martes, 29 de mayo de 2012

Las lauráceas y el bosque maduro

Lauráceas en el bosque

Aguacatillo colorado (Persea ferruginea, derecha) en El Tablazo
Una de mis familias favoritas de plantas es la de las lauráceas, la más diversa entre los árboles de montaña. Esta es la familia a la que pertenecen plantas tan conocidas como el aguacate, el laurel, la canela y el alcanfor. Son árboles aromáticos con frutos grasosos, muy nutritivos para la fauna silvestre que los come y dispersa sus semillas. Las lauráceas son indicadoras de la madurez del bosque; la mayor parte de ellas no pueden nacer y desarrollarse bien entre el pasto, a pleno sol, sin la sombra de árboles que las cobijen. Sus semillas relativamente grandes están adaptadas para germinar entre los colchones de hojas y de musgo que cubren el piso del bosque. La presencia, abundancia y diversidad de lauráceas nos pueden contar muchas cosas sobre la madurez y el estado de conservación de los bosques.

Árboles desconocidos

Hoja de amarillo (Ocotea heterochroma)
Siendo la familia más diversa de árboles de montaña, resulta curioso observar cómo las lauráceas son menos conocidas que muchos otros árboles nativos. Los aficionados a los nativos reconocemos con facilidad especies como el roble, el yarumo blanco, el sangregado y el sietecueros, por mencionar sólo unas pocas especies. ¿Pero sabemos qué es un aguacatillo colorado? ¿Hemos encontrado alguna vez una susca? O simplemente ¿hemos visto alguna vez alguno de los árboles que son conocidos en Colombia como “amarillos”? Una de las razones por las cuales las lauráceas no son tan conocidas es que gran parte de ellas son propias de bosques maduros, poco perturbados. Y este tipo de bosques ya son raros; la mayor parte de los bosques que encontramos en cercanías de carreteras y centros de población son bosques secundarios, donde las lauráceas son pocas o están ausentes. Además, los viveros comerciales no han desarrollado todavía la práctica de propagar estos amenazados árboles, por lo que no es frecuente encontrar lauráceas en jardines o fincas donde se cultivan árboles comprados en vivero.

Las lauráceas de Cundinamarca

En el Catálogo Ilustrado de la Flora de Cundinamarca, publicado allá por 1970 por el Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional, sólo se registran 4 especies de lauráceas para las zonas de clima frío del departamento. Durante mucho tiempo, ingenuamente, pensé que estas 4 especies eran las únicas que la naturaleza había tenido a bien dejar crecer en las tierras altas de Cundinamarca. Sin embargo, al pasar el tiempo, cada nuevo hallazgo en el campo o en la literatura, me fue mostrando que esta lista era apenas preliminar, un primer paso en el conocimiento de las lauráceas de Cundinamarca. Ahora, mis registros de lauráceas silvestres para las zonas altas de Cundinamarca, desde 2000 metros sobre el nivel del mar hacia arriba, ya van en cerca de 20 especies.

Lauráceas en cada región

Hojas arrosetadas del aguacatillo (Persea mutisii)
En la planicie de la Sabana de Bogotá, relativamente seca y ahora prácticamente desprovista de bosques naturales, no se encuentran lauráceas silvestres. Sin embargo aquí observamos especies cultivadas como el aguacate (Persea americana) y el laurel (Laurus nobilis). Los cerros alrededor de Bogotá son más ricos en lauráceas, especialmente cuanto más húmedos son y cuantos más parches de bosque viejo conservan. En los cerros Orientales, se encuentran cuatro especies silvestres: el aguacatillo (Persea mutisii), la susca (Ocotea calophylla) y dos especies de amarillos (Aiouea dubia, Ocotea sericea).

Los bosques más elevados alrededor del altiplano, a unos 3000 metros de elevación y más alto, nos revelan nuevas especies. En Chingaza, Sumapaz y El Tablazo observamos viejos y retorcidos bosques del hermosísimo aguacatillo colorado (Persea ferruginea), con su sotobosque empapado, misterioso, lleno de musgos y orquídeas. Aquí arriba también podemos disfrutar de algunos pocos ejemplares de la Ocotea heterochroma, la laurácea con frutos más grandes en nuestra región (parecen grandes bellotas de hasta 5 cm de longitud); sólo las pavas, tucanes y otras grandes aves del bosque de montaña tienen el buche lo suficientemente grande como para consumir estos frutos y dispersar sus semillas.

Aún más especies aparecen bajando por las vertientes occidentales exteriores a la Sabana de Bogotá, húmedas y frecuentemente cubiertas por la niebla. Entre ellas podemos contar al amarillo Nectandra discolor, a primera vista similar al aguacatillo colorado, pero con follaje más desordenado. Un poco más abajo, a unos 2600 metros de elevación, aparece otro pariente de esta especie, el amarillo Nectandra lineatifolia. Y más abajo, acercándonos ya a tierras cafeteras, otro pariente más, el amarillo Nectandra lineata.

El amarillo rabo de gallo (Aniba robusta), también propio de los húmedos bosques nublados, es una de las especies más interesantes por el gran tamaño de sus hojas, más largas que las de casi todas las demás lauráceas de nuestra zona; y por ser pariente del comino (Aniba perutilis), uno de los árboles maderables más finos que ha tenido el país, de madera incorruptible, pero desgraciadamente ya muy raro debido a la sobreexplotación que se ha hecho de él.


Juvenil de amarillo rabo de gallo (Aniba robusta) en el bosque nublado de San Francisco

jueves, 24 de mayo de 2012

Fincas al occidente de la Sabana - Bosques de La Laja

La Laja, diversidad y conservación

Bosque de niebla de La Laja
En límites entre los municipios de Subachoque y San Francisco se encuentra la cordillera de La Laja, una franja de montaña con laderas abruptas, bien pobladas de bosque nublado, muy interesante por los animales y las plantas que alberga. Aquí, por encima de 2800 metros sobre el nivel del mar, los bosques son distintos a los que se encuentran más abajo en otras partes de San Francisco. Los encenillos (Weinmannia tomentosa) son abundantes; en cambio, los robles (Quercus humboldtii), que dominan en laderas más bajas, se encuentran completamente ausentes. Una de las fincas donde he realizado Inventarios de Biodiversidad en esta región es La Chorrera, donde en dos días registré 36 especies de aves y 329 especies de plantas. Al igual que varias otras fincas dedicadas a la ganadería de leche en la región, La Chorrera ha sido muy bien cuidada por sus dueños; el bosque es apreciado por ellos y tiene un hermoso sendero que lo atraviesa; las orillas del bosque están cercadas para evitar el pisoteo y ramoneo del ganado; y en los linderos de los potreros se están plantando corredores de árboles, que van a ayudar a delimitarlos, a protegerlos del viento y a servir como sitio de paso para las aves y otros animales del bosque.

 

Árboles amenazados

Plántula de pino hayuelo en el bosque de La Chorrera
Los bosques de La Laja y La Chorrera son el último hogar en la región de dos especies de árboles amenazados de extinción: el pino colombiano (Podocarpus oleifolius) y el pino hayuelo o negro (Prumnopitys montana). Estos árboles se cuentan entre las pocas coníferas nativas de Colombia; aunque se los denomina “pinos”, en realidad sólo están distantemente relacionados con los verdaderos pinos del hemisferio norte. En lugar de producir piñas como los verdaderos pinos, los frutos de los “pinos” nativos son carnosos y son consumidos por aves y otros animales silvestres. En Cundinamarca, ambas especies fueron casi exterminadas en el pasado para aprovechar su madera. Ahora tienen una oportunidad de regenerarse en los bosques de La Chorrera.

 

Aves de La Laja

Clavellino (Mutisia clematis)
Al igual que los árboles, varias aves también son exclusivas de la parte alta de La Laja y en el municipio de San Francisco no se encuentran a elevaciones menores. Entre estas especies podemos mencionar al colibrí con el pico más grande del mundo: el colibrí picoespada (Ensifera ensifera - ver imagen en este link). En los bosques de altura hay buena abundancia de flores rojas, fucsias o anaranjadas, muy largas y en forma de tubo, que son las favoritas de este colibrí; entre ellas podemos mencionar las curubas (Passiflora), el clavellino (Mutisia) y el zarcillejo parásito (Aetanthus). Todas estas flores son propias de climas muy fríos y desaparecen en la parte baja de San Francisco; por eso, el colibrí picoespada no baja mucho por las montañas. Otras aves propias de la parte alta de La Laja y que poco descienden por las laderas de San Francisco son el conirrostro (Conirostrum sitticolor), los semilleros (Catamenia analis y Catamenia homochroa) y un ave endémica del altiplano cundiboyacense, que penetra ligeramente en las vertientes occidentales, exteriores a la Sabana de Bogotá: el chamicero (Synallaxis subpudica).

Corredores de árboles recién plantados en La Chorrera - 2010


miércoles, 23 de mayo de 2012

Fincas al occidente de la Sabana - Páramos

Vista al páramo arriba de La Pradera, Subachoque

Los páramos de Subachoque

Uno de los ecosistemas más importantes de la región al occidente de la Sabana de Bogotá es el páramo, el cual se desarrolla en las elevadas cumbres por encima de 3000 metros sobre el nivel del mar. El macizo paramuno más importante es el páramo de El Tablazo, que se extiende por el norte y oeste del municipio de Subachoque, conectándose con el páramo de Guerrero en límites con Zipaquirá. Las aguas que nacen en este páramo caen en cascadas por los escarpes del Tablazo, dando nacimiento y alimentando a la corriente más importante del noroccidente de Cundinamarca: el río Negro.

Plantas

Árnica (Senecio formosus)
En el páramo se encuentran áreas de pajonales con frailejones, matorrales, pequeñas zonas pantanosas y relictos de bosques altoandinos viejos y bien conservados. Gran parte de la fauna y flora que habita en estos lugares no se encuentra en elevaciones menores y se puede afirmar que el páramo es el mayor refugio de flora endémica de la región. Por ejemplo, estos páramos son el hogar exclusivo de 5 especies de frailejones (Espeletia argentea, Espeletia barclayana, Espeletia cayetana, Espeletia grandiflora, Espeletiopsis corymbosa), todos ellos endémicos de la cordillera Oriental de Colombia y dos de ellos (Espeletia barclayana y Espeletia cayetana) exclusivos de las vertientes occidentales de Cundinamarca. En total, los páramos de la región albergan cerca de 400 especies de plantas vasculares (helechos y plantas con semillas).

Animales

La fauna del páramo también es especial. En las cumbres más altas de Subachoque es posible hallar rastros de cusumbos (Nasuella olivacea) y curíes (Cavia anolaimae), divisar una pareja de águilas de páramo (Geranoaetus melanoleucus) planeando en círculos en el aire, descubrir una oscura rana Eleutherodactylus oculta entre la roseta espinosa de un cardón y escuchar los cantos de muchas aves en los bosques y matorrales. En total, mis registros de aves en las zonas más altas de Subachoque ya incluyen casi 60 especies, incluyendo varias que no se encuentran más abajo, como el pato turrio (Oxyura jamaicensis), al atrapamoscas (Myiotheretes fumigatus), el cucarachero (Cistothorus platensis), el hemispingus (Hemispingus verticalis) y los azulejos (Buthraupis montana y Buthraupis eximia).

Águila de páramo (Geranoaetus melanoleucus) - Stauss, 2006

Fincas al occidente de la Sabana

Este proyecto reúne y lleva información sobre biodiversidad y conservación a un círculo de propietarios de fincas interesados en temas ambientales en cuatro municipios al occidente de la Sabana de Bogotá: Subachoque, El Rosal, San Francisco y La Vega. Cada mes, los miembros del círculo reciben un correo con un dato interesante sobre la fauna, flora, biodiversidad y conservación en esta privilegiada región.

Enciclopedia de la fauna y flora de Colombia

Proyecto realizado en conjunto con la Organización para la Educación y Protección Ambiental (OpEPA). Se busca dar una gran divulgación a la información sobre los animales y plantas de Colombia, publicando fichas ilustradas, con textos amenos, sobre mamíferos, aves, árboles y otros organismos en la página Web de la fundación (www.opepa.org). Actualmente ya hay más de 500 fichas publicadas y se busca, a largo plazo, llegar a las 3000, cubriendo la mayor parte de las especies comunes y emblemáticas del país.

Vivero experimental de flora nativa

Este pequeño vivero en Sopó está dedicado a experimentar con la propagación y el mantenimiento de especies nativas de clima frío, haciendo énfasis en todas las especies que no se cultivan en viveros comerciales. Mientras que los viveros comerciales se han enfocado sobre todo en árboles, aquí se experimenta también con la propagación de arbustos, hierbas y enredaderas, vitales para la recreación de ambientes nativos completos. Más adelante, los resultados y experiencias de este trabajo serán usados para la propagación en grande de estas especies, para proyectos de restauración ambiental y para la repoblación de ambientes urbanos con especies nativas.

Restauración de la biodiversidad en Sopó

Este proyecto busca la restauración ambiental de una finca en la parte plana de la Sabana de Bogotá. La explotación a la que ha sido sometida la Sabana durante siglos la ha dejado casi completamente desprovista de flora nativa y de ambientes silvestres donde la fauna pueda encontrar refugio. El proyecto busca una solución a esta situación, al tiempo que mantiene el uso tradicional de la tierra, que es la ganadería para la producción lechera. Entre los componentes del proyecto están el establecimiento de corredores mixtos de árboles, la restauración de un humedal y la plantación de jardines nativos.

Árboles en peligro de extinción

Árboles en peligro de extinción

Este proyecto busca la recuperación de las poblaciones de 40 especies de árboles propios de bosques maduros de montaña, en peligro de extinción a nivel global o a nivel local. Se trabaja en la región al occidente de la Sabana de Bogotá (municipios de Subachoque y San Francisco), inicialmente en dos fincas; se planea extender próximamente la actividad para abarcar 15 fincas de la región. El proyecto hace énfasis en la conservación de la diversidad genética local e incluye la búsqueda de semillas y plántulas de estas especies, la creación de pequeños viveros locales para su cuidado y crecimiento y la siembra de los ejemplares jóvenes en ambientes en regeneración dentro de zonas protegidas.

Asesorías para la conservación

Esta línea de trabajo aprovecha más de 20 años de experiencia en la restauración de bosques y otros ambientes silvestres. Se ofrece el servicio de asesorías para la restauración ambiental de fincas, jardines y reservas naturales. Entre los temas que se manejan están la protección y conexión de remanentes de vegetación natural, el trazado de corredores biológicos, la selección de las especies de flora nativa más adecuadas para plantar, la selección de especies de flora que atraigan aves, mariposas, abejas y otros animales silvestres.

Inventarios de biodiversidad

Esta línea de trabajo ofrece caracterizaciones rápidas, no formales, de la biodiversidad de fincas y reservas naturales. Está dirigida a propietarios que quieran saber, en forma rápida y económica, qué especies de aves, mariposas, plantas y otros organismos albergan sus terrenos. Los resultados se entregan en un listado de Excel, que incluye el nombre en español de cada especie (si existe), el nombre científico y, en el caso de la flora, su forma de crecimiento (árbol, arbusto, hierba, etc.) y si es nativa o no. Usualmente, los inventarios son acompañados por una serie de fotografías que ilustran las especies más comunes de flora y de pequeños animales.