![]() |
Dorado (Brachyplatystoma rousseauxii) - Cool critter channel - 2025 |
En un mundo tan variado, lleno de tantos matices y diferencias, me gusta ir buscando las conexiones y afinidades. Incluso las que pueda haber entre lugares, seres y personajes que parecieran tener poco en común. Como las que pueda haber entre los elevados Andes, donde vivo, y la enorme cuenca del Amazonas, que se extiende al lado de esta cordillera, por la inmensidad del oriente, hasta el océano Atlántico.
Son las conexiones entre una Amazonía muchísimo más antigua que las cordilleras. Entre una cordillera que reversó el flujo del río más grande del mundo, cortando su acceso hacia el Pacífico y haciendo que volteara su curso hacia su ruta actual, al Atlántico. Entre unos Andes que han separado, un poco, la gran selva de otras selvas. Entre una cuenca baja desde la que han ido trepando, por millones de años, toda clase de organismos a las nuevas cordilleras, a medida que éstas se levantaban. Entre unos Andes que han enriquecido la cuenca amazónica con inmensas cantidades de sedimentos, que bajan por los así llamados ríos de “aguas blancas”. Entre unos Andes que han añadido una cadena montañosa nueva, para formar, al norte de Sudamérica, una compañera a los viejísimos cerros del escudo guayanés… esas montañas que aún existen, reverberantes de vida, aunque parecieran estar desapareciendo desde hace millones de años.
Uno de los seres que conecta estos dos mundos es el gran pez conocido como “dorado” (Brachyplatystoma rousseauxii), que emprende la migración más grande de agua dulce que se conoce en el mundo.
Viajeros en los ríos
![]() |
Agua y selva - N. Palmer - CIAT - 2011 |
Entre los pulsos más conocidos en el mundo están las migraciones anuales de las aves, algunas más largas, para escapar de las temporadas invernales de los hemisferios norte y sur. O más cortas, quizás subiendo y bajando por una cordillera para cambiar regularmente de lugar, en búsqueda de sitios adecuados para alimentarse o para criar. Lo que menos personas saben es que bajo la superficie de los ríos también tienen lugar migraciones. Y que una de las más espectaculares ocurre entre los grandes ríos que bajan de las cordilleras andinas y la desembocadura del río Amazonas, en una extensión que abarca miles de kilómetros.
El protagonista es el dorado, un gran bagre cuyos ejemplares más grandes pueden medir casi 2 m de longitud y alcanzar 100 kg de peso (aunque por la sobrepesca, ahora normalmente se encuentran individuos mucho más pequeños). Desde hace mucho tiempo, los pescadores de la Amazonía han notado que algunos peces hacen desplazamientos y que hay períodos regulares donde arriban gran cantidad de ejemplares a una localidad dada, en un fenómeno conocido como “subienda”. Pero sólo recientemente, en los últimos 30 años, los científicos han logrado obtener las pruebas necesarias que confirman estos desplazamientos y dan cuenta de su increíble magnitud. Estas pruebas se han logrado analizando el tamaño y presencia de ejemplares de diferentes edades en distintas localidades y fechas; analizando la composición de los otolitos (estructuras calcificadas presentes en el oído interno de los peces, que pueden guardar señales químicas particulares del curso de agua donde han vivido estos animales); y estudiando su diversidad genética a lo largo de la gran cuenca. Así es como ahora se conoce mejor su gran historia.
A la deriva
![]() |
Delta del Amazonas visto desde el espacio - NASA - 1991 |
Cada año, los dorados adultos llegan nadando contra corriente, acercándose a la cordillera de los Andes. Por medio de sentidos que aún no se han estudiado (quizás por el olfato, como otros peces migratorios), cada pez se dirige al tributario que lo vio nacer. Por ejemplo, en Colombia, la población amazónica de estos peces llega a los ríos Caquetá y Putumayo. Allí, los dorados desovan. De los huevos nacen las pequeñas larvas, las cuales se dejan llevar a la deriva por la corriente hasta el canal principal del río Amazonas. Los juveniles se dejan llevar todo el camino, en un viaje que, dependiendo de la región de la Amazonía donde nazcan, puede extenderse entre 3000 a 5800 km, llegando hasta el estuario del río Amazonas, donde el río gigante desemboca en el océano Atlántico. Por la velocidad de la corriente, se estima que, desde que nacen, los pequeños peces tardan entre dos a tres semanas en completar este larguísimo viaje a la deriva.
En el estuario y de regreso
Ya en el estuario, donde las ricas aguas favorecen un gran desarrollo de la vida sumergida, los juveniles dejan de viajar e inician una etapa dedicada al crecimiento, donde se alimentan de otros peces y van ganando rápidamente tamaño y peso. A los 2 o 3 años de edad, ya han crecido mucho. Entonces, llamados por el instinto, inician lentamente su vuelta de regreso. Primero van subiendo hasta la parte baja del canal principal del río Amazonas. Allí permanecen cerca de 1 año más, aprovechando la abundante presencia de peces para alimentarse. Luego de este período, se reúnen en cardúmenes y emprenden el recorrido hacia occidente, nuevamente hacia la cercanía de las cordilleras andinas, de donde descienden las aguas blancas tan ricas en nutrientes que les han dado la vida. Para poner huevos en ellas y repetir el ciclo una vez más.
Récord mundial
![]() |
Ilustración de un dorado - J. Burkhardt - 1885 |
El desplazamiento mencionado significa que algunos ejemplares adultos, desde su nacimiento hasta su regreso a su río de nacimiento, pueden haber completado un viaje de hasta 11600 km, logrando así un récord mundial; ésta es, de lejos, la migración más larga de un pez de agua dulce en el planeta entero. Más larga también que la de algunos peces que desovan en ríos y crecen en el mar, como los salmones. Y casi tan larga como la legendaria migración de las anguilas europeas que viajan desde los ríos de este continente hasta el mar de los Sargazos.
Una vez desovan, los dorados adultos ya no vuelven a emprender el viaje hasta la desembocadura del río Amazonas; sólo las larvas y juveniles lo harán. Más bien, estos peces adultos emprenden desplazamientos más cortos, aguas abajo, que aún no se conocen en detalle, pero que de todas formas podrían alcanzar 1000 a 2000 km o más de distancia. Desde estos sitios de alimentación, continúan regresando todos los años a su cuenca de nacimiento para reproducirse.
Las amenazas
Estos desplazamientos tan largos convierten al dorado en una especie muy propensa a ir desapareciendo a medida que se construyen diques en la cuenca amazónica. En las últimas décadas, se han ido construyendo cada vez más más embalses en la región, para suplir de electricidad a las ciudades y las industrias, cada vez más hambrientas de energía. Estos proyectos incluyen en su diseño escaleras para peces, con las cuales se busca permitir que estos animales acuáticos puedan continuar sus viajes, superando los diques. Pero su efectividad para permitir el paso de los bagres dorados río abajo y río arriba aún no ha sido demostrada. Todo lo contrario, los peces parecen quedar atrapados en la cuenca alta de los ríos y el viaje al estuario no vuelve a ocurrir. Los pescadores de las cuencas altas afectadas han registrado, luego de ser completados los diques, una disminución en la captura de dorados. Algo preocupante, ya que esta especie es una de las más importantes para las pesquerías comerciales de la Amazonía. Si los sistemas que permiten el paso de peces por los embalses no son mejorados y la construcción de diques continúa, la migración más larga de agua dulce podría llegar a desaparecer.
Misterios en la vida del dorado
Aún quedan muchos misterios por resolver en la vida del dorado. No todas las poblaciones de este pez crían en la cuenca Amazónica. También existe una población en el río Orinoco, que, en Colombia por ejemplo, sube durante las temporadas de aguas altas a los ríos Arauca, Casanare, Meta y Guaviare. Sería clave estudiar esta población para ver si sus juveniles crecen en el área cercana a la desembocadura del Orinoco, de manera análoga a las poblaciones amazónicas. También sería muy interesante estudiar mejor la presencia de esta especie en los ríos de aguas negras en la Amazonía (por ejemplo los ríos Negro, Tapajós, Xingú). Aunque estos ríos más pobres en nutrientes no parecen proveer mucho alimento para poblaciones grandes de dorados, sí se ha reportado la presencia de estos peces allí. Incluso hay registros de un ejemplar joven en el río Branco, tributario del Negro, lo que abre las puertas a la posibilidad de que haya actividad reproductiva en esta cuenca también.
Pulsos y más pulsos
Mientras los humanos nos hacemos estas preguntas, bajo el agua, los grandes peces siguen con sus viajes, como lo han hecho por millones de años. Como uno de los pulsos del continente, que se suma al de las aves que viajan todos los años desde el cono sur hacia el norte y luego de regreso; el de las aves que vienen de Norteamérica y pasan el invierno aquí; el de muchas polillas grandes y sus misteriosos ascensos a las cordilleras; el de los colibríes que suben y bajan por las montañas; el de los guácharos que crían en las montañas y bajan a alimentarse a las grandes selvas. Y muchos otros, algunos conocidos, otros que quizás algún día percibamos. Mientras los pulsos sigan, la vida, tanto en las montañas como en las llanuras, seguirá también.
![]() |
Dorado - Christopher, Tania e Isabelle Luna - 2010 |
No hay comentarios:
Publicar un comentario