domingo, 26 de agosto de 2012

La diversidad del piedemonte andino

Calor y humedad

Bosque a orillas del río Claro, San Francisco, Antioquia
Los Andes no son solamente grandes elevaciones. Una buena parte de la diversidad de las cordilleras se encuentra concentrada en la base de las montañas. Aquí las temperaturas son calientes y suele haber un clima muy húmedo – en varios lugares las precipitaciones alcanzan e incluso superan los 4000 mm por año. Todo esto favorece un gran desarrollo de la vegetación. Los árboles son elevados y sus ramas suelen estar cargadas de orquídeas, helechos, bromeliáceas y otras plantas epífitas. Los barrancos a orillas de los caminos están cubiertos con densas matas de vegetación colgante y aparecen salpicados con las flores más variadas, coloridas y extrañas que se pueda imaginar.

 

El piedemonte en Antioquia

Restos de bosques en el Oriente antioqueño
El vistoso fruto de ojo de paloma (Margaritaria nobilis)
Un excelente ejemplo de la riqueza en biodiversidad del piedemonte andino se puede ver en el Oriente antioqueño. Aquí, en la base oriental de la cordillera Central, por debajo de 1000 metros sobre el nivel del mar, en áreas de los municipios de Cocorná, San Luis, San Francisco, Sonsón, San Carlos, Argelia y Nariño, entre otros, pueden encontrarse cerca de 2000 especies de plantas vasculares (helechos y plantas con semillas) y más de 300 especies de aves. Sorprenden las cifras de endemismo. En la región hay registros de cinco especies de aves endémicas de Colombia: el paujil piquiazul (Crax alberti), torito dorsiblanco (Capito hypoleucus), carpintero bonito (Melanerpes pulcher), atrapamoscas antioqueño (Phylloscartes lanyoni) y habia ceniza (Habia gutturalis). Otros vertebrados endémicos presentes en el área son el tití gris (Saguinus leucopus), mono araña o marimonda (Ateles hybridus) y los peces pataló (Ichthyoelephas longirostris) y bocachico (Prochilodus magdalenae). En la flora se conocen cerca de 40 especies endémicas exclusivas de esta región o que, como máximo, se extienden a otras regiones vecinas del departamento de Antioquia, sin que haya registros de otras áreas del país. Entre estas especies endémicas se cuentan árboles como el yumbé (Caryodaphnopsis cogolloi), laureles (Licaria clarensis, Rhodostemonodaphne antioquensis), mamoncillo silvestre (Melicoccus antioquensis) y diversos anones de monte (Cremastosperma magdalenae, Cymbopetalus sanchezii, Duguetia colombiana, Pseudoxandra sclerocarpa). Trepadoras como la Mandevilla antioquiana. Arbustos como la Aphelandra tetroicia. Palmas como la Aiphanes leiostachys. Orquídeas como Epidendrum mutisii y Masdevallia pescadoensis. Y hierbas con hermosas flores como la Pitcairnia fluvialis, Cremospermopsis parviflora, Gasteranthus anomalus, Nautilocalyx antioquensis y Nautilocalyx bracteatus.

 

Los antiguos bosques

Hoja de yumbé (Caryodaphnopsis cogolloi), especie endémica
El Oriente antioqueño es una de las regiones con mayor tasa de deforestación en el país. De seguir el ritmo actual, en tan sólo unas pocas décadas, la región carecerá casi por completo de bosques. La mayor parte de los bosques que sobreviven son bosques secundarios, donde se han extraído los árboles más grandes y las maderas más valiosas. Sin embargo, todavía quedan árboles aislados y restos de vegetación madura que permiten reconstruir lo que fueron los antiguos bosques del Oriente antioqueño. En su composición, estos bosques no difieren mucho de los bosques maduros de Centroamérica, el Chocó y la Amazonía. La familia dominante de árboles son las leguminosas, con especies como el bálsamo (Myroxylon balsamum), sapán (Clatothropis brunnea), tamarindos de monte (Dialium guianense, Uribea tamarindoides), amargo (Vatairea sp.), lomo de caimán (Platypodium elegans) y trébol (Platymiscium pinnatum). También abundan las moráceas, lecitidáceas, sapotáceas, lauráceas, palmas y otras familias típicas de los bosques húmedos tropicales, con especies como los guáimaros (Brosimum alicastrum, Brosimum utile), verruga de pisco (Clarisia racemosa), caimos o mediacaros (Pouteria glomerata, P. guianensis, P. multiflora, P. subrotata, P. torta), abarco (Cariniana pyriformis), y varias especies de ollas de mono o cocos cristal (Couratari guianensis, Eschweilera antioquensis, E. coriacea, E. pittieri, E. sessilis, Lecythis ampla).

 

El cañón del río Claro

Tigrillo (Leopardus pardalis) - Danleo, 2006
En la región se encuentra la Reserva Natural Cañón del Río Claro, que protege 450 hectáreas de bosques. Las investigaciones de Álvaro Cogollo, director del Jardín Botánico de Medellín, y otras posteriores han mostrado que en el área de la reserva se encuentran casi 1000 especies de plantas. En esta reserva se han realizado decenas de nuevos registros de flora para el país, muchos de ellos correspondientes a especies nuevas para la ciencia. La reserva alberga una variedad de fauna, incluyendo nutrias, monos, tigrillos, guaguas, babillas y otros animales típicos de las selvas neotropicales. En fin, dado el estado de la región, la reserva constituye un verdadero tesoro, un sitio de máxima importancia para la conservación en el piedemonte andino.

sábado, 11 de agosto de 2012

Fincas al occidente de la Sabana – Las orquídeas

Diversidad en números

Masdevallia coriacea - Extrañas flores, como es usual en la familia
Las orquídeas constituyen una de las familias más fascinantes y diversas en el mundo vegetal al occidente de la Sabana de Bogotá. Se puede estimar que al menos una de cada diez especies de plantas que pueblan esta región es una orquídea. De modo que en el área podría haber entre 300 y 400 especies de esta familia botánica. La diversidad también se puede medir por finca. Unas pocas hectáreas de bosque bien conservado en Subachoque pueden albergar cerca de 40 especies de orquídeas. Y aún más especies aparecen en los húmedos bosques nublados de San Francisco; en la finca La Nube, situada en la parte alta del municipio, el orquideólogo Ramón de Bedout ha hallado hasta ahora más de 80 especies. Una de ellas resultó ser una especie nueva, la Lepanthes debedoutii, especie endémica hasta ahora sólo conocida en el mundo por un solo ejemplar procedente de La Nube.
 

La lentitud de las orquídeas

Cyrtochilum densiflorum, especie común en los matorrales de la Sabana
En su velocidad de crecimiento y longevidad, las orquídeas se asemejan más a los árboles que a otras hierbas. De las miles de semillas que hay en un solo fruto de orquídea quizás sólo unas pocas lleguen alguna vez a germinar y a producir plantas adultas. Una vez germinadas las semillas, pueden transcurrir 10 o 20 años antes de que la mayor parte de las orquídeas produzcan su primera flor. A cambio de esta dificultad y lentitud en su reproducción, las orquídeas suelen tener una gran longevidad. Hasta ahora no se conoce con exactitud cuánto pueden vivir la mayoría de las especies, pero se sabe que muchas de ellas, especialmente las más grandes, pueden superar sin ningún problema un siglo de edad. Es más común que las orquídeas mueran por falta de luz al caer el árbol sobre el cual crecen, a que mueran de “muerte natural”, secándose en pie sobre la rama o tronco al cual están agarradas. 

Orquídeas endémicas y amenazadas

Masdevallia caudata - una de las orquídeas más amenazadas del área
Precisamente a causa de su especialización y de la lentitud con la que crecen, una buena parte de las orquídeas están amenazadas de extinción a nivel global o local. La mayor diversidad de orquídeas vive en bosques maduros bien conservados, de varios siglos de edad. Y este tipo de bosques ya son raros en la actualidad. Casi todos los bosques que quedan en las fincas son bosques secundarios jóvenes y perturbados, donde las orquídeas son menos frecuentes. También está el problema de los “amantes de las orquídeas” que sacan estas plantas de su hábitat natural para llevarlas a jardines y colecciones. En términos de la velocidad a la que crecen estas plantas y de la velocidad a la que se reponen sus poblaciones, sacar orquídeas de su bosque nativo puede ser tan dañino para estas especies como lo es la tala para las especies leñosas que viven en el bosque.

domingo, 5 de agosto de 2012

Cómo se restaura un bosque - La regeneración natural


Métodos de restauración

Joven bosque de 40 años con Ficus y Mauria. Hacienda Baza, Tibaná
Al tiempo que son destruidos cada vez más bosques en el mundo, va surgiendo también un movimiento de restauración ecológica, que busca favorecer el desarrollo de nuevos bosques en los lugares donde estos se han perdido.  Hay muchas formas de restaurar un bosque. Una de ellas, muy usada, consiste en la plantación de arbolitos, usualmente comprados en un vivero. Este método tiene sus ventajas, siendo relativamente rápido en comparación con otros y permitiendo un involucramiento muy activo de la gente en la actividad de restauración. Sin embargo, también tiene sus inconvenientes. Para empezar es uno de los métodos de restauración más costosos. Y usualmente no permite que el terreno donde son plantados los arbolitos se exprese a su manera, “decidiendo” por sí mismo qué especies son las más indicadas para cada sitio en particular y cuándo y cómo se van a desarrollar. El material genético comprado en un vivero suele venir de sitios lejanos al lugar que se está restaurando; mientras que, para la conservación, suele ser más valioso el material genético local, de la propia finca.

 

La regeneración natural

Regeneración natural en la etapa de arbustos - Hacienda Baza, Tibaná
Una alternativa de restauración de bosques es la regeneración natural. Esta consiste en dejar crecer al bosque por sí mismo, con poca o ninguna intervención. Es el sistema por medio del cual han nacido casi todos los bosques del mundo. Y suele ser el sistema más eficiente y económico. La regeneración natural permite el desarrollo de semillas que salen de los remanentes de vegetación nativa que se encuentran en los alrededores (si estos todavía existen). Está compuesta en su mayor parte por material genético local. Y permite el desarrollo de un sinnúmero de especies que no se pueden comprar en un vivero. Los viveros comerciales sólo cultivan una fracción de las especies nativas y casi todas las que cultivan son árboles o arbustos grandes. Pero ¿acaso un bosque es sólo árboles? ¿Dónde quedan los pequeños arbustos del sotobosque, las grandes enredaderas que llegan al dosel, los mantos de plantas epífitas que cubren las ramas, las alfombras de helechos y otras hierbas del piso del bosque? Todas estas plantas, que no podemos comprar en un vivero, surgen espontáneamente cuando se usa la regeneración natural.

 

La importancia del pasto alto

Pasto y rosas. Las especies exóticas también pueden contribuir a la regeneración natural
Para iniciar el desarrollo de un bosque por medio de la regeneración natural hay un paso fundamental a seguir: no volver a cortar nunca más el pasto del sitio que se quiera recuperar. Esto incluye no cortarlo con guadaña y no permitir que vacas, caballos y otros animales de la finca pastoreen y pisoteen el lugar (lo que suele implicar la instalación de cercas). El pasto crecerá alto, echando espigas, botando hojas muertas y empezando a formar la primera vegetación protectora del suelo. Si quedan restos de vegetación nativa a menos de 100 m del sitio que se está dejando regenerar, las semillas de esta vegetación colonizarán rápidamente el lugar. Contrario a la creencia usual de que los arbolitos y el pasto no son compatibles, hay una serie de especies leñosas, conocidas como pioneras, que son especialistas en crecer entre el pasto alto y que poco a poco le van ganando, le hacen sombra y permiten el establecimiento de especies más lentas y delicadas. Los árboles y arbustos pioneros a menudo tienen semillas muy pequeñas, de pocos milímetros de diámetro. Nacen muy pequeños, pero crecen en forma muy veloz. Las principales especies pioneras de clima frío son plantas de la familia de las asteráceas (chilcos, ciros, arbolocos, amargueros), melastomatáceas (tunos, sietecueros, angelitos), piperáceas (cordoncillos) y rosáceas (zarzas); además de especies como el aliso (Alnus acuminata), los laureles de cera (Morella spp.), el trompeto (Bocconia frutescens) y el cedrillo (Phyllanthus salviifolius). También son pioneras muchas enredaderas y helechos.

 

Los tiempos del bosque

Orquídea Stenorrhynchos speciosum en un joven bosque
Cronograma aproximado de formación de un bosque por regeneración natural en zonas altas (más de 2000 m sobre el nivel del mar) partiendo de tierra desnuda, en suelos relativamente fértiles:

Etapa 1: 0 años – Tierra desnuda
Etapa 2: 0.5 años – Flores silvestres
Etapa 3: 1 a 5 años – Pasto alto
Etapa 4: 5 a 20 años – Arbustos: surgen por encima del pasto los juveniles de los primeros arbustos y árboles pioneros; se consolidan los primeros matorrales cerrados.
Etapa 5: 20 a 40 años – Matorral o bosque joven: la vegetación va ganando altura con los años; aparecen bromeliáceas y orquídeas.
Etapa 6: 100 años en adelante – Bosque alto: la vegetación va adquiriendo rasgos de bosque maduro (troncos muy gruesos, árboles de semillas grandes, jardines de plantas epífitas).