lunes, 7 de diciembre de 2015

Una guía para restaurar los ecosistemas de Colombia - Introducción

Bosque secundario con una gran variedad de especies
Cada vez hay más conciencia de la necesidad de no sólo conservar las áreas naturales más intactas, sino también de recuperar, de restaurar los ambientes que ya han sido degradados. Esta restauración ecológica busca devolverles a las regiones al menos parte de los servicios que se han perdido y que pueden prestar los ecosistemas bien conservados, como el aprovisionamiento de agua, la cobertura vegetal que sostiene las laderas y previene los deslizamientos y la coexistencia con una amplísima gama de animales, plantas y otros organismos que nos acompañan, alegran nuestras vidas con sus sonidos y movimientos, ejercen control de plagas, ayudan a la polinización de los cultivos y nos ofrecen recursos como alimentos, fibras, combustibles, materiales para construcción, medicinas, especies ornamentales, etc.

El punto clave es la biodiversidad. No estamos hablando de recuperar sólo una función, por ejemplo de plantar una sola especie de árbol que sea la más grande y la más rápida creciendo para que capte la mayor cantidad de carbono de la atmósfera en el menor tiempo posible. No estamos hablando de reforestar en gran escala con una o unas pocas especies maderables, dejando de lado e incluso “limpiando” los matorrales, los bejucos y el resto de la vegetación espontánea. Y no estamos hablando de aplicar una receta única que sirva para todo el país. Colombia abarca un territorio tan variado que lo que funciona para restaurar una región puede no servir para otra.

Cobertura de las áreas del país tratadas en esta serie
Esta serie de artículos, que aparecerán publicados en los meses que siguen, señala las 16 áreas del país donde es más urgente emprender labores de restauración ecológica. Estas áreas incluyen las regiones más pobladas y desarrolladas y, por tanto, las que mayor degradación ambiental han sufrido; específicamente, abarcan toda la región Caribe y andina de Colombia, así como la región del Magdalena Medio y el piedemonte oriental de la cordillera.

Cada una de estas áreas tiene unas condiciones geográficas y climáticas propias, una historia evolutiva particular y un conjunto de especies exclusivas (endémicas) que la vuelven única en el mundo y que dan importantes señales de cuáles son las mejores técnicas y especies que deberían usarse para su restauración. La serie de 16 artículos busca responder las preguntas claves sobre cada una de las áreas, plasmadas en el siguiente párrafo escrito para versiones anteriores de esta “Guía para restaurar los ecosistemas de Colombia”:

“Si usted es un propietario de una finca o un conservacionista que quiere emprender un proyecto de restauración de los bosques y de la fauna silvestre, es un buen punto iniciar conociendo su área. Antes de restaurar algo, hay que preguntarse: ¿Cómo eran los antiguos ecosistemas que había en esta región? ¿Qué especies de plantas y animales vivían aquí? ¿Cuáles siguen existiendo todavía? ¿Cuáles son las especies endémicas (exclusivas) de la región? ¿Cuáles especies están más amenazadas de extinción? Si voy a iniciar la creación de corredores de bosque en un terreno completamente despejado ¿cuáles son las especies de flora más adecuadas que debería plantar?”

Esta guía se concentra entonces, entre los muchos otros temas que abarca el campo de la restauración ecológica, en la base natural, en las especies para la restauración. Nuestra visión: que en un futuro no tan lejano, las labores de restauración ecológica que requieran revegetalización se realicen teniendo en cuenta las especies locales. Que se valore la regeneración natural. Que se trabaje plantando una mayor variedad de formas de vida, no sólo árboles, sino también reintroduciendo trepadoras, epífitas, hierbas y arbustos. Que no nos demos por satisfechos con una restauración que consista sólo en plantar masivamente 10 o 20 especies nativas; más bien, esperamos que el estándar un día sea trabajar con conjuntos de 200 a 300 especies vegetales en cada área de restauración. Y que las especies escogidas para cada conjunto incluyan árboles de diferentes etapas de sucesión del bosque, trepadoras claves como plantas nutricias de las orugas de mariposas, lianas preferidas como fuentes de néctar por abejas silvestres, bromeliáceas que den refugio a ranas e invertebrados, arbustos que generen cobertura y sitio de anidación para aves en la sombra del sotobosque.

Las experiencias sobre propagación de un gran porcentaje de estas especies ya están en curso. En los años que vienen tengo la intención de ir publicando datos sobre requerimientos ecológicos, propagación y usos en restauración ecológica de las 300 especies con las que he trabajado hasta el momento, así como de otros cientos de especies adicionales propias de todos los climas del país.

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