domingo, 3 de julio de 2022

Restaurando un bosque de la planicie sabanera – Parte 2 – El inventario inicial

Parche de matorral nativo en Organizmo 
A mediados del siglo XX, uno de los últimos fragmentos de bosque nativo de la planicie inundable de la Sabana de Bogotá fue estudiado en el municipio de Funza por los grandes naturalistas Jorge Hernández Camacho y Thomas van der Hammen; lográndose obtener algunos datos sobre su composición de especies… justo a tiempo, pues años después, este bosque ya había sido destruido.

Ahora, casi 60 años después de la publicación de estos primeros estudios sobre los ecosistemas sabaneros, estoy asesorando la restauración de un nuevo bosque nativo de la planicie en la finca Organizmo, en el municipio de Tenjo (Cundinamarca, Colombia). Un bosque que tendrá elementos de los ecosistemas de bosques nativos y humedales que hubo (y todavía hay), en fragmentos mínimos, por la región. También será un “nuevo” bosque, ya que las condiciones del clima, suelos y uso de la tierra han cambiado mucho a lo largo de los últimos siglos de intensa actividad humana.

Este bosque será una isla de biodiversidad, un hogar para poblaciones de plantas nativas, para insectos polinizadores, para ranas y reptiles endémicos, para aves comunes, para pequeños mamíferos (chuchas, comadrejas, curíes, etc.), sumergido en medio de una matriz de cultivos, potreros y áreas en rápida urbanización.

Aquí pueden enterarse, en una serie de 4 textos, sobre cómo se está adelantando este proceso.


El primer paso

Ciro y acacias... nativas creciendo entre las exóticas
Como primera tarea para un trabajo de restauración, hay que saber qué ecosistemas y especies están presentes en el lugar. No hay que pensar que una finca donde dominan los potreros y árboles exóticos es una “hoja en blanco”, donde nuestra tarea es llenarla de plantas compradas en vivero comercial. Más bien, hay que descubrir si quedan parches, así sea pequeños, de vegetación nativa. Si conocemos las plántulas del bosque, mejor aún, para que nos demos cuenta si algunas especies locales están presentes y germinando por sí solas en los terrenos.

Ese trabajo se realizó con detalle en la finca Organizmo en enero de 2022. Así se descubrió que en la finca, dominada ahora por potreros, jardines, árboles exóticos (acacias, eucaliptos, urapanes), grandes zarzales y algunas áreas plantadas en los últimos años con arbolitos nativos, persisten dos parches, muy reducidos, de vegetación de matorral nativo, uno en un lindero, el otro en un rincón del predio, hacia el río. Además de esto, se encontró que la finca alberga cerca de 300 especies de plantas vasculares, de las cuales 90 especies son nativas del municipio. Se encontró que la finca aún alberga unas pocas especies de flora endémica, como los amargosos (Ageratina appollinairei, Ageratina asclepiadea), ambos, lamentablemente, reducidos en la finca a apenas un individuo sobreviviente de cada especie. Ahora ambas son especies candidatas ideales para emprender labores para restaurar sus poblaciones.


Más cifras

Rana sabanera (Dendropsophus molitor)
En el inventario de enero se registraron en Organizmo 1 especie de caracol, 4 de libélulas y caballitos del diablo, 2 especies de saltamontes, 5 especies de abejas y abejorros y 12 especies de mariposas diurnas. Entre los vertebrados, se cuentan 1 especie de anfibio, la rana sabanera (Dendropsophus molitor). Y 2 especies de reptiles, la inofensiva serpiente tierrera (Atractus crasicaudatus) y el “camaleón” (Anolis heterodermus).

Se han registrado hasta el momento alrededor de 50 especies de aves en Organizmo. Aunque la mayoría son aves propias de terrenos abiertos, destaca la presencia de especies asociadas con vegetación espesa, de bosques y matorrales nativos, actualmente más restringidas a los cerros y raras en la planicie de la Sabana: la paloma collareja (Patagioenas fasciata), chamicero (Synallaxis subpudica), clarinero (Anisognathus igniventris) y arañero (Myiothlypis nigrocristata). La presencia de estas especies habla de la cercanía de los cerros llenos de monte nativo y de cómo en Organizmo se ha permitido la regeneración de extensos matorrales (incluyendo matorrales de moras o zarzas), que ahora ofrecen un hábitat adecuado para algunas de estas aves.

Los mamíferos silvestres presentes en la actualidad incluyen la chucha o fara (Didelphis pernigra), comadreja (Mustela frenata) y el curí silvestre (Cavia aperea).


Las especialidades

Caballito del diablo (Ischnura chingaza), especie endémica
Los resultados del inventario muestran que el terreno tiene aún una modesta, pero muy importante, muestra de los ecosistemas y especies nativas propias de la planicie de la Sabana de Bogotá. Esta muestra incluye restos de matorrales nativos, aves y mamíferos propios de vegetación densa y un número importante de especies endémicas, es decir, que sólo se encuentran en Colombia y en ningún otro país del mundo y que son, por tanto, prioritarias para conocer y conservar. Entre las especies endémicas registradas en Organizmo se cuentan: entre la flora, los amargosos (Ageratina apollinairei, Ageratina asclepiadea), mortiño (Hesperomeles goudotiana) y cansabrazos (Galianthe bogotensis); entre la fauna, el caballito del diablo (Ischnura chingaza), el saltamontes bogotano (Bogotacris), la polilla ojos de búho (Leucanella nyctimene), el cucarrón o escarabajo “mayo” (Paulosawaya ursina), la abeja cortahojas (Megachile amparo), la rana sabanera (Dendropsosphus molitor), la culebra tierrera (Atractus crassicaudatus) y el chamicero (Synallaxis subpudica).

Con esto ya sabemos qué especies hay y también podemos detectar cuáles faltan. Podemos decir, con buen fundamento, qué especies se pueden volver a plantar, qué especies claves podemos traer para seguir aumentando las poblaciones de flora y fauna y volver a crear, en medio de la planicie de la Sabana, un nuevo bosque lleno de biodiversidad local.


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