martes, 14 de enero de 2014

¿Cómo conseguir las plantas para la restauración ecológica?

Una restauración personal

Guayabo, con una variedad de plantas naciendo debajo
Al enfrentarnos al tema de recuperación de un bosque, de un páramo, de un humedal o de un matorral nativo, surge siempre un tema central: ¿cómo adquirir el material vegetal necesario para esta restauración? Desde el año pasado, he venido publicando en este blog la serie “Cómo restaurar los ecosistemas de Colombia”, cubriendo hasta ahora grandes áreas de la cordillera Oriental, los valles de los ríos Magdalena y Cauca, la Sierra Nevada de Santa Marta y el piedemonte llanero. En estos artículos aparecen reseñadas centenares de especies de plantas apropiadas para la restauración ecológica en estos lugares... ¿cómo conseguimos estas especies?

Si somos personas de ciudad, casi siempre empezaremos pensando en comprar las plantas en un vivero. 

Pero los viveros tienen varios inconvenientes:

1)    Sólo cultivan una ínfima fracción de las miles de especies de plantas nativas de Colombia. Si nos limitamos a esta pobre oferta, nuestro proyecto de restauración ecológica no va a contribuir gran cosa a recuperar la biodiversidad de un terreno, ni va a contribuir a recuperar las centenares de especies que son endémicas o están amenazadas.
2)    El material que cultivan suele ser poco valioso desde el punto de vista genético, procedente de pocos padres y a menudo procedente de zonas alejadas del sitio a restaurar. Al comprar este material, no estamos contribuyendo a la reproducción de la genética local.
3)    Comprar plantas en viveros suele ser uno de los métodos de restauración más costosos, lo que imposibilita su aplicación en muchas situaciones.

Mi consejo entonces: vamos a iniciar las restauraciones ecológicas restaurando primero nuestra mente e ideas, restaurando nuestra paciencia y capacidad de observación.

Lo primero: vamos a limpiar nuestra mente, sacando de nuestra cabeza la idea del vivero como suministrador principal de plantas. Los viveros tienen su utilidad, pero sólo para completar un pequeño porcentaje del trabajo de restauración, como veremos adelante.

 

¿Cómo restauramos entonces un terreno?

Pasto alto con "salvias" (Austroeupatorium) - Jardín, Antioquia
Este es un campo muy amplio y con muchas opciones. Para este artículo, vamos a tomar como ejemplo el caso más común en Colombia. Recordemos, se trata de desarrollar y practicar la capacidad de observación. Si nos preguntamos ¿por qué un terreno en cuestión está degradado?, en la mayor parte de las fincas veremos que la respuesta es porque el terreno está sujeto a una presión. Presión por el pastoreo y pisoteo del ganado, presión por la poda semanal o mensual de los prados, presión por los incendios provocados, presión por los machetes que “limpian” la vegetación, presión para extraer leña y madera, presión por la aplicación de herbicidas, presión agrícola para roturar los terrenos, etc. Muchos tipos de presión. Si no hubiera esta presión, el estado natural de un terreno no sería estar cubierto por vegetación baja y reducida; más bien, se desarrollaría el “monte”, es decir, la biodiversidad, los bosques y matorrales nativos llenos de vida, el objetivo mismo de la restauración ecológica.

Restaurar consiste en escoger primero qué sitios queremos recuperar. Luego, en detectar cuáles son los factores de presión que están impidiendo la regeneración de la vegetación en los sitios seleccionados. Y luego, liberar estos sitios de estos factores. Para casi toda Colombia, mi recomendación para restaurar un terreno abierto es: dejar crecer alto el pasto y NO volver a cortarlo nunca más. Nada de ganado ni guadaña en el sitio a restaurar. En fincas ganaderas, esto implica usualmente la instalación de cercas protectoras, que demarcan los sitios de restauración e impiden que el ganado entre a ellos. ¡La restauración de bosques nativos puede ser más una cuestión de plantar cercas que de plantar árboles!

Con la cerca instalada y con la decisión de no volver a cortar el pasto, la tensión sobre esa parte del terreno será liberada y las sorpresas empezarán a ocurrir.

 

La auto-recuperación

Plántula de arrayán (Myrcianthes leucoxyla)
En la mayor parte de Colombia, los terrenos tienen una sorprendente capacidad de recuperarse por sí mismos, apenas cesa la presión que se aplica sobre ellos. Al no cortar el pasto, dejamos de cortar también las centenares, miles, millones de plántulas de arbustos pioneros que nacen entre el pasto, que con algunos años pueden sobrepasarlo, cubrirlo, empezar a formar un primer matorral, un primer bosquecito. Sin haber comprado ni plantado un solo árbol, el terreno nos proporciona decenas de especies de regeneración espontánea. ¿Para qué hacer entonces gastos y esfuerzos, si los terrenos pueden trabajar por sí mismos? Produciendo gratis material genético local, insuperable para la conservación.

 

El papel de los viveros

Sietecueros (Tibouchina lepidota) - pionero para zonas de niebla
Es cierto, hay terrenos tan desprovistos de vegetación nativa desde hace tanto tiempo que ya no hay forma de que opere en ellos la regeneración natural. Este caso tan extremo sucede, afortunadamente, en relativamente pocos sitios de Colombia: sobre todo en las zonas más antigua e intensamente pobladas y cultivadas: por ejemplo en el altiplano cundiboyacense, en el valle del río Cauca, en los altiplanos de Antioquia. Si no hay vegetación de bosque o matorral nativo a menos de 100 m de distancia del sitio que se va a restaurar, no va a suceder una regeneración espontánea. En estos casos, hay que traer plantas de afuera.

Aquí sí nos va a servir un vivero. Mejor uno propio, hecho con semillas y plántulas sacadas del sitio más cercano al lugar a restaurar. Pero uno comercial también servirá, para introducir especies pioneras, las primeras plantas que ayudan a crear refugios, nichos y ambientes donde la biodiversidad del bosque puede establecerse.

Va, de todos modos, una advertencia. No hay que creer que plantar 20 o 30 especies de árboles nativos en un sitio despoblado ya nos da razón para hacernos sentir satisfechos. Un bosque de sólo 30 especies es un bosque empobrecido. Y, mientras los viveros casi sólo venden árboles, podemos ver cómo los bosques nativos originalmente tienen mucho más: en ellos destacan los bejucos, las epífitas (orquídeas, helechos, bromelias), los arbustos bajos y multitud de hierbas por doquier. Luego de más de 20 años observando la regeneración de la vegetación en diversas partes de Colombia, puedo concluir que casi cualquier predio pequeño a mediano (de entre 0,3 Ha hasta 50 Ha) con bosque bien conservado, alberga entre 100 y 400 especies de plantas vasculares nativas. Y mi objetivo de restauración se ha convertido en este, precisamente: lograr que todo terreno restaurado vuelva a albergar estas 100 a 400 especies de plantas nativas.

¿Cómo puedo entonces conformarme con sólo 30 especies de vivero? Con un número tan pequeño ¿cómo estamos contribuyendo a conservar los centenares de especies endémicas y amenazadas que necesitan nuestra ayuda en Colombia? ¿Cómo estamos contribuyendo a conservar la genética local?

 

El vivero propio

Vivero para restauración ecológica - Subachoque
Entonces, concluimos con el resumen de lo expuesto y con el método que mejor me ha funcionado. Para restaurar un terreno y recuperar su biodiversidad, los pasos a seguir son:

1)    Decidir cuáles van a ser las zonas de restauración.
2)    Liberar de presiones las zonas que se seleccionen como de restauración; usualmente esto implica la instalación de cercas, si hay ganado en la finca. El pasto de las zonas de restauración tiene que crecer alto y NO debe ser cortado nunca.
3)    Traer algunas especies de arbolitos pioneros de un vivero y plantarlos en las zonas de restauración; estas especies suelen ser comunes, no amenazadas y con menor riesgo de empobrecimiento genético.

4) La propuesta final, para los que no se conformen sólo con los tres pasos anteriores y quieran hacer un trabajo completo. Se trata de preparar un vivero propio. Un vivero sorprendentemente pequeño (de unas 500 bolsas) basta para asegurar un suministro de especies locales que no se van a poder comprar en ninguna parte. Este vivero tiene la ventaja de que puede ser perfectamente mantenido por una sola persona trabajando en él 4 horas al mes. Si no se siente uno con la “mano verde”, con la facilidad para cultivar plantas, quizás se pueda pedir a algún amigo o contratar con algún vivero o campesino la preparación y mantenimiento de este vivero personal.

En este vivero se cultivarán semillas y plántulas extraídas de sitios lo más cercanos que sea posible al terreno a restaurar. Listas de especies recomendadas pueden ser encontradas en mis artículos; quizás se necesite asistencia botánica, un estudio a fondo de estos listados, la consulta de libros con imágenes o, mejor, la consulta a un campesino del lugar para aprender los nombres y la apariencia de las plantas que deben buscarse.

Zarcillejo (Fuchsia petiolaris) - liana propia del bosque andino
Todo el proceso es de prueba y error. Hay que hacerlo sin temores, la reproducción de especies nativas es un campo poco ensayado, las respuestas no se encuentran en libros y en expertos, sino en la experiencia propia. Hay plantas que se pueden trasplantar, otras se marchitarán al primer intento. Hay unas que se reproducen por semillas, otras funcionarán por esquejes. Hay plantas que prosperan en la sombra, otras a pleno sol, otras en ambientes intermedios, con algo de sol y penumbra. Hay plantas que se pueden plantar en quebradas y hondonadas en los terrenos, pero no resistirán ser plantadas en una ladera alta y expuesta, con suelo superficial; otras serán lo contrario. ¡Hay que observar y ensayar!

En un vivero propio hay que tratar de tener varios ejemplares de cada especie. Digo yo, al menos tres de cada una (y ojalá más). Muchas plantas tienen los sexos macho y hembra separados y es conveniente plantar en el terreno, cerca unos de otros, varios ejemplares de la misma especie para garantizar su polinización y reproducción.

No es necesario tener grandes cantidades de cada especie (¡aquí está uno de los mayores secretos de los pequeños viveros!) 5 o 10 ejemplares bien plantados de una especie pionera pueden reproducirse velozmente y en pocos años llegar a ser centenares de individuos (así me ha pasado con orquídeas, zarcillejos o fucsias nativas, salvias, lupinos, tunos y robles). Es decir, NO necesitamos plantar todo el terreno con miles de ejemplares de cada especie. Basta con realizar introducciones inteligentes y sensibles, de pocos individuos de cada especie. Esto, llevado con cuidado por uno o dos años, permite lograr en forma muy sencilla repoblaciones con centenares de especies.

Si seguimos los pasos del 1 al 4, en orden y según nuestras posibilidades, lograremos las restauraciones más completas y económicas que se pueden lograr.

lunes, 13 de enero de 2014

Una guía para restaurar los ecosistemas de Colombia – Las zonas medias de la Sierra Nevada de Santa Marta

Sierra Nevada, Ciudad Perdida - R. Chay - 2006
Aquí se presenta una recopilación sobre la biodiversidad nativa de la Sierra Nevada de Santa Marta y sobre las especies de plantas más importantes para tener en cuenta en proyectos de restauración ecológica. La Sierra Nevada de Santa Marta es uno de los sitios más notables que hay en Colombia. Este macizo montañoso no sólo alberga los picos más altos del país, que se elevan hasta 5770 metros sobre el nivel del mar, sino que es también uno de los centros de endemismo más llamativos: decenas de especies de plantas y animales habitan sólo aquí y en ningún otro lado del mundo. Al mismo tiempo, y al igual que otras regiones del país, la Sierra Nevada ha venido sufriendo un progresivo deterioro ambiental. Bosques y páramos han sido gradualmente destruidos para transformarlos en zonas de cultivo y de pastoreo de animales; y el calentamiento global va causando el derretimiento de los glaciares y el desplazamiento de las zonas de vegetación.

Teniendo en cuenta que estas montañas han estado pobladas por seres humanos desde hace milenios, las alternativas de conservación más viables parecen ser aquellas que favorezcan la convivencia entre la gente y sus zonas de cultivo y pastoreo y las zonas con vegetación nativa de bosques y páramos. Un buen inicio para planear acciones de conservación es preguntarse: ¿Cómo eran los antiguos bosques que había en esta región? ¿Qué especies de plantas y animales vivían aquí? ¿Cuáles siguen existiendo todavía? ¿Cuáles son las especies endémicas (exclusivas) de la región? ¿Cuáles especies están más amenazadas de extinción? Si se va a favorecer la creación o ampliación de corredores de bosque en los linderos de las fincas, a orillas de los caminos y a lo largo de ríos y quebradas ¿cuáles son las especies de flora más adecuadas que se deberían plantar? La información que sigue responde precisamente a estas preguntas.

 

Las zonas medias de la Sierra Nevada de Santa Marta

Palicourea angustifolia
Aquí nos referimos a la franja altitudinal comprendida entre los 1500 y 2500 metros sobre el nivel del mar, con una transición hacia las zonas bajas que desciende hasta los 1000 m.s.n.m. Estas vertientes intermedias de la Sierra tienen un clima que va de húmedo a muy húmedo y originalmente estaban cubiertas por espesos bosques subandinos. En la actualidad, los bosques se encuentran fragmentados, con amplios espacios convertidos en potreros, cafetales y otros cultivos. Los bosques de esta franja son similares a las selvas de zonas bajas, con árboles altos y rectos, los más grandes de 25 m o más de altura. Varias especies leñosas tienen raíces en forma de zancos, que quizás ayudan a sostenerlas en los inestables suelos de ladera. Las palmas, representadas por varias especies, son abundantes.

 

Biodiversidad

La biodiversidad de la zona media de la Sierra Nevada de Santa Marta es moderada en comparación con la de franjas de elevación similares en otras regiones del país; sigue siendo, de todas formas, rica y singular. Se puede estimar la presencia de unas 70 especies de mamíferos nativos, 330 especies de aves, 30 especies de reptiles, cerca de 20 especies de anfibios, 2 especies de peces y unas 1000 especies de plantas vasculares. A modo de comparación, Noruega, que cubre un área 84 veces mayor que las zonas medias de la Sierra Nevada, tiene registros de unas 90 especies de mamíferos, 470 especies de aves, 5 especies de reptiles, 5 especies de anfibios y 1300 especies de plantas vasculares nativas.

 

Endemismo

Abanico colombiano (Myioborus flavivertex) - D. Beadle - 2010
Muchas especies de plantas y animales viven sólo en las vertientes medias de la Sierra Nevada de  Santa Marta y no se encuentran en ningún otro lado del mundo. Éstas son las especies prioritarias para la conservación. Si la gente de la región no las cuida ¿quién más en el mundo podrá hacerlo? Las especies endémicas exclusivas o casi exclusivas de esta franja incluyen las siguientes: entre los mamíferos, los ratones silvestres (Santamartamys rufodorsalis, Thomasoms monochromos); entre las aves, el periquito de Santa Marta (Pyrrhura viridicata), autillo de Santa Marta (Megascops sp. nov.), varios colibríes (Ramphomicron dorsale, Coeligena phalerata, Chaetocercus astreans, Campylopterus phainopeplus), chamicero serrano (Synallaxis fuscorufa), chamicero coronado (Cranioleuca hellmayri), hojarasquero de Santa Marta (Automolus rufipectus), tororoi de Santa Marta (Grallaria bangsi), tapaculos (Scytalopus sanctaemartae, S. latebricola), atrapamoscas de Santa Marta (Myiotheretes pernix), tangara serrana (Anisognathus melanogenys), gorriones monteses (Arremon basilicus, Atlapetes melanocephalus), abanico colombiano (Myioborus flavivertex) y arañeros (Basileuterus basilicus, B. conspicillatus); entre los reptiles, la serpiente tierrera (Atractus sanctaemartae), la serpiente bejuca (Leptophis santamartensis) y varias lagartijas (Anolis menta, A. santamartae, A. solitarius, Anadia pulchella, Ptychoglossus romaleos, Proctoporus specularis, Pseudogonatodes furvus); entre los anfibios, los sapitos arlequín (Atelopus laetissimus, A. nahumae, A. walkeri), la rana de cristal (Ikakogi tayrona), la rana marsupial (Cryptobatrachus boulengeri), las ranas de lluvia (Pristimantis carmelitae, P. cristinae, P. delicatus, P. insignitus, P. megalops, P. ruthveni, P. sanctaemartae, P. tayrona), la rana de tierra (Geobatrachus walkeri) y la salamandra (Bolitoglossa savagei). Dos peces endémicos de Colombia (los capitanes Trichomycterus latistriatus y T. nigromaculatus), son compartidos por la Sierra Nevada de Santa Marta y la cordillera Oriental.

La flora endémica incluye numerosas especies que sólo se encuentran en este macizo montañoso y que no se conocen de ninguna otra cordillera. Entre estas especies se cuentan varias acantáceas (Aphelandra mildbraediana, Habracanthus kirkbridei, H. malacus, Justicia kirkbridei), moquillo (Saurauia arnoldii), Dendropanax amplifolius, mano de león (Jungia calyculata), Pentacalia genuflexa, quiches (Mezobromelia hospitalis, M. magdalenae, Tillandsia brevior), Licania cuspidata, Erythrina santamartensis, mazorcas de agua (Gunnera sanctae-marthae, G. tayrona), platanillo (Heliconia sanctae-martae), salvias silvestres (Salvia carbonoi, S. libanensis), tusílago (Satureja andrei), tuno (Miconia smithii), angelitos (Monochaetum laxifolium, M. magdalenense, M. rotundifolium), varias otras melastomatáceas (Blakea schultzei, Graffenrieda santamartensis, Huilaea kirkbridei, Kirkbridea pentamera, K. tetramera), orquídea (Restrepia seketii), Cybianthus colombianus, cafeto de monte (Palicourea abbreviata), “manzano” (Pouteria arguacoensium) y cubio silvestre (Tropaeolum pellucidum).

Además de las endémicas estrictas, la Sierra Nevada de Santa Marta alberga una serie de especies adicionales de distribución relativamente restringida, compartidas con la serranía del Perijá, norte de la cordillera Oriental y los Andes de Venezuela. Entre estas especies se cuentan aves como la pava canosa (Penelope argyrotis), perdiz carinegra (Odontophorus atrifrons), tucancito verde (Aulacorhynchus sulcatus), tiranuelo de anteojos (Zimmerius improbus) y zarcerito encapuchado (Thlypopsis fulviceps); reptiles como el lagarto Stenocercus erythrogaster; y plantas como la palma de cera de la Sierra Nevada (Ceroxylon ceriferum), el bejuco Pentacalia scortifolia, la salvia azul (Salvia sphacelioides), el platanillo Heliconia mincana y la orquídea Odontoglossum nevadense.

Especies endémicas de Colombia, compartidas por la Sierra Nevada de Santa Marta y la serranía de Perijá, incluyen el mastranto serrano (Hyptis diffusa), salvia roja (Salvia camarifolia) y los angelitos (Monochaetum cinereum, M. uberrimum).

 

¿Cuáles son las especies más amenazadas?

Pino colombiano (Podocarpus oleifolius, VU)
En el área hay por lo menos 11 especies de mamíferos que han sido catalogados como amenazados; estos son el mico de noche (Aotus griseimembra, VU), maicero cariblanco (Cebus albifrons, NT), nutria (Lontra longicaudis, VU), jaguar o “tigre” (Panthera onca centralis, VU), puma o “león” (Puma concolor, NT), tigrillos (Leopardus pardalis, NT, L. tigrinus, VU), danta (Tapirus terrestris columbianus, CR), “manao” o pecarí de labios blancos (Tayassu pecari, VU) y los ratones endémicos (Santamartamys rufodorsalis, CR, Thomasomys monochromos, EN). Entre las aves amenazadas están la pava negra (Aburria aburri, NT), perdiz carinegra (Odontophorus atrifrons, VU), cóndor de los Andes (Vultur gryphus, EN), águila solitaria (Harpyhaliaetus solitarius, EN), águila crestada (Spizaetus isidori, EN), guacamaya verde (Ara militaris, VU), periquito de Santa Marta (Pyrrhura viridicata, EN), autillo de Santa Marta (Megascops sp. nov., CR), colibrí cabecicastaño (Anthocephala floriceps, VU), picoespina dorsinegro (Ramphomicron dorsale, EN), ala de sable de Santa Marta (Campylopterus phainopeplus, EN), chamicero serrano (Synallaxis fuscorufa, VU), hojarasquero de Santa Marta (Automolus rufipectus, NT), tororoi de Santa Marta (Grallaria bangsi, VU), atrapamoscas de Santa Marta (Myiotheretes pernix, EN), arañero embridado (Basileuterus conspicillatus, EN) y arañero de Santa Marta (Basileuterus basilicus, VU). Entre los anfibios amenazados se cuentan los sapitos arlequín (Atelopus laetissimus, CR, A. nahumae, CR, A. walkeri, CR), la rana de cristal (Ikakogi tayrona, VU), la rana marsupial (Cryptobatrachus boulengeri, EN), las ranas de lluvia (Pristimantis insignitus, EN, P. megalops, NT, P. ruthveni, EN, P. sanctaemartae, NT, P. tayrona, NT) y la rana de tierra (Geobatrachus walkeri, EN).

Entre las plantas catalogadas como amenazadas se cuentan el pino colombiano (Podocarpus oleifolius, VU), pinos hayuelos (Prumnopits harmsiana, VU, P. montana, VU), pino romerón (Retrophyllum rospigliosii, NT), quiches (Guzmania pallida, EN, Mezobromelia hospitalis, EN, M. magdalenae, EN, Tillandsia brevior, CR), Licania cuspidata, CR, Stephanopodium aptotum, EN, mastrantos (Hyptis diffusa, EN, H. purdiei, EN), salvias silvestres (Salvia camarifolia, EN, S. carbonoi, VU, S. funckii, EN, S. libanensis, EN, S. sphacelioides, VU), tusílago (Satureja andrei, VU), cedro (Cedrela odorata, EN) y orquídeas (Odontoglossum naevium, VU, O. nevadense, EN, Restrepia seketii, VU). Aunque la mayor parte todavía no han sido evaluadas formalmente, es muy probable que casi todas las especies endémicas de flora mencionadas en la sección anterior estén amenazadas de extinción.

Es muy importante conocer y proteger estas especies. Conservarlas significa usualmente conservar su hábitat; si esto se logra hacer exitosamente, se pueden llegar a salvar centenares de otras especies de plantas y de animales que comparten su hogar con las especies amenazadas.

 

¿Cuál era la flora de los antiguos bosques?

Tronco de cuchillo (Zinowiewia australis)
Aquí damos una muestra de las especies cuya presencia y abundancia indican bosques de edad avanzada. Entre sus árboles se encuentran varias de las mejores maderas de la región y muchas especies amenazadas. Para propagar estas especies hay que plantarlas en lugares donde se den dos condiciones: que haya sombra de otras plantas y que el suelo esté cubierto de hojarasca (no de pasto).

ÁRBOLES: Pino colombiano (Podocarpus oleifolius), pinos hayuelos (Prumnopitys harmsiana, P. montana), pino romerón (Retrophyllum rospigliosii), Paragynoxys undatifolia, cuchillo (Zinowiewia australis), gaque (Clusia multiflora), Tovomita weddelliana, Licania cuspidata, Stephanopodium aptotum, cadillón (Sloanea brevispina), gallinazo (Calatola costaricensis), Gustavia speciosa, lechero plomo (Pseudolmedia rigida), salvio lechoso (Morus insignis), chuguacá (Hieronyma moritziana), yolombó (Panopsis suaveolens), Prunus sp., calabacillo (Meliosma arenosa), cariseco (Billia rosea), “manzano” (Pouteria arguacoensium), caimo silvestre (Pouteria baehniana), cogote (Gordonia fruticosa). PALMOIDES: Palma de cera de la Sierra Nevada (Ceroxylon ceriferum), tagua, bombona (Dictyocaryum lamarckianum), palmas (Chamaedorea linearis, Ch. pinnatifrons, Geonoma orbignyana, G. undata, Prestoea acuminata). TREPADORAS: Monstera, Blakea schultzei, zarzaparrilla (Smilax). ARBUSTOS: Aphelandra mildbraediana, Habracanthus kirkbridei, H. malacus, Cybianthus colombianus, cafetos de monte (Palicourea abbreviata, P. angustifolia, Psychotria spp.) HIERBAS: Helechos (Blechnum, Elaphoglossum, Lophosoria quadripinnata, Serpocaulon fraxinifolium), anturios (Anthurium nymphaeifolium, A. spp.), mano de león (Jungia calyculata), Columnea sanguinea, Stromanthe jacquinii. EPÍFITAS: Helechos (Asplenium, Campyloneurum, Elaphoglossum, Nephrolepis, Niphidium, Serpocaulon, etc.), Anthurium crassinervium, A. scandens, quiches (Guzmania pallida, Mezobromelia hospitalis, M. magdalenae, Racinaea crispa, R. penlandii, Tillandsia brevior, T. complanata, T. fendleri, Vriesea tequendamae), orquídeas (Odontoglossum naevium, O. nevadense, Pleurothallis, Restrepia seketii), Peperomia spp.

 

¿Cuáles especies plantar?

Heliconia latispatha
Las especies de flora de bosque maduro mencionadas en el párrafo anterior suelen ser inadecuadas para la restauración de un terreno completamente abierto, pues, cuando son juveniles, no están equipadas para resistir una plena exposición al sol, al viento y a la lluvia. En cambio, hay una serie de especies de plantas pioneras muy bien adaptadas a la plena exposición y que crecen rápidamente. Éstas son las especies ideales para iniciar la restauración de un bosque variado y lleno de biodiversidad. Cuando ya son grandes (a los 10 o 20 años), se van estableciendo bajo su sombra especies más lentas, propias de una vegetación más madura. Entre las principales pioneras de la región se cuentan:

ÁRBOLES: Cedrillo (Brunellia comocladifolia), encenillo (Weinmannia pinnata), tíbar (Escallonia paniculata), carcomo (Alchornea triplinervia), guamos (Inga spp.), balso blanco (Heliocarpus americanus), Graffenrieda santamartensis, tuno (Miconia smithii), cucharo (Myrsine coriacea), fruta de pava (Guettarda crispiflora), yarumo (Cecropia angustifolia). PALMOIDES: Palmas bobas (Cyathea spp.). TREPADORAS: Pecosa (Bomarea edulis), Baccharis trinervis, Pentacalia genuflexa, P. scortifolia, curuba silvestre (Passiflora semiciliosa). ARBUSTOS: mastranto serrano (Hyptis diffusa), salvias silvestres (Salvia camarifolia, S. carbonoi, S. funckii, S. libanensis, S. sphacelioides), tunos (Miconia theaezans, M. spp.), angelitos (Monochaetum cinereum, M. laxifolium, M. magdalenense, M. rotundifolium, M. tetrandrum, M. uberrimum), cordoncillos (Piper spp.), chusque (Chusquea purdieana) , borrachero (Brugmansia candida). HIERBAS: mazorca de agua (Gunnera sanctae-marthae, G. tayrona), platanillos (Heliconia burleana, H. latispatha, H. mincana, H. sanctae-martae), mastranto azul (Hyptis purdiei).

Entre los árboles, también resultan adecuados para plantar los moquillos (Saurauia arnoldii, S. scabra, S. yasicae), bergaño (Mauria heterophylla), Dendropanax amplifolius, granizo (Hedyosmum racemosum), Erythrina santamartensis, amarillo (Nectandra purpurea) y matapalos e higuerones (Ficus spp.)

Para cubrir barrancos resultan especialmente adecuadas las siguientes especies: palmas bobas (Cyathea spp.), helecho (Lophosoria quadripinnata), chilco (Baccharis trinervis), angelitos (Monochaetum cinereum, M. laxifolium, M. magdalenense, M. rotundifolium, M. tetrandrum, M. uberrimum) y chusque (Chusquea purdieana).

En cimas y laderas altas de montaña, donde el suelo es superficial y hay una gran exposición al viento, son particularmente apropiados el encenillo (Weinmannia pinnata), gaque (Clusia multiflora), aguacatillo (Persea caerulea), cucharo (Myrsine coriacea), angelitos (Monochaetum spp.), tunos (Miconia spp.) y quina (Ladenbergia moritziana).

sábado, 11 de enero de 2014

Una guía para restaurar los ecosistemas de Colombia – Las zonas altas de la Sierra Nevada de Santa Marta

Sierra Nevada de Santa Marta, vista desde Palomino (Guajira)
Aquí se presenta una recopilación sobre la biodiversidad nativa de la Sierra Nevada de Santa Marta y sobre las especies de plantas más importantes para tener en cuenta en proyectos de restauración ecológica. La Sierra Nevada de Santa Marta es uno de los sitios más notables que hay en Colombia. Este macizo montañoso no sólo alberga los picos más altos del país, que se elevan hasta 5770 metros sobre el nivel del mar, sino que es también uno de los centros de endemismo más llamativos: decenas de especies de plantas y animales habitan sólo aquí y en ningún otro lado del mundo. Al mismo tiempo, y al igual que otras regiones del país, la Sierra Nevada ha venido sufriendo un progresivo deterioro ambiental. Bosques y páramos han sido gradualmente destruidos para transformarlos en zonas de cultivo y de pastoreo de animales; y el calentamiento global va causando el derretimiento de los glaciares y el desplazamiento de las zonas de vegetación.

Teniendo en cuenta que estas montañas han estado pobladas por seres humanos desde hace milenios, las alternativas de conservación más viables parecen ser aquellas que favorezcan la convivencia entre la gente y sus zonas de cultivo y pastoreo y las zonas con vegetación nativa de bosques y páramos. Un buen inicio para planear acciones de conservación es preguntarse: ¿Cómo eran los antiguos bosques que había en esta región? ¿Qué especies de plantas y animales vivían aquí? ¿Cuáles siguen existiendo todavía? ¿Cuáles son las especies endémicas (exclusivas) de la región? ¿Cuáles especies están más amenazadas de extinción? Si se va a favorecer la creación o ampliación de corredores de bosque en los linderos de las fincas, a orillas de los caminos y a lo largo de ríos y quebradas ¿cuáles son las especies de flora más adecuadas que se deberían plantar? La información que sigue responde precisamente a estas preguntas.

 

Las zonas altas de la Sierra Nevada de Santa Marta

La franja de elevación de la que aquí nos ocupamos se encuentra comprendida entre 2500 y 3200 metros sobre el nivel del mar. Esta es una región de bosques de apariencia y composición muy similares a los de las cordilleras andinas, a tal punto que en la literatura también son llamados “selvas andinas”. Estos bosques se caracterizan por su porte relativamente bajo (en muchos sitios de menos de 15 m de altura), por las hojas pequeñas y follaje compacto de los árboles dominantes, por el sotobosque impenetrable formado por una maraña de ramas y chusques, y por la gran abundancia de plantas epífitas (helechos, quiches, orquídeas, musgos) que crecen sobre los troncos y ramas de los árboles. Al igual que los páramos, los bosques de alta montaña son por excelencia los protectores de cuencas hidrográficas y los grandes almacenadores de agua de lluvia, asegurando la calidad y suministro del líquido que escurre por todos los ríos de la Sierra, para beneficio de centenares de miles de personas que viven en ella y en las planicies que la rodean.

 

Biodiversidad

Gaque (Clusia multiflora)
La biodiversidad de las zonas altas de la Sierra Nevada de Santa Marta es moderada en comparación con la de otras áreas del país; sigue siendo, de todos modos, variada y singular, teniendo en cuenta la reducida extensión de esta región. Se puede estimar la presencia de unas 35 especies de mamíferos nativos, 170 especies de aves, 10 especies de reptiles, 12 especies de anfibios y unas 800 especies de plantas vasculares (plantas con semilla y helechos). A modo de comparación, las Islas Galápagos, que cubren un área 13 veces mayor que las zonas altas de la Sierra Nevada de Santa Marta, tienen registros de 6 especies de mamíferos terrestres nativos, 170 especies de aves, 24 especies de reptiles y aproximadamente 600 especies de plantas vasculares nativas; en las Galápagos no hay ninguna especie nativa de anfibio.

 

Endemismo

Abanico colombiano (Myioborus flavivertex) - D. Beadle - 2010
Muchos animales y plantas viven sólo en las zonas altas de la Sierra Nevada de Santa Marta y no se encuentran en ningún otro lado del mundo. Éstas son las especies prioritarias para la conservación. Si la gente de la región no las cuida ¿quién más en el mundo podrá hacerlo? Las especies endémicas exclusivas o casi exclusivas de esta zona incluyen las siguientes: entre los mamíferos, el ratón silvestre (Thomasomys monochromos); entre las aves, el periquito de Santa Marta (Pyrrhura viridicata), varios colibríes (Ramphomicron dorsale, Coeligena phalerata, Chaetocercus astreans, Campylopterus phainopeplus), el chamicero serrano (Synallaxis fuscorufa), chamicero coronado (Cranioleuca hellmayri), tapaculo ratón (Scytalopus latebricola), atrapamoscas de Santa Marta (Myiotheretes pernix), tangara serrana (Anisognathus melanogenys), gorriones monteses (Arremon basilicus, Atlapetes melanocephalus), abanico colombiano (Myioborus flavivertex) y arañero de Santa Marta (Basileuterus basilicus); entre los reptiles endémicos está la serpiente tierrera (Atractus sanctaemartae); los anfibios endémicos son los sapitos arlequines (Atelopus arsyecue, A. carrikeri, A. laetissimus, A. nahumae, A. walkeri), la rana marsupial (Cryptobatrachus boulengeri), las ranas de lluvia (Pristimantis cristinae, P. delicatus, P. ruthveni, P. sanctaemartae, P. tayrona) y la rana de tierra (Geobatrachus walkeri).

La flora endémica incluye numerosas especies que sólo se encuentran en este macizo montañoso y que no se conocen de ninguna otra cordillera. Entre estas especies se cuentan el arbusto de sotobosque Habracanthus magdalenensis, pecosa (Bomarea colombiana), la asterácea Jaramilloa sanctae-martae, mano de león (Jungia calyculata), pauche (Montanoa josei), piñuela (Greigia sanctae-martae), quiches (Tillandsia caloura, Vriesea hospitalis), mazorca de agua (Gunnera tayrona), tusílago (Satureja andrei), tuno (Miconia insueta), angelito (Monochaetum rotundifolium), zarcillejo (Fuchsia magdalenae), curuba silvestre (Passiflora sierrae), cafetos de monte (Palicourea abbreviata, P. purdiei), calabacillo (Meliosma martana) y uné (Daphnopsis crispotomentosa).

Además de las endémicas estrictas, la Sierra Nevada de Santa Marta alberga una serie de especies adicionales de distribución relativamente restringida, compartidas con la serranía del Perijá, norte de la cordillera Oriental y los Andes de Venezuela. Entre estas especies se cuentan aves como la pava canosa (Penelope argyrotis) y plantas tan emblemáticas como la palma de cera de la Sierra Nevada (Ceroxylon ceriferum).

Especies endémicas de Colombia, conocidas sólo de la Sierra Nevada y de Perijá, incluyen el mano de oso (Oreopanax fontqueranus), camargo (Verbesina tatei), angelito (Monochaetum uberrimum) y curuba silvestre (Passiflora schlimiana).

 

¿Cuáles son las especies más amenazadas?

Spizaetus isidori - T. Friedel - www.birdphotos.com
En el área hay 5 especies de mamíferos que han sido catalogados como amenazados; estos son el mico de noche (Aotus griseimembra, VU), nutria (Lontra longicaudis, VU), puma (Puma concolor, NT), tigrillo (Leopardus tigrinus, VU) y el ratón endémico (Thomasomys monochromos, EN). Entre las aves amenazadas se cuentan el cóndor de los Andes (Vultur gryphus, EN), águila crestada (Spizaetus isidori, EN), periquito de Santa Marta (Pyrrhura viridicata, EN), colibrí picoespina (Ramphomicron dorsale, EN), colibrí ala de sable (Campylopterus phainopeplus, EN), chamicero serrano (Synallaxis fuscorufa, VU), pibí boreal (Contopus cooperi, VU), atrapamoscas de Santa Marta (Myiotheretes pernix, EN) y arañero de Santa Marta (Basileuterus basilicus, VU). Entre los anfibios amenazados están los sapitos arlequín (Atelopus arsyecue, CR, A. carrikeri, CR, A. laetissimus, CR, A. nahumae, CR, A. walkeri, CR), la rana marsupial (Cryptobatrachus boulengeri, EN), las ranas de lluvia (Pristimantis ruthveni, EN, P. sanctaemartae, NT, P. tayrona, NT) y la rana de tierra (Geobatrachus walkeri, EN).

Entre las plantas catalogadas como amenazadas se cuentan el pino colombiano (Podocarpus oleifolius, VU), pino hayuelo (Prumnopits montana, VU), piñuela (Greigia sanctae-martae, CR), quiches (Mezobromelia hospitalis, EN, Tllandsia caloura, VU), tusílago (Satureja andrei, VU) y curuba silvestre (Passiflora sierrae, VU). Aunque la mayor parte todavía no han sido evaluadas formalmente, es muy probable que casi todas las especies endémicas de flora mencionadas en el párrafo anterior estén amenazadas de extinción.

Es muy importante conocer y proteger estas especies. Conservarlas significa usualmente conservar su hábitat; si esto se logra hacer exitosamente, se pueden llegar a salvar centenares de otras especies de plantas y de animales que comparten su hogar con las especies amenazadas.

 

¿Cuál era la flora de los antiguos bosques?

Aguacatillo (Persea mutisii)
Aquí damos una muestra de las especies cuya presencia y abundancia indican bosques de edad avanzada. Entre sus árboles se encuentran varias de las mejores maderas de la región y muchas especies amenazadas. Para propagar estas especies hay que plantarlas en lugares donde se den dos condiciones: que haya sombra de otras plantas y que el suelo esté cubierto de hojarasca (no de pasto).

ÁRBOLES: Pino colombiano (Podocarpus oleifolius), pino hayuelo (Prumnopitys montana), mano de oso (Oreopanax fontqueranus), Paragynoxys undatifolia, granizo (Hedyosmum racemosum), gaque (Clusia multiflora), aguacatillo (Persea mutisii), susca (Ocotea calophylla), calabacillo (Meliosma martana), arrayán (Myrcianthes myrsinoides), cogote (Gordonia fruticosa), Ternstroemia camelliifolia, uné (Daphnopsis crispotomentosa). PALMOIDES: Palma de cera de la Sierra Nevada (Ceroxylon ceriferum), palmas (Chamaedorea linearis, Geonoma undata). ARBUSTOS: Habracanthus magdalenensis, Cybianthus iteoides, cafetos de monte (Palicourea abbreviata, P. angustifolia, P. demissa, P. purdiei). HIERBAS: Helechos (Arachniodes denticulata, Elaphoglossum, Lophosoria quadripinnata, Serpocaulon fraxinifolium), mano de león (Jungia calyculata), piñuela (Greigia sanctae-martae). EPÍFITAS: Helechos (Asplenium, Campynoleurum, Elaphoglossum, Niphidium, Pleopeltis macrocarpa, Serpocaulon levigatum), quiches (Mezobromelia hospitalis, Racinaea tetrantha, Tillandsia biflora, T. caloura, T. clavigera, T. complanata, T. denudata, T. fendleri, T. tovarensis, Vriesea tequendamae), orquídeas (Elleanthus, Epidendrum, Pachyphyllum, Stelis, Trichosalpinx), Peperomia hartwegiana.

 

¿Cuáles especies plantar?

Cucharo espadero (Myrsine coriacea)
Las especies de flora de bosque maduro mencionadas en el párrafo anterior suelen ser inadecuadas para la restauración de un terreno completamente abierto, pues, cuando son juveniles, no están equipadas para resistir una plena exposición al sol, al viento y a la lluvia. En cambio, hay una serie de especies de plantas pioneras muy bien adaptadas a la plena exposición y que crecen rápidamente. Éstas son las especies ideales para iniciar la restauración de un bosque variado y lleno de biodiversidad. Cuando ya son grandes (después de 20 años), se van estableciendo bajo su sombra especies más lentas, propias de una vegetación más madura. Entre las principales pioneras de la región se cuentan:

ÁRBOLES: Amarguero (Critoniopsis uniflosculosa), pauche (Montanoa josei), camargo (Verbesina tatei), cedrillo (Brunellia integrifolia), encenillo (Weinmannia pinnata), raque (Vallea stipularis), tíbar (Escallonia paniculata), laurel de cera (Morella pubescens), cedrillo (Phyllanthus salviifolius), cucharo (Myrsine coriacea), mortiño (Hesperomeles obtusifolia). PALMOIDES: Palmas bobas (Cyathea spp.). TREPADORAS: Pecosas (Bomarea colombiana, B. edulis), zumaque (Coriaria ruscifolia), zarcillejo (Fuchsia magdalenae), curubas (Passiflora semiciliosa, P. schlimiana, P. sierrae). ARBUSTOS: Garrocho (Viburnum tinoides), chilcos (Baccharis brachylaenoides, B. nitida, B. prunifolia), salvias silvestres (Salvia funckii, S. libanensis, S. sphacelioides), tusílago (Satureja andrei), angelitos (Monochaetum rotundifolium, M. uberrimum), tuno (Miconia insueta), trompeto (Bocconia frutescens), chusque (Chusquea purdieana), moras, zarzas (Rubus glaucus, R. megalococcus). HIERBAS: Mazorca de agua (Gunnera tayrona), mastranto azul (Hyptis purdiei).

Para cubrir barrancos resultan especialmente apropiados las palmas bobas (Cyathea spp.), chilcos (Baccharis brachylaenoides, B. nitida, B. prunifolia), encenillo (Weinmannia pinnata), uva camarona (Macleania rupestris), angelitos (Monochaetum rotundifolium, M. uberrimum), orquídeas (Elleanthus aurantiacus, Epidendrum secundum, Maxillaria gigantea) y chusque (Chusquea purdieana).

En cimas y laderas altas de montaña, donde el suelo es superficial y hay una gran exposición al viento, son particularmente apropiados el mulato (Ilex kunthiana), romero de páramo (Diplostephium rosmarinifolius), encenillo (Weinmannia pinnata), gaque (Clusia multiflora), pegamosco (Bejaria aestuans), uva camarona (Macleania rupestris), angelitos (Monochaetum rotundifolium, M. uberrimum), cucharo (Myrsine coriacea) y mortiños (Hesperomeles ferruginea, H. obtusifolia).