jueves, 11 de agosto de 2022

Restaurando un bosque de la planicie sabanera - Parte 3 - El vivero propio

Chinchimaní (Cuphea dipetala) - Especie endémica, cultivada en Organizmo
A mediados del siglo XX, uno de los últimos fragmentos de bosque nativo de la planicie inundable de la Sabana de Bogotá fue estudiado en el municipio de Funza por los grandes naturalistas Jorge Hernández Camacho y Thomas van der Hammen; lográndose obtener algunos datos sobre su composición de especies… justo a tiempo, pues años después, este bosque ya había sido destruido.

Ahora, casi 60 años después de la publicación de estos primeros estudios sobre los ecosistemas sabaneros, estoy asesorando la restauración de un nuevo bosque nativo de la planicie en la finca Organizmo, en el municipio de Tenjo (Cundinamarca, Colombia). Un bosque que tendrá elementos de los ecosistemas de bosques nativos y humedales que hubo (y todavía hay), en fragmentos mínimos, por la región. También será un “nuevo” bosque, ya que las condiciones del clima, suelos y uso de la tierra han cambiado mucho a lo largo de los últimos siglos de intensa actividad humana.

Este bosque será una isla de biodiversidad, un hogar para poblaciones de plantas nativas, para insectos polinizadores, para ranas y reptiles endémicos, para aves comunes, para pequeños mamíferos (chuchas, comadrejas, curíes, etc.), sumergido en medio de una matriz de cultivos, potreros y áreas en rápida urbanización.

Aquí pueden enterarse, en una serie de 4 textos, sobre cómo se está adelantando este proceso.

¿Por qué viveros?

Tinta (Monnina sp.) - Especie que se regenera por sí sola en la finca
Para la mayoría de nosotros, los viveros son quizás la opción más obvia para adquirir plantas que podemos usar para restaurar un bosque. Pero recurrir a los viveros también tiene varios inconvenientes que no solemos tener en cuenta. Uno de ellos es que, desde el punto de vista de la conservación de la biodiversidad, suele ser más valioso permitir que se regeneren especies nativas, espontáneas, en un terreno, que traer plantas de afuera (así estas plantas de vivero sean “nativas”).

Si se planta una alta densidad de plantas de vivero en un terreno, se estarán ocupando los espacios que podrían más bien ser ocupados por plántulas de regeneración espontánea, esas sí representantes de especies y linajes que pueden remontarse a miles de años de crecimiento en ese lugar. Linajes que son distintos de municipio en municipio, de valle en valle, de cordillera en cordillera.

Otro inconveniente de los viveros (y de las personas que hacemos restauración) es que estamos excesivamente enfocados en producir árboles. Siendo que, en un bosque altoandino, los árboles apenas representan un porcentaje modesto, quizás un 20%, de la riqueza de especies de plantas vasculares; el resto, la mayoría, son trepadoras, palmas, arbustos, hierbas, epífitas. ¿Cómo podemos pretender hacer un bosque de verdad, plantando sólo árboles? A pesar de esto, la realidad es que los viveros comerciales prácticamente no propagan hierbas nativas, ni bromeliáceas locales, ni arbustos de sotobosque, ni trepadoras de bosque altoandino (y, de hecho, tampoco propagan la mayoría de especies de árboles de bosque maduro).

Las especies de vivero comercial

Cedro (Cedrela montana) - Plantado para restauración ecológica 
A pesar de las limitaciones mencionadas arriba, en los últimos 30 años, los viveros comerciales han ido mejorando y poco a poco incluyen en su “menú” más especies procedentes de las cordilleras colombianas. Y aun así, para poner el caso de la Sabana de Bogotá, pocas de las especies “nativas” que se consiguen en un vivero comercial son realmente nativas de esta región. De hecho, toda una serie de especies “nativas” realmente lo son de otras partes de las cordilleras, sobre todo de las laderas occidentales, exteriores a la Sabana, donde hacen parte de los bosques subandinos y bosques de niebla. Estas especies son, por ejemplo, el pino romerón (Retrophyllum rospiglosii), chicalá (Tecoma stans), sangregado (Croton mutisianus), roble (Quercus humboldtii), nogal (Juglans neotropica), guayacán de Manizales (Lafoensia acuminata), caucho sabanero (Ficus americana), caucho Tequendama (Ficus tequendamae), yarumo blanco (Cecropia telenitida) y cajeto (Citharexylum subflavescens).

Poco más de 20 especies de árboles y arbustos que se plantan regularmente en los viveros comerciales de la región son realmente nativas de la Sabana de Bogotá y de los cerros que la circundan y miran hacia ella. Las más frecuentemente propagadas de este combo de verdaderas nativas son el aliso (Alnus acuminata), arrayán (Myrcianthes leucoxyla), cedro (Cedrela montana), chilco (Baccharis latifolia), ciro (Baccharis macrantha), corono (Xylosma spiculifera), cucharos (Myrsine coriacea, Myrsine cf. pellucida), espino garbanzo (Duranta mutisii), hayuelo (Dodonaea viscosa), juco o garrocho (Viburnum tinoides), gurrubo (Lycianthes lycioides), laurel de cera de hoja pequeña (Morella parvifolia), laurel de cera de hoja grande (Morella pubescens), mano de oso (Oreopanax incisus) y tíbar (Escallonia discolor).

Diversidad local vs viveros

Ageratina apollinairei - Especie endémica propagada por esquejes
Para poner esta información en contexto, y para no ilusionarnos con las 20 especies nativas que podemos comprar, hay que decir que un terreno de entre 5 a 10 hectáreas de la región, que tenga una mezcla de áreas con predominio de vegetación herbácea (potreros, áreas de cultivo y/o humedales) y áreas más conservadas con vegetación leñosa desarrollada, nativa (matorrales, bosques), puede tener alrededor de 200 especies de plantas vasculares nativas creciendo en él. Si vamos a restaurar la vegetación nativa de un área muy degradada, ¿cómo podemos hacer una restauración adecuada plantando menos de 20 especies, compradas en un vivero? Y, además de ello, ¿cómo podemos hacer una restauración adecuada plantando sólo árboles y unas pocas especies de arbustos?

En muchas fincas de las montañas alrededor de la Sabana, la solución a esta escasez que ofrecen los viveros comerciales puede ser favorecer la regeneración natural siempre que sea posible. En las partes planas de la Sabana, sin embargo, esto ya no es una opción, debido a que siglos de sobreexplotación han acabado casi por completo con los antiguos ecosistemas del lugar. Muchas especies nativas, presentes en siglos pasados, ya han desaparecido. Otras existen en números tan pequeños, a menudo tan lejos del sitio que va a ser restaurado, que no es viable pensar que sus semillas van a terminar llegando por sí solas.

El vivero de restauración

Jarilla (Stevia lucida) - Especie propagada por esquejes
El escenario descrito arriba es el que se encuentra en la finca Organizmo, donde casi toda su área fue cultivada en forma intensiva en las décadas anteriores y la vegetación nativa quedó reducida a mínimos restos. Aun así, como mencionó en la entrega 2 de esta serie, durante los inventarios que se realizaron en el primer semestre de 2022, se encontró que, a pesar de todas las intervenciones pasadas, en la finca todavía se encuentran 90 especies nativas de la Sabana de Bogotá, que crecen silvestres aquí. 90 sobrevivientes, alrededor de las cuales se pueden ahora iniciar las labores de restauración ecológica.

Haciendo el inventario, también se hizo el listado de especies para reintroducir y alcanzar de nuevo una cifra de al menos 200 especies de plantas nativas creciendo en el terreno. Y ya que, como se mencionó arriba, los viveros comerciales no son una opción para conseguir toda esta flora, se ha recurrido entonces a establecer un vivero de restauración. Un vivero no comercial, de pequeña escala, donde se propagan, para el proyecto de restauración de la finca, entre 1000 a 2000 ejemplares de las más de 100 especies que se requieren.

Esta opción de usar viveros provisionales, de pequeña escala, para los proyectos de restauración ecológica, tiene muchas ventajas. Una de ellas es que cada proyecto de restauración tiene su propio vivero, surtido con esquejes, plántulas y semillas propios de la localidad donde se encuentra, representantes de líneas genéticas locales. La otra gran ventaja es que permite propagar, a una escala adecuada para una finca, decenas de especies que ningún vivero comercial produce, incluyendo formas de vida como las trepadoras, arbustos y hierbas nativas, que suelen ser casi completamente ignoradas en muchos proyectos de restauración.

Los resultados

Camargo (Verbesina sp.) - Reintroducido a Organizmo
En los primeros 8 meses de este año 2022, ya hemos cultivado en el vivero de la finca Organizmo 85 especies de plantas nativas de la Sabana de Bogotá. Y de estas, ya hemos plantado 52 especies en el terreno. Además, hemos conseguido otras 10 especies adicionales que hemos reintroducido directamente en el terreno, sin pasar por el vivero. Y hemos plantado en el terreno otras 6 especies más, compradas en viveros comerciales. Para un total de 68 especies nativas plantadas en el terreno este año. 

Con esta plantación, se ha logrado aumentar las poblaciones de especies que estaban muy reducidas, a veces con un único ejemplar sobreviviente en la finca. También se han logrado reintroducir especies que ya estaban extintas en la finca. Tenemos ya 126 especies nativas creciendo en el terreno. Y vamos para arriba. Otras 27 especies adicionales esperan en el vivero hasta que tengan la estatura adecuada para plantarlas en sus sitios definitivos. El plan es, entre lo que queda de este año y el próximo, conseguir al menos otras 50 especies más para reintroducir y alcanzar así la meta auto-impuesta de 200 especies de plantas nativas creciendo en Organizmo. ¡Una meta que se ve sorprendentemente cerca!

1 comentario:

  1. Gracias por el aporte Mateo, me parece curioso el vivero que se hizo para la restauración, me preguntaba qué es lo mínimo que debe tener un vivero a pequeña escala para poder ser viable.

    Un saludo Mateo y nuevamente gracias por todo el aprendizaje.

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