martes, 20 de septiembre de 2022

La importancia de las reservas pequeñas - La reserva natural La Esperanza

Conocer la reserva

Bosque de la Reserva natural La Esperanza

Cada vez más propietarios de fincas deciden dedicar, en forma intencional, parte de sus terrenos para la conservación de la biodiversidad. Miles de estas pequeñas reservas naturales (a menudo con áreas que van desde 1 hectárea hasta 100 hectáreas) se encuentran ahora espolvoreadas a lo largo y ancho de Colombia, protegiendo cientos de miles de hectáreas de ecosistemas antiguos y ecosistemas en regeneración.

Una de las preguntas claves de una reserva natural es qué especies de organismos alberga. Qué especies endémicas y amenazadas hay en el lugar. Qué especies de fauna y flora se están ayudando a conservar.

Hace 10 años fui contratado por la recién establecida Reserva Natural La Esperanza, en Jardín, Antioquia, para empezar una caracterización. Y en los últimos 2 años he seguido realizando esta caracterización con más detalle, con varias visitas adicionales.

Gracias a estos trabajos detallados, hoy sabemos que en las 30 hectáreas de la Reserva Natural La Esperanza se encuentran importantes restos de bosques maduros, con sus valiosísimos árboles centenarios, con viejas lianas, con orquídeas, quiches y otras epífitas, con palmas de montaña, con troncos muertos tan apreciados por carpinteros, loros, tucanes y escarabajos de bosque. También se encuentran bosques más jóvenes y una gran cantidad de espacio (antiguos cultivos de café y banano) donde se está ahora restaurando uno de los bosques más biodiversos y amenazados de la zona, el que crece en la franja de clima cafetero, entre 1900 y 2000 m de elevación.


Las cifras de especies

Orquídea Sobralia en el bosque maduro

Gracias a estos trabajos detallados, hoy sabemos que en La Esperanza se encuentran alrededor de 600 especies de plantas vasculares (de las cuales más de 500 nativas). Sabemos que en la reserva se encuentran más de 100 especies de mariposas diurnas y varios cientos de especies de polillas nocturnas. Sabemos que en La Esperanza se encuentran al menos 4 especies de anfibios, 7 especies de reptiles, alrededor de 200 especies de aves y 18 especies de mamíferos de talla pequeña a mediana (sin contar ratones ni murciélagos).

Gran parte de estos registros (más de 5000 observaciones correspondientes a más de 1100 especies de organismos) han sido subidos a la plataforma Naturalista, donde quedan compartidos y fáciles de visualizar con sus respectivas fotografías: https://colombia.inaturalist.org/projects/biodiversidad-de-la-reserva-natural-la-esperanza


Descubrimientos y endemismos

Arrayán hoja de guamo (Myrcia antioquensis)

Uno de los descubrimientos claves del inventario detallado ha sido detectar qué especies endémicas, valiosas para la conservación, se encuentran en la reserva. Así, se han identificado 21 especies de plantas endémicas creciendo en el lugar. Incluyendo una de grandísima importancia, el arrayán hoja de guamo (Myrcia antioquensis), especie descrita por primera vez en el año 2013, con base en material recolectado en inmediaciones de la reserva. Esta especie, conocida hasta el presente sólo en 2 municipios de Antioquia, se encuentra representada en La Esperanza por menos de 10 ejemplares adultos. Afortunadamente, se deja sembrar fácil por semillas y su regeneración en el bosque es abundante, lo que da esperanzas para su propagación y conservación. Algo muy importante, pues en La Esperanza los frutos de este arrayán son parte de la dieta de dos especies de mamíferos amenazados: el mono nocturno (Aotus lemurinus, VU) y el olinguito (Bassaricyon neblina, NT).


Tamaño y conectividad

Olinguito (Bassaricyon neblina) en La Esperanza

Reservas de pequeño tamaño sólo pueden mantener poblaciones viables de la fauna mayor (aves de gran tamaño, mamíferos medianos a grandes) si logran mantenerse conectadas a bosques de hasta decenas de miles o cientos de miles de hectáreas. Por esta razón es que es tan importante lograr conservar ecosistemas de gran extensión.

Por otro lado, es muy grande la importancia de reservas de pequeño tamaño para conservar, por sí mismas o en asociación con otros bosques conectados, una serie de especies, como árboles de bosque maduro, orquídeas y palmas nativas, arbustos de sotobosque, insectos y otros invertebrados, anfibios, reptiles, aves comunes y mamíferos pequeños. A menudo, estas reservas de pequeño tamaño o “islas de biodiversidad” son las únicas opciones viables para la conservación de un gran porcentaje de la biodiversidad no incluida en áreas de conservación mayores, como los Parques Nacionales.


Conteos en La Esperanza

Orquídea Prosthechea mejia

De aquí viene la pregunta: ¿qué poblaciones de distintas especies pueden encontrar su hogar en una reserva pequeña? Con el fin de responder esta pregunta, al menos en forma aproximada, en La Esperanza se estimaron las poblaciones de las especies de flora presentes. Una forma práctica de estimar las poblaciones de distintas especies (que sería prácticamente imposible conocer en detalle) es realizar conteos aproximados en los distintos sitios de la reserva y, luego de hacer las sumas y estimados para toda el área, asignar las especies a las siguientes categorías: rara = especie representada por 0-9 ejemplares adultos; común = especie representada por 10-99 ejemplares adultos; abundante = especie representada por 100-999 (o más) ejemplares adultos.

Usando estos intervalos, se encontró que entre las especies nativas presentes en la reserva 70 son abundantes (incluye especies clonales, que se extienden mucho por rizomas, donde es difícil determinar el número de individuos), 120 especies son comunes y 286 especies son raras.

Entre las especies de bosque abundantes representadas en la reserva se cuentan algunos helechos, anturios, dos especies de quiches o bromeliáceas, tres especies de orquídeas, tres especies de cordoncillos (Piper) y un arbolito clave para la regeneración de los bosques jóvenes: el nigüito (Miconia theizans).

Entre las especies de bosque comunes registradas en la reserva se cuentan otros helechos, como el sarro o helecho arborescente (Cyathea), anturios, filodendros y otras aráceas, tres especies de palmas nativas, otras tres especies de bromeliáceas, doce especies de orquídeas, hierbas gigantes como el platanillo (Heliconia griggsiana); arbustos y arbolitos de sotobosque como especies de Besleria spp., Picramnia gracilis y aguadulces o cafetos de monte (Palicourea angustifolia, Palicourea longirostris); árboles de bosque maduro como el barcino (Calophyllum aff. brasiliense), granizo (Hedyosmum racemosum), chiriguaco (Clethra fagifolia) y laurel (Nectandra acutifolia); y árboles de rápido crecimiento tan importantes para la fauna como el drago (Croton mutisianus), carate (Visma baccifera), punta de lanza (Miconia caudata) y yarumo (Cecropia angustifolia).

Estos dos grupos (abundantes y comunes), especialmente el primero, son aquellos que pueden mantener poblaciones especialmente grandes e importantes para la conservación, incluso en reservas de pequeño tamaño.

Dentro del grupo de especies comunes destaca la presencia de endémicas como la arácea Philodendron elegans, el bejuco Dendrophorbium barkleyanum, la melastomatácea Miconia coronata y la orquídea Prosthechea mejia, resaltando la importancia que una reserva pequeña puede tener para conservar al menos algunas decenas de ejemplares de estas especies claves.


Las especies raras

Gallinazo morado (Magnolia yarumalensis)

Sigue llamando la atención cómo (como siempre es la norma en los ecosistemas naturales) un porcentaje pequeño de especies son las que abundan, mientras que la mayoría de especies son escasas. En La Esperanza el 60% de las especies de plantas presentes están representadas por menos de 10 individuos. Dentro de esta categoría de especies raras caen la mayoría de especies endémicas, la mayoría de orquídeas, la mayoría de árboles de bosque maduro.

En La Esperanza contar especies raras nos ha ayudado a detectar especies particularmente importantes, de las que quedan muy pocos ejemplares en pie (como el arrayán hoja de guamo mencionado arriba). Eso nos ha permitido incluir estas especies en la lista de prioritarias para propagar en el vivero de la reserva. ¡Y se han propagado! Con este criterio, y siempre con el juicioso trabajo de Andrés Uribe, se han logrado plantar nuevos ejemplares de especies como el guanábano de monte (Annona cherimolioides), Brunellia sp., chocho azul (Abarema lehmannii), laureles (Beilschmiedia pendula, Ocotea macrophylla, Ocotea valerioana), palo santo o ceiba de clima frío (Spirotheca rosea), cedro (Cedrela montana), higuerón (Ficus tonduzii) y arrayanes (Myrcia spp.) ¡Pronto crecerán aquí muchos más ejemplares de todas estas especies!

Teniendo en cuenta lo mencionado, ¿creen ustedes que las reservas pequeñas, guardadas las proporciones, pueden tener un papel en la conservación de la biodiversidad?

¿Creen ustedes que contar especies y detectar cuales son numerosas y cuales son raras puede tener una influencia en la conservación?


Arrayán hoja de guamo (Myrcia antioquensis) en el vivero de La Esperanza



Restaurando un bosque de la planicie sabanera - Parte 4 - Las asociaciones con la fauna

Arañero (Myiothlypis nigrocristata) - Ave asociada a densa vegetación - F. Veronesi - 2011
A mediados del siglo XX, uno de los últimos fragmentos de bosque nativo de la planicie inundable de la Sabana de Bogotá fue estudiado en el municipio de Funza por los grandes naturalistas Jorge Hernández Camacho y Thomas van der Hammen; lográndose obtener algunos datos sobre su composición de especies… justo a tiempo, pues años después, este bosque ya había sido destruido.

Ahora, casi 60 años después de la publicación de estos primeros estudios sobre los ecosistemas sabaneros, estoy asesorando la restauración de un nuevo bosque nativo de la planicie en la finca Organizmo, en el municipio de Tenjo (Cundinamarca, Colombia). Un bosque que tendrá elementos de los ecosistemas de bosques nativos y humedales que hubo (y todavía hay), en fragmentos mínimos, por la región. También será un “nuevo” bosque, ya que las condiciones del clima, suelos y uso de la tierra han cambiado mucho a lo largo de los últimos siglos de intensa actividad humana.

Este bosque será una isla de biodiversidad, un hogar para poblaciones de plantas nativas, para insectos polinizadores, para ranas y reptiles endémicos, para aves comunes, para pequeños mamíferos (chuchas, comadrejas, curíes, etc.), sumergido en medio de una matriz de cultivos, potreros y áreas en rápida urbanización.

Aquí pueden enterarse, en una serie de 4 textos, sobre cómo se está adelantando este proceso.


Lo que se fue

Colchones de musgos - Indicativos de sitios conservados
Uno de los logros más satisfactorios de la restauración ecológica es participar en la reconstrucción de al menos parte de la compleja trama de relaciones entre distintos organismos. En el terreno donde ahora estoy trabajando, en la finca Organizmo, esta trama ha sido sumamente alterada y reducida por las acciones de las décadas y siglos pasados. Los antiguos bosques fueron talados, los antiguos humedales fueron desecados. Gran número de especies de plantas y animales nativos se extinguieron localmente. La agricultura intensiva y la introducción de decenas de especies exóticas contribuyeron a profundizar estas pérdidas. Sin duda, las comunidades de microorganismos del suelo han sido fuertemente modificadas respecto a las de los ecosistemas antiguos. Se han perdido elementos propios de ambientes conservados, como son las aguas limpias, los colchones de musgo, los grandes grupos de líquenes, la hojarasca, los sotobosques densos, los árboles centenarios, los troncos muertos en pie y los troncos caídos.


Lo que puede volver

Con el tiempo, mucho de esto se puede recuperar. También se pueden volver a plantar especies de plantas que han desaparecido del lugar, se puede traer algo de musgo y de hojarasca para traer con ellos microorganismos claves. Se pueden dejar sin podar pastizales y permitir la acumulación gradual de materia orgánica, el desarrollo de sombra y, así, con los años el establecimiento de un matorral y luego de un joven bosque. A los árboles de este nuevo bosque se les puede plantar, en el momento adecuado, epífitas como orquídeas y bromeliáceas. Con esto volverán a estar disponibles nichos que, se espera, puedan ser ocupados de nuevo por especies clave de animales. 


Asociaciones para recuperar

Injerto (Dendrophthora clavata)
Las asociaciones en la naturaleza son infinitas. Cada organismo está irreversiblemente entrelazado con muchísimos otros, y todos dependen de los demás para poder existir. Por esta razón, no se puede hablar de restaurar un bosque añadiendo sólo algunos pocos ingredientes conocidos. Más bien, hay que lograr espacios donde se permita que los procesos naturales de crecimiento espontáneo, de acumulación de materia orgánica, etc., puedan ocurrir sin interrupciones. Y claro, podemos ayudar un poco, con lo que conocemos, reintroduciendo algunas especies de plantas claves, para las que conocemos algunas de las asociaciones que forman. Dejando siempre que su plantación y desarrollo puedan ocurrir en armonía con los procesos espontáneos mencionados.

Algunos ejemplos de asociaciones que se pueden favorecer y que son las que se están recuperando en la finca Organizmo son:


Chucua, garrocho (Viburnum tinoides) – Este árbol pequeño es uno de los pocos hospederos de una planta parásita, el injerto o matapalo (Dendrophthora clavata) – la cual es, a su vez, una especie fundamental como planta nutricia de las orugas de mariposas Catasticta y Leodonta. Las hojas de este garrocho son el alimento que consumen las orugas de la mariposa Adelpha corcyra. Las flores son visitadas por muchos insectos (abejas, moscas, mariposas) que toman su néctar. Los frutos son consumidos por aves, incluyendo pavas de monte y carpinteros.

Camargo, cocua (Verbesina sp.) – Las hojas de este árbol suelen estar llenas de agujeros, indicativo de cuan atractivas son como alimento para un gran número de insectos (cigarritas, orugas). Estos insectos, a su vez, atraen aves que los consumen. Las flores de esta especie, en los meses en que las produce (julio-septiembre) son favoritas de las abejas y de algunos abejorros y colibríes.

Chilco (Baccharis latifolia) – Las hojas de esta planta son consumidas por decenas de especies de insectos, entre ellos orugas de lepidópteros y larvas de moscas diminutas. Las flores son sumamente visitadas por polinizadores como abejas, moscas y mariposas.

Bejuco blanco (Oligactis sessiliflora) – Sus hojas son uno de los alimentos consumidos por la mariposa Altinote trinacria. Además, son consumidas por orugas de polillas Geometridae. Las flores son visitadas por abejas.

Munnozia senecionidis – Esta es una de las plantas hospederas de la mariposa Altinote trinacria. Sus flores son visitadas por insectos polinizadores como las abejas.

Aliso (Alnus acuminata) – Las raíces de este árbol están asociadas con bacterias fijadoras de nitrógeno, por lo que mejoran el suelo sobre el que crecen. En el follaje de aliso viven multitudes de pequeños insectos (pulgones, chinches, orugas, etc.) los cuales a su vez constituyen un alimento muy apreciado por las aves. Las semillas son consumidas por aves granívoras.

Quiches (Tillandsia) reintroducidos
Quiches (Tillandsia clavigera, Tillandsia denudata, Tillandsia pastensis) – Los minicharcos que se acumulan en el centro de las rosetas de hojas de estas plantas forman un ecosistema acuático lleno de especies de invertebrados y ranas. A su vez, estos pequeños animales forman parte de la dieta de pájaros carpinteros (Colaptes rivolii) y otras aves especializadas que los buscan entre las hojas de los quiches. El agua de las bromeliáceas es una fuente clave de líquido para aves que quieren bañarse y beber. Las flores de todas estas bromeliáceas son visitadas por colibríes de pico corto, como Metallura tyrianthina, que toman su néctar.

Raque (Vallea stipularis) – Este hermoso árbol de flores rosadas es uno de los pocos hospederos de una planta parásita, el injerto o matapalo (Dendrophthora clavata) – la cual es, a su vez, una especie fundamental como planta nutricia de las orugas de mariposas Catasticta y Leodonta. Por otro lado, las flores del raque, en los meses en que florece (abril-junio) son favoritas de abejorros, abejas y colibríes.

Cedro (Cedrela montana) – Uno de los mayores y más longevos árboles de los antiguos bosques nativos. Esto favorece que, sobre las ramas de los ejemplares más viejos, se desarrollen auténticos jardines de plantas epífitas, que incluyen valiosas orquídeas, bromeliáceas y helechos. Las flores son visitadas por abejorros y colibríes de pico corto.

Clarinero (Anisognathus igniventris)
Tuno esmeraldo (Miconia squamulosa) – Sus frutos se cuentan entre los favoritos de varias aves frugívoras, incluyendo al clarinero (Anisognathus igniventris).

Laurel de cera (Morella parvifolia) – Las raíces de esta planta forman asociaciones con bacterias fijadoras de nitrógeno, por lo que contribuyen a mejorar los suelos. Los frutos son uno de los alimentos favoritos de la paloma collareja (Patagioenas fasciata).

Granadilla silvestre (Passiflora bogotensis) – Las plantas del género Passiflora son claves como alimento para las orugas de la mariposa espejito (Dione glycera). Además, sus flores atraen abejas, abejorros y colibríes, que toman su néctar.

Chusque (Chusquea scandens) – La planta que más asociaciones tiene con mariposas en los bosques de montaña. Cerca de 1/3 de las mariposas diurnas que habitan en un ecosistema conservado de la región ponen sus huevos sólo en chuscales y sus orugas sólo se alimentan de esta planta. También hay otros lepidópteros que se alimentan con las hojas secas de chusque. La abundancia de insectos hace que sobre esta planta prosperen moscas taquínidas, parásitas de las orugas; las moscas adultas son claves como polinizadoras de muchos arbustos y árboles del bosque altoandino. Escarabajos cornudos (Golofa porteri) se alimentan con los brotes jóvenes de chusque. Varias aves tienen en los chuscales su hogar preferencial o exclusivo, incluyendo chamiceros, tororois, tapaculos, gorriones monteses y arañeros. Las matas de chusque son un sitio favorito de algunos colibríes para construir su nido. En los chuscales se alojan roedores especialmente adaptados (rata de los chusques) y, antiguamente, los tallos tiernos de este bambú eran consumidos por animales como la danta y el oso andino.

Zarza o mora silvestre (Rubus robustus) – Los densos y espinosos matorrales formados por esta especie constituyen un refugio seguro donde mamíferos como chuchas, comadrejas y curíes pueden ocultarse de los perros, sus mayores depredadores en sitios poblados por los humanos. Las densas marañas que forma esta planta constituyen, en un área en su mayor parte deforestada, el primer refugio disponible para aves de sotobosque como el chamicero (Synallaxis subpudica) y el arañero (Myiothlypis nigrocristata). Colibríes como Colibri coruscans y Lesbia victoriae construyen sus nidos entre la seguridad que les ofrecen las espinas de esta zarza. La lagartija o “camaleón” de clima frío (Anolis heterodermus) también aprecia mucho los matorrales de zarza.

Tinta (Monnina sp.) – Las flores de este arbusto son unas de las favoritas de la abeja cortahojas (Megachile amparo).

Espino garbanzo (Duranta mutisii) – Sus flores se cuentan entre las favoritas del colibrí de cola larga (Lesbia nuna). También son visitadas por mariposas y por abejas nativas como Thygater aethiops. Los frutos son apreciados por la paloma collareja (Patagioenas fasciata).


Abeja cortahojas (Megachile amparo)