedente de zonas alejadas del sitio a restaurar. Al comprar este material, no estamos contribuyendo a la reproducción de la genética local.
3) Comprar plantas en viveros suele ser uno de los métodos de restauración más costosos, lo que imposibilita su aplicación en muchas situaciones.
Mi consejo entonces: vamos a iniciar las restauraciones ecológicas restaurando primero nuestra mente e ideas, restaurando nuestra paciencia y capacidad de observación.
Lo primero: vamos a limpiar nuestra mente, sacando de nuestra cabeza la idea del vivero como suministrador principal de plantas. Los viveros tienen su utilidad, pero sólo para completar un pequeño porcentaje del trabajo de restauración, como veremos adelante.
¿Cómo restauramos entonces un terreno?
Pasto alto con "salvias" (Austroeupatorium) - Jardín, Antioquia |
Restaurar consiste en escoger primero qué sitios queremos recuperar. Luego, en detectar cuáles son los factores de presión que están impidiendo la regeneración de la vegetación en los sitios seleccionados. Y luego, liberar estos sitios de estos factores. Para casi toda Colombia, mi recomendación para restaurar un terreno abierto es: dejar crecer alto el pasto y NO volver a cortarlo nunca más. Nada de ganado ni guadaña en el sitio a restaurar. En fincas ganaderas, esto implica usualmente la instalación de cercas protectoras, que demarcan los sitios de restauración e impiden que el ganado entre a ellos. ¡La restauración de bosques nativos puede ser más una cuestión de plantar cercas que de plantar árboles!
Con la cerca instalada y con la decisión de no volver a cortar el pasto, la tensión sobre esa parte del terreno será liberada y las sorpresas empezarán a ocurrir.
La auto-recuperación
Plántula de arrayán (Myrcianthes leucoxyla) |
El papel de los viveros
Sietecueros (Tibouchina lepidota) - pionero para zonas de niebla |
Aquí sí nos va a servir un vivero. Mejor uno propio, hecho con semillas y plántulas sacadas del sitio más cercano al lugar a restaurar. Pero uno comercial también servirá, para introducir especies pioneras, las primeras plantas que ayudan a crear refugios, nichos y ambientes donde la biodiversidad del bosque puede establecerse.
Va, de todos modos, una advertencia. No hay que creer que plantar 20 o 30 especies de árboles nativos en un sitio despoblado ya nos da razón para hacernos sentir satisfechos. Un bosque de sólo 30 especies es un bosque empobrecido. Y, mientras los viveros casi sólo venden árboles, podemos ver cómo los bosques nativos originalmente tienen mucho más: en ellos destacan los bejucos, las epífitas (orquídeas, helechos, bromelias), los arbustos bajos y multitud de hierbas por doquier. Luego de más de 20 años observando la regeneración de la vegetación en diversas partes de Colombia, puedo concluir que casi cualquier predio pequeño a mediano (de entre 0,3 Ha hasta 50 Ha) con bosque bien conservado, alberga entre 100 y 400 especies de plantas vasculares nativas. Y mi objetivo de restauración se ha convertido en este, precisamente: lograr que todo terreno restaurado vuelva a albergar estas 100 a 400 especies de plantas nativas.
¿Cómo puedo entonces conformarme con sólo 30 especies de vivero? Con un número tan pequeño ¿cómo estamos contribuyendo a conservar los centenares de especies endémicas y amenazadas que necesitan nuestra ayuda en Colombia? ¿Cómo estamos contribuyendo a conservar la genética local?
El vivero propio
Vivero para restauración ecológica - Subachoque |
1) Decidir cuáles van a ser las zonas de restauración.
2) Liberar de presiones las zonas que se seleccionen como de restauración; usualmente esto implica la instalación de cercas, si hay ganado en la finca. El pasto de las zonas de restauración tiene que crecer alto y NO debe ser cortado nunca.
3) Traer algunas especies de arbolitos pioneros de un vivero y plantarlos en las zonas de restauración; estas especies suelen ser comunes, no amenazadas y con menor riesgo de empobrecimiento genético.
4) La propuesta final, para los que no se conformen sólo con los tres pasos anteriores y quieran hacer un trabajo completo. Se trata de preparar un vivero propio. Un vivero sorprendentemente pequeño (de unas 500 bolsas) basta para asegurar un suministro de especies locales que no se van a poder comprar en ninguna parte. Este vivero tiene la ventaja de que puede ser perfectamente mantenido por una sola persona trabajando en él 4 horas al mes. Si no se siente uno con la “mano verde”, con la facilidad para cultivar plantas, quizás se pueda pedir a algún amigo o contratar con algún vivero o campesino la preparación y mantenimiento de este vivero personal.
En este vivero se cultivarán semillas y plántulas extraídas de sitios lo más cercanos que sea posible al terreno a restaurar. Listas de especies recomendadas pueden ser encontradas en mis artículos; quizás se necesite asistencia botánica, un estudio a fondo de estos listados, la consulta de libros con imágenes o, mejor, la consulta a un campesino del lugar para aprender los nombres y la apariencia de las plantas que deben buscarse.
Zarcillejo (Fuchsia petiolaris) - liana propia del bosque andino |
En un vivero propio hay que tratar de tener varios ejemplares de cada especie. Digo yo, al menos tres de cada una (y ojalá más). Muchas plantas tienen los sexos macho y hembra separados y es conveniente plantar en el terreno, cerca unos de otros, varios ejemplares de la misma especie para garantizar su polinización y reproducción.
No es necesario tener grandes cantidades de cada especie (¡aquí está uno de los mayores secretos de los pequeños viveros!) 5 o 10 ejemplares bien plantados de una especie pionera pueden reproducirse velozmente y en pocos años llegar a ser centenares de individuos (así me ha pasado con orquídeas, zarcillejos o fucsias nativas, salvias, lupinos, tunos y robles). Es decir, NO necesitamos plantar todo el terreno con miles de ejemplares de cada especie. Basta con realizar introducciones inteligentes y sensibles, de pocos individuos de cada especie. Esto, llevado con cuidado por uno o dos años, permite lograr en forma muy sencilla repoblaciones con centenares de especies.
Si seguimos los pasos del 1 al 4, en orden y según nuestras posibilidades, lograremos las restauraciones más completas y económicas que se pueden lograr.
Gracias por compartir esta valiosa información y contribuir al conocimiento de la Biodiversidad Colombiana.
ResponderEliminarGracias por tu generosidad de espiritu, y de sabiduria.
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