domingo, 30 de septiembre de 2012

Mariposas de cristal

La bandada en la sombra

Greta andromica - una de las mariposas de cristal
Hace poco me encontraba recorriendo una hermosa finca en la franja cafetera de Cundinamarca; las copas de los árboles atrapaban casi todo el brillante sol, dejando pasar sólo unos pocos rayos hasta el piso del bosque. La fresca sombra ofrecía un ambiente agradable para caminar y observar plantas, mi trabajo en ese momento. De pronto, en un rincón del bosque, asustadas por mi movimiento, se levantaron volando decenas de mariposas de alas transparentes; aleteando débilmente a baja altura, se fueron posando de nuevo sobre las hojas del sotobosque. Hacía tiempo no veía estas mariposas y nunca antes había visto tantas juntas. Fue un breve momento de magia en el bosque, que me trajo a la mente cada una de las veces que he encontrado estas mariposas en distintas partes del país.

 

Rayas y transparencias

Greta cf. depauperata en la sombra del sotobosque
Las mariposas de cristal pertenecen a un grupo de lepidópteros conocido como los itominos. Son mariposas propias del Nuevo Mundo, desde México hasta Argentina. Casi todas ellas son habitantes de los bosques, ambientes a los cuales están magníficamente adaptadas. Muchos itominos ostentan diseños de “rayas de tigre”, es decir rayas negras sobre fondo anaranjado; estos vivos colores son reconocidos por las aves del bosque, que saben del mal sabor que anuncian. Con su dieta de orugas, los itominos acumulan alcaloides en su cuerpo que los hacen incomestibles y que pasan al insecto adulto. Por eso las mariposas de este grupo vuelan tranquilamente por el bosque, sin la preocupación de ser atacadas. Los itominos de “alas de cristal” también tienen mal sabor pero además poseen un camuflaje excelente. En el juego de luces y sombras del bosque, resultan poco visibles, incluso cuando están volando.

 

Cómo llamar a las mariposas de cristal

Hábitat boscoso y variado de las mariposas de cristal
Si se vive en una finca en clima caliente o templado y se quiere tener mariposas de cristal viviendo en los alrededores, hay que favorecer que tengan un ambiente adecuado. A diferencia de otras mariposas que aman el sol y vuelan por los jardines, a las mariposas de cristal no les gusta estar expuestas y evitan los jardines abiertos. Si no se tiene un bosque, hay que plantar uno para ellas. Árboles de rápido crecimiento como carates (Vismia), yarumos (Cecropia), carboneros (Albizia), guamos (Inga), tunos (Miconia) y dragos o candeleros (Croton), plantados en forma densa, mezclados con otras especies, cerrarán un potrero en pocos años, creando sombra, eliminando el pasto del suelo y reemplazándolo con un colchón de hojas muertas; es importante no cortar los arbustos del sotobosque, que proveen perchas en forma de follaje y alimento en forma de flores. Así queda creada la mitad del hábitat de las mariposas de cristal. Ahora falta la mitad más importante: las mariposas de cristal sólo crían donde hay ciertos arbustos de la familia de las solanáceas, entre ellos los tintos o caballeros de la noche (Cestrum), tomatillos o cucubos (Solanum) y especies de Brunfelsia. Es necesario que en el nuevo bosque haya claros donde estos arbustos crezcan y le den alimento a las orugas de estas mariposas. Si todas las condiciones están dadas, las mariposas de cristal llegarán a la finca y se quedarán a vivir en ella, llenando con su magia los espacios sombreados.


Brunfelsia grandiflora

Cucubo o tomatillo (Solanum)

domingo, 23 de septiembre de 2012

Fincas al occidente de la Sabana - El cuchillo

El escurridizo cuchillo

Cuchillo (Zinowiewia australis) en San Francisco
El municipio de San Francisco, con su gran diversidad de climas, puede llegar a albergar más de 300 especies de especies de árboles nativos. Luego de años de caminatas y de observaciones por las cordilleras colombianas, gran parte de estos árboles me resultan familiares. Lo que tengo ahora es una lista mental de “los más buscados”, donde aparecen algunas de las especies que nunca he visto y que más me gustaría conocer en persona. Uno de estos árboles más buscados es el cuchillo (Zinowiewia australis). Cuchillo...un nombre duro, pareciera un alias sacado de la primera plana de un periódico. ¡Y también parece tan escurridizo como los criminales mencionados en los periódicos! El cuchillo es un árbol raro: en el excelente libro “Vegetación del territorio CAR”, el dendrólogo Gilberto Mahecha menciona que ha encontrado el cuchillo en el municipio de Pacho y que “la probabilidad de encontrar otros individuos en la región es escasa”. Por esta razón, yo no guardaba muchas esperanzas de conocerlo, hasta que empecé a oír reportes de su presencia en San Francisco.

 

El primer encuentro

Hojas de cuchillo con sus venas escasas y poco visibles
Camilo Campos y Camilo Cuéllar, ambos propietarios de hermosas fincas en el municipio, me llevaron a conocer el árbol que allí llamaban cuchillo. Luego de una corta caminata por la finca Zoque, llegamos a los árboles... ¡y qué árboles! Se trataba de cuchillos muy viejos, posiblemente centenarios, de unos 20 a 25 metros de altura y troncos de más de 50 cm de diámetro. La base del tronco estaba labrada de manera muy particular, con pequeñas raíces tablares o aletones. Uno de los ejemplares ostentaba un gran agujero en la base del tronco, un indicio más de su avanzada edad. Al mirar el follaje, pude ver sus hojas pequeñas, opuestas, con las venas escasas y poco marcadas. Y de pronto me di cuenta: ¡ya había visto cuchillos antes! Los había observado, pero no había logrado identificarlos, en las fincas Chulajuán y El Silencio, situadas en la parte alta de San Francisco.

 

La conservación del cuchillo

Ramitas de cuchillo mostrando sus hojas opuestas
Ahora sabemos que el cuchillo está presente en varias fincas del municipio de San Francisco, en un rango altitudinal que va por lo menos desde 1700 m hasta 2700 m sobre el nivel del mar. El cuchillo tiene todas las características que pueden hacer de él una especie amenazada, al menos a nivel local: es un árbol de lento crecimiento, su madera es dura y sus semillas sólo germinan entre la sombra y la hojarasca del bosque, no a la luz de los potreros. Es un árbol del antiguo bosque maduro, en una región que ha sido deforestada y convertida en potreros donde resta algo de vegetación nativa secundaria. En San Francisco, el cuchillo comparte su situación de amenaza global o local con cerca de 30 especies de árboles, todos ellos también parte de los antiguos bosques subandinos y andinos que cubrieron la región. En la finca donde lo descubrimos, los árboles van a ser protegidos y muestran abundante regeneración a la sombra de otras especies. En cercanías de los árboles adultos, encontramos cientos de plántulas, las cuales, bien cuidadas, van a contribuir a aumentar el número de cuchillos en el sitio; algunas de ellas también pueden ser trasplantadas y usadas para repoblar otros bosques vecinos que están protegidos por sus propietarios y que les ofrecen un buen hábitat. Con un buen cuidado y protección, tendremos cuchillos para rato.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Bosques secos en el altiplano

La ilusión de humedad

Bosque seco de clima frío - Tabio, Cundinamarca
Resulta muy interesante mirar en los mapas del clima y de la vegetación de Colombia cuáles son las zonas más secas del país. Entre estas zonas secas aparece la Guajira y otras áreas de la región Caribe; también valles interandinos como los del alto Cauca y alto Magdalena. Ninguna sorpresa hasta ahora. ¿Y qué más encontramos? ¿Cuáles son las otras regiones secas de Colombia? Nada más ni nada menos que las elevadas montañas del sur del país (Nariño). Y los alrededores de Bogotá y Tunja. Muchas personas se sorprenden al oír que la Sabana de Bogotá está situada en una región seca. ¿Cómo puede ser seca, si llueve a cada rato, si es tan verde? La verdad es que, aunque el cielo a menudo esté nublado, aunque haya temporadas muy lluviosas, éstas son seguidas luego por temporadas y años donde falta el agua. La precipitación promedio en el sur de la capital y en muchos municipios de la Sabana es de apenas unos 600 a 800 mm al año, lo suficiente para que la vegetación crezca hasta formar bosques bajos y densos, pero no para que esta vegetación califique de húmeda. Parte de la impresión de humedad que causa el altiplano cundiboyacense se debe a que éste ha sido llenado de plantas exóticas traídas de otras partes del mundo. Así, el verde pasto kikuyo, originario de África, ha reemplazado a las macollas amarillentas de los pastos nativos. Los altos eucaliptos, acacias, pinos y urapanes, importados de países como Australia, México y China, nos hacen olvidar que los bosques nativos originales a menudo no eran más que matorrales densos y espinosos, muy bien adaptados a las heladas y las sequías.

 

Una vegetación incomprendida

Hojas gruesas y pequeñas del mortiño (Hesperomeles goudotiana)
Los bosques secos de clima frío han sido menos publicitados que otros ecosistemas colombianos como los páramos y los bosques de niebla. Esto ha hecho que, a pesar de que crezcan a nuestro lado, sean poco conocidos y comprendidos por el público en general. Muchas personas no ven en ellos más que una especie de “maleza” opaca, una vegetación subdesarrollada y deforme. No se reconocen sus especies únicas, ni su singular adaptación milenaria a la dureza del clima del altiplano. Incluso los amantes de los árboles nativos, soñando con brumosos bosques de niebla, con árboles elevados, con follajes exuberantes, desconocen esta vegetación que crece a su alrededor y tratan de reemplazarla con yarumos, sangregados, sietecueros y otros árboles propios de bosques más húmedos (muchos de los cuales, claro está, mueren con la primera helada). Así, no es de extrañar que los bosques secos de clima frío sean cada vez más escasos y tengan que replegarse a las laderas más retiradas de las montañas.

 

Plantas y animales especiales

Cactus de clima frío (Wigginsia vorweckiana)
Cuando se recorren los bosques secos que pueblan los cerros de Chía, Tenjo, Sopó, Suesca, Chiquinquirá, Villa de Leyva y otros municipios del altiplano cundiboyacense se descubren muchas similitudes en su flora. Los bosques secos de la cordillera Oriental están poblados por muchas plantas que crecen en ellos de manera preferencial o exclusiva. Algunas de las plantas más típicas de estos bosques son el corono (Xylosma spiculifera) y el arrayán (Myrcianthes leucoxyla), ambos especies que se extienden hasta los Andes de Venezuela. También hay numerosas especies endémicas como el tuno esmeraldo (Miconia squamulosa), mortiño (Hesperomeles goudotiana), gurrumay (Condalia thomasiana), uche (Prunus buxifolia), tominejero (Palicourea lineariflora), cardón (Puya bicolor), cabezona (Calea peruviana), carrasposo (Chromolaena bullata) y varias especies de salvias (Salvia amethystina, Salvia bogotensis, etc.) En algunas de las regiones más secas crecen cactus como Opuntia schumannii y Wigginsia vorweckiana. Entre los árboles más grandes del bosque seco de clima frío se cuentan los robles (Quercus humboldtii), que se desarrollan en partes de Boyacá; y los cedros (Cedrela montana) que son más típicos de Cundinamarca.
La rana endémica Dendropsophus labialis

Los bosques secos del altiplano también albergan su fauna particular. Entre las especies endémicas que podemos encontrar en ellos se cuentan el chamicero (Synallaxis subpudica), pequeña ave con la cola larga y puntiaguda y el plumaje opaco. También se encuentran aquí la rana Dendropsophus labialis y la inofensiva serpiente tierrera (Atractus crassicaudatus).