martes, 12 de febrero de 2013

Una guía para restaurar los ecosistemas de Colombia - Los valles interandinos

Bosque seco tropical - Río Chocho, Cundinamarca
Si usted es un propietario de una finca o un conservacionista que quiere emprender un proyecto de restauración de los bosques y de la fauna silvestre, es un buen punto iniciar conociendo su área. Antes de restaurar algo, hay que preguntarse: ¿Cómo eran los antiguos ecosistemas que había en esta región? ¿Qué especies de plantas y animales vivían aquí? ¿Cuáles siguen existiendo todavía? ¿Cuáles son las especies endémicas (exclusivas) de la región? ¿Cuáles especies están más amenazadas de extinción? Si voy a iniciar la creación de corredores de bosque en un terreno completamente despejado ¿cuáles son las especies de flora más adecuadas que debería plantar?

Colombia es un país tan variado que la respuesta a cada una de estas preguntas es diferente dependiendo de la región. Aquí continuamos con una serie de artículos que traen la información básica para cada una de estas áreas.

Los valles interandinos

Valle del río Chocho, bajando al Magdalena
Estos incluyen las regiones del Alto Magdalena, el Alto Cauca, el cañón del Chicamocha y las cuencas secas de los ríos Dagua y Patía, con alturas que oscilan principalmente entre 200 y 1500 m de elevación (a veces un poco más alto). En general, se trata de valles bajo la influencia de la sombra de lluvia: las altas montañas que los rodean atrapan la mayor parte de la precipitación que traen las nubes, dejando relativamente poca lluvia disponible para las partes más bajas. Las zonas de vida predominantes son conocidas como Bosque seco tropical y Bosque muy seco tropical. La vegetación natural está compuesta por bosques y matorrales y por vegetación de sabana. La flora está adaptada para resistir temporadas más o menos prolongadas de sequía; cuando falta el agua, muchos árboles pierden las hojas, las hierbas se secan y las semillas aguardan las siguientes lluvias para germinar. Los ríos y quebradas son corredores de vida, donde la vegetación se mantiene verde todo el año y a donde acuden muchos animales durante las temporadas de sequía.

Los valles interandinos se cuentan entre los ambientes más alterados del país debido a la acción de los seres humanos. En ellos, el clima y suelo han resultado muy favorables para el establecimiento de la ganadería extensiva y de amplios monocultivos, de modo que la mayor parte de la vegetación natural ha sido destruida, especialmente en las zonas planas. La urbanización y la industrialización también han jugado un papel en el deterioro ambiental de la región. Cali, la tercera ciudad más grande del país, se encuentra en esta área. La vegetación natural de las zonas secas todavía sobrevive en zonas de ladera, en los suelos más pobres, a lo largo de cursos de agua, como matorrales a orillas de caminos y como árboles dispersos en los potreros. Hay mucho potencial para proteger y aumentar esta vegetación, buscando ampliar y conectar las zonas de conservación. Sin importar si se trata de terrenos pequeños o de extensas haciendas, es posible imaginar corredores biológicos recorriendo los linderos de cada finca, conectando la región y compensando la pérdida de biodiversidad que causan los extensos monocultivos.

Biodiversidad

Atrapamoscas apical (Myiarchus apicalis) - Endémico
Comparados con otras zonas más húmedas del país, situadas a una elevación similar, los valles interandinos albergan una biodiversidad relativamente moderada; de todos modos esta biodiversidad, comparada con la de otros países, sigue mostrándose como muy rica. Tomando la región como un todo, se puede estimar la presencia en ella de cerca de 130 especies de mamíferos, más de 400 especies  de aves, 80 especies de reptiles, más de 40 especies de anfibios, cerca de 130 especies de peces y más de 1000 especies de plantas vasculares.

A modo de comparación, el Reino Unido, con un área 8 veces mayor que la cubierta por los valles interandinos, tiene una biodiversidad que incluye poco más de 100 especies de mamíferos, casi 600 especies de aves, 7 especies de reptiles, 7 especies de anfibios y 2300 especies de plantas vasculares.

Endemismo

Flor de mayo (Cattleya trianaei) - Endémica
Entre las especies prioritarias para la conservación en los valles interandinos se cuentan las especies endémicas, es decir, las que sólo se encuentran en estos valles y en ningún otro lado del mundo. Si la gente que vive en estos valles no las cuida, ¿quién más en el mundo podrá hacerlo? Las endémicas más notables incluyen tres especies de aves: el carpinterito punteado (Picumnus granadensis), el atrapamoscas apical (Myiarchus apicalis) y la eufonia frentinegra (Euphonia concinna). Entre los reptiles destaca la serpiente coral endémica Micrurus sangilensis. La flora también presenta endémicas de gran interés, como la zamia (Zamia encephalartoides), el angarillo (Chloroleucon bogotense), el barrigón (Cavanillesia chicamochae) y el carrapo (Bulnesia carrapo); además de cactus como Melocactus pescaderensis, Opuntia bella y Pilosocereus colombianus; y la Flor Nacional de Colombia, la orquídea flor de mayo (Cattleya trianaei).

¿Cuáles son las especies más amenazadas?

Caimán agujo (Crocodylus acutus) - T. Castelazo - 2006
Entre las especies de mamíferos que han sido catalogados como amenazadas en los valles interandinos destacan el mico de noche (Aotus griseimembra, VU), nutria (Lontra longicaudis, VU), puma (Puma concolor, NT) y tigrillos (Leopardus pardalis, NT, Leopardus wiedii, NT). El venado de cola blanca (Odocoileus virginianus) se encuentra amenazado de extinción a nivel local. En décadas pasadas habitaron en la región el jaguar (Panthera onca), la danta (Tapirus terrestris) y la tatabra o pecarí de labios blancos (Tayassu pecari), pero estos animales ya desaparecieron del área debido al exceso de cacería y a la destrucción del hábitat. Entre las aves, destacan como especies amenazadas la guacharaca colombiana (Ortalis columbiana, VU) y el tachurí barbado (Polystictus pectoralis, NT). Entre los reptiles el caimán agujo (Crocodylus acutus, CR), la tortuga de río (Podocnemis lewyana, CR) y la morrocoy (Chelonoidis carbonaria, CR). Entre los anfibios amenazados está la rana venenosa del Cauca (Dendrobates bombetes, VU). Entre los peces amenazados se cuentan el pataló (Ichthyoelephas longirostris, EN), bocachico (Prochilodus magdalenae, CR), picuda (Salminus affinis, VU) y bagre rayado (Pseudoplatystoma fasciatum, EN). Las especies de flora amenazadas incluyen valiosos árboles maderables como el cumulá o carreto (Aspidosperma polyneuron, EN), guayacán (Guaiacum officinale, CR) y cedro (Cedrela odorata, EN).

Es muy importante conocer y proteger estas especies. Conservarlas significa usualmente conservar su hábitat; si esto se logra hacer exitosamente, se pueden llegar a salvar centenares de otras especies de plantas y de animales que comparten su hogar con las especies amenazadas.

¿Cuál era la flora de los antiguos bosques?

Dosel del bosque seco tropical, visto desde lo alto
La presencia y abundancia de las siguientes especies suele indicar bosques de edad avanzada. Entre sus árboles se encuentran algunas de las mejores maderas de la región.

ÁRBOLES: Diomate, gusanero (Astronium graveolens), cumulá, carreto (Aspidosperma polyneuron), chicaláes, floramarillos, guayacanes (Tabebuia chrysantha, T. ochracea), ocobo, guayacán rosado (Tabebuia rosea), gualanday (Jacaranda caucana), indio desnudo, caratero (Bursera simaruba), acuápar, ceiba de leche (Hura crepitans), algarrobo (Hymenaea courbaril), bao (Platymiscium hebestachyum), capote (Machaerium capote), iguá (Pseudosamanea guachapele), orejero (Enterolobium cyclocarpum), samán (Samanea saman), volador (Gyrocarpus americanus), cedro (Cedrela odorata), cedrillo, bilbil (Guarea guidonia), guacharaco (Cupania latifolia), mamoncillo (Melicoccus bijugatus), carrapo (Bulnesia carrapo), guayacán (Guaiacum officinale). PALMOIDES: Corozo (Acrocomia aculeata), palma amarga (Sabal mauritiiformis), palma de vino (Attalea butyracea), palma zancona (Syagrus sancona). TREPADORAS: Pitayas (Hylocereus spp., Selenicereus spp.), bejucos escalera (Bauhinia spp.) EPÍFITAS: Anturio, hoja de piedra (Anthurium crassinervium), barbas (Tillandsia usneoides), cardos o quiches (Tillandsia elongata, T. flexuosa, T. juncea, T. recurvata), disciplinas (Rhipsalis baccifera), flor de mayo (Cattleya trianaei).

Los bosques secos tropicales son ambientes más inestables que los bosques húmedos. A lo largo de su historia se han contraído o expandido, dependiendo del clima reinante. Su vegetación es presa fácil de los incendios, que, si son reiterados, pueden abrirla y transformarla en sabana. Por esta razón, las plantas dominantes en los bosques secos suelen ser fuertes y adaptables; por lo general, necesitan menos sombra durante sus etapas tempranas de desarrollo que las plantas de los viejos bosques húmedos; además, muchos árboles tienen un crecimiento relativamente rápido. Estas características hacen que las especies del bosque seco tropical sean relativamente fáciles de propagar en áreas abiertas.

¿Cuáles especies plantar?

Palma de vino (Attalea butyracea)
Si se va a iniciar la restauración de un terreno completamente abierto en la región de los valles interandinos, las siguientes especies resultan muy adecuadas.

ÁRBOLES: Escobillo, majagüillo (Xylopia aromatica), hobo, jobo (Spondias mombin), chicaláes, floramarillos, guayacanes (Tabebuia chrysantha, T. ochracea), ocobo, guayacán rosado (Tabebuia rosea), gualanday (Jacaranda caucana), totumo (Crescentia cujete), gomo (Cordia dentata), indio desnudo, caratero (Bursera simaruba), tatamaco (Bursera tomentosa),  verraquillo, zurrumbo (Trema micrantha), olivos, naranjuelos (Capparis spp.), acuápar, ceiba de leche (Hura crepitans), algarrobo (Hymenaea courbaril), cují, doncello (Prosopis juliflora), bayo, guacamayo (Senegalia polyphylla), guamos (Inga spp.), matarratón (Gliricidia sepium), orejero (Enterolobium cyclocarpum), payandé (Pithecellobium dulce), samán (Samanea saman), balso (Ochroma pyramidale), ceibas (Ceiba pentandra, Pseudobombax septenatum), guácimo (Guazuma ulmifolia), chitató (Muntingia calabura), guayabo (Psidium guajava), dinde (Maclura tinctoria), higuerones, matapalos (Ficus spp.), varasanta (Triplaris americana), tachuelos (Zanthoxylum spp.), ondequera (Casearia corymbosa), yarumo (Cecropia peltata).

Al lado de cursos de agua se pueden plantar las siguientes especies: nacedero, cajeto (Trichanthera gigantea), caracolí (Anacardium excelsum), achí, guamo playero (Zygia longifolia), cachimbo (Erythrina fusca), minás, cámbulo (Erythrina poeppigiana) y guadua (Guadua angustifolia).

En zonas que se incendian con frecuencia, dos de las especies que sobreviven al fuego y que mejor prosperan son: chaparro (Curatella americana) y noro o peralejo (Byrsonima crassifolia).

En sitios protegidos, donde haya otra vegetación y una suave sombra, se pueden plantar especies que necesitan de un poco más de protección del sol. Estas especies incluyen: diomate, gusanero (Astronium graveolens), cumulá, carreto (Aspidosperma polyneuron), bao (Platymiscium hebestachyum), capote (Machaerium capote), iguá (Pseudosamanea guachapele) y cedro (Cedrela odorata).

PALMOIDES: Corozo (Acrocomia aculeata), palma de vino (Attalea butyracea). ARBUSTOS: Cardones (Cephalocereus colombianus, Cereus hexagonus, Stenocereus griseus), pitaya (Acanthocereus tetragonus), tunas (Opuntia spp.), añil (Indigofera suffruticosa), clavellino (Caesalpinia pulcherrima), mortiños (Clidemia spp.), tunos, nigüitos (Miconia spp.), mosqueros (Croton spp.), lantanas (Lantana spp.) TREPADORAS: Ojos de venado (Mucuna spp.) HIERBAS: Fique (Furcraea cabuya), piñuela (Bromelia karatas), cabecenegro (Melocactus curvispinus). A orillas de los cursos de agua, se pueden plantar la iraca (Carludovica palmata), platanillos (Heliconia spp.) y bihao (Calathea lutea).

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