Proyectos actuales

lunes, 12 de enero de 2015

Colombia en el mundo - El pato pico de oro

Pato pico de oro (Anas georgica)
Acabo de regresar de un viaje por Perú y Bolivia. En estos países andinos, con tantas similitudes y también diferencias con Colombia, he podido reflexionar sobre muchos elementos comunes de nuestra naturaleza, observando y también contrastando qué hace único y especial a cada país. A continuación sigue la tercera de una serie de cinco notas con algunas de estas observaciones.

En el lago Titicaca observé una especie que siempre me ha llamado mucho la atención: el pato pico de oro (Anas georgica). Este pato, con su sencillo plumaje café y un pico muy llamativo, color amarillo oro coronado con una franja negra en toda su parte más elevada, estaba ocupado en una divertida actividad: sumergir su cabeza y toda la parte delantera del cuerpo, dejando la cola en el aire; ésta es la técnica que el ave emplea para sacar del agua su alimento, consistente en pequeños animalitos y plantas sumergidas. Ver al pato pico de oro también fue especial por otra razón. Ésta es una de las especies que antiguamente habitaron en la Sabana de Bogotá, hasta que la desecación de los humedales y la cacería la llevaron a la extinción a mediados del siglo XX. La subespecie (raza geográfica) que vivía en la Sabana, conocida como Anas georgica niceforoi, era un poco más pequeña y oscura que la subespecie más extendida, Anas georgica spinicauda, que vive más al sur.

Con la cola hacia arriba...
Aunque no sea exactamente el mismo pato pico de oro de la Sabana de Bogotá, al menos es un pariente suyo muy cercano que sigue nadando en los lagos de los Andes, ofreciéndonos, junto con tantas otras especies de pájaros, el espectáculo de la vida silvestre en el agua. Esperamos que los ejemplares sobrevivientes de ésta y otras especies sean tratados con más cuidado, para que las generaciones siguientes no tengan que lamentar, como nosotros los bogotanos, haber acabado para siempre con las especies más emblemáticas de nuestros ambientes acuáticos de alta montaña.

lunes, 5 de enero de 2015

Colombia en el mundo - Los zambullidores andinos

Keñola (Rollandia microptera) - Imagen: Tsirtalis, 2013
Acabo de regresar de un viaje por Perú y Bolivia. En estos países andinos, con tantas similitudes y también diferencias con Colombia, he podido reflexionar sobre muchos elementos comunes de nuestra naturaleza, observando y también contrastando qué hace único y especial a cada país. A continuación sigue la segunda de una serie de cinco notas con algunas de estas observaciones.

En Bolivia pude observar 3 individuos del zambullidor del Titicaca o keñola (Rollandia microptera), ave acuática incapaz de volar, exclusiva de los lagos del altiplano peruano-boliviano. La emoción de ver esta emblemática especie, de apreciar sus persecuciones y pataleos en el agua y de sorprenderme con sus súbitas desapariciones cuando las aves se sumergían bajo el agua en búsqueda de pececillos, todo ello trajo a mi mente a nuestro desaparecido zambullidor bogotano (Podiceps andinus). Esta última especie fue propia de los lagos del altiplano cundiboyacense, donde habitó durante milenios. Hasta que la desecación y contaminación de los humedales y la cacería le dieron el golpe final: el último registro del zambullidor bogotano es de 1977 y luego de esto, a pesar de intensas búsquedas, nunca se lo volvió a encontrar. Es la primera especie de ave de Colombia que se considera oficialmente extinta, desaparecida para siempre del mundo. Esperemos que la historia no se repita con el zambullidor del Titicaca, ave que también está en dificultades: según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, su población total se estima en apenas 1600 individuos adultos.

jueves, 1 de enero de 2015

Colombia en el mundo - Lagos en dos altiplanos

El lago Titicaca desde la Isla del Sol (Bolivia)
Acabo de regresar de un viaje por Perú y Bolivia. En estos países andinos, con tantas similitudes y también diferencias con Colombia, he podido reflexionar sobre muchos elementos comunes de nuestra naturaleza, observando y también contrastando qué hace único y especial a cada país. A continuación sigue la primera de una serie de cinco notas con algunas de estas observaciones.

 

El ambiente del lago

La inmensidad del lago Titicaca, su azul intensísimo, el sonido de sus olas empujadas por el viento de alta montaña, todo ello me lleva a pensar cómo sería aquel lago que era la Sabana de Bogotá hace muchos miles de años. En aquel entonces (hace más de 30.000 años), el clima era mucho más frío y la vegetación de páramo, con sus frailejones, pajas y arbolitos retorcidos, descendía hasta el borde del lago. El frío viento debía soplar sobre el agua, igual que aquí en Bolivia. ¿Sería tan azul el lago de la Sabana de Bogotá como lo es ahora el Titicaca?

 

Los animales acuáticos

Pato (Anas puna)
El lago de Humboldt, como también se conoce al antiguo lago de la Sabana de Bogotá, debió ser un imán para la vida silvestre. Bandadas de patos volando y ocultándose entre los juncales; tinguas o fochas flotando sobre las olas; zambullidores  prestos a sumergirse para perseguir pececillos debajo del agua; garzas inmóviles en la orilla, esperando a que alguna rana o pez incauto se acerque lo suficiente... Todos estos grupos de animales todavía están presentes en relativa abundancia en el lago Titicaca, el cual alberga además varias especies de las que no se tiene evidencia que alguna vez hayan poblado ni que hayan tenido su equivalente en las tierras altas de Colombia. Esta fauna tan típica del Titicaca incluye a los flamencos, que se presentan en tres especies distintas; la rana gigante (Telmatobius), que pasa toda su vida sumergida; y los pececillos del género Orestias, que cuentan con cerca de 45 especies muy distintivas y de distribución muy localizada en los lagos y cuencas de alta montaña desde Perú hasta Chile.

 

Tamaño y diversidad

En su tiempo de mayor esplendor, el lago de la Sabana de Bogotá debió cubrir una superficie de alrededor de 1400 km2...con esto ni siquiera se acercó al tamaño actual del lago Titicaca, que tiene más de 8500 km2. Esta notable diferencia quizás explique, entre otras causas, la menor diversidad de peces lacustres propios de la Sabana de Bogotá, que son apenas 2 especies (capitán y guapucha), en comparación con las más de 20 especies endémicas de Orestias y los dos capitanes (Trichomycterus) descritos del lago Titicaca.

 

El agua y la vida humana

Totora, barca de pescadores y muelle
Los recursos y oportunidades ofrecidos por el Titicaca han sido aprovechados por sus habitantes humanos desde hace milenios. El calor captado durante el día por el agua del lago se va disipando en la noche, atenuando las frías temperaturas del altiplano y permitiendo el cultivo, a más de 3800 metros sobre el nivel del mar, de una variedad de productos que de otra forma no prosperarían a esta elevación: papa, maíz, cebada, haba, quinua, etc. Además, los habitantes locales obtienen alimento con la pesca de peces y ranas y la cacería de aves. Y las plantas acuáticas, como la totora o junco (Schoenoplectus), les sirven como material artesanal y de construcción y como forraje para los animales domésticos. Uno puede fácilmente imaginar a los antiguos Muiscas de Colombia también plantando sus cultivos a orillas del agua, cazando, pescando, navegando y haciendo una vida entera asociada al agua. Hasta que llegó nuestra cultura actual, europea, donde el agua suele ser vista como un obstáculo para el desarrollo, donde se contaminan, canalizan, drenan y rellenan los cuerpos de agua. Ahora, del gran lago de la Sabana de Bogotá no quedan más que unos mínimos restos, los cuales, a pesar de su reducción y contaminación, siguen siendo de vital importancia para la conservación, si queremos salvar una muestra de este ambiente y permitir la existencia continuada de los animales y plantas acuáticos que nos siguen acompañando hasta hoy: nuestros humedales de la Sabana siguen teniendo patos, garzas y tinguas, ranas, capitanes y guapuchas y muchísimos otros: un “Minititicaca” todavía para conservar.


La transparencia de las aguas del Titicaca