miércoles, 2 de julio de 2014

Los bosques del páramo

Páramos abiertos, páramos boscosos

"Colorado" (Polylepis quadrijuga)
Para la gente que conoce los ecosistemas de Colombia, la palabra “páramo” puede sonar a territorio de alta montaña, frío y húmedo, abierto y lleno de frailejones; y, sobre todo, a un ecosistema muy importante para la conservación del agua en el territorio nacional. Todo esto es cierto, pero el páramo es aún más cosas y cosas a veces inesperadas.

El páramo abierto que predomina hoy en día es resultado, en gran parte, de la actividad humana; la ganadería y las quemas ocasionales han creado este paisaje. Originalmente, grandes extensiones del páramo estaban cubiertas con bosques de alta montaña. Estos bosques, con una biodiversidad relativamente reducida en comparación con la que se encuentra en otras áreas del país, albergan, de todos modos, muchas especies endémicas, emblemáticas y amenazadas. En ellos dominan unas pocas especies de árboles, muy bien adaptados a las grandes elevaciones: colorados (Polylepis), encenillos (Weinmannia), rodamonte (Escallonia), salvios (Buddleja), tunos (Miconia), raque (Vallea), tagua (Gaiadendron), laurel de cera (Morella), pino hayuelo (Prumnopitys), pino colombiano (Podocarpus), etc.

 

Bosques en las cordilleras

Interior del bosque de encenillo (Weinmannia microphylla)
Este tipo de bosques de alta montaña, dominados por estas especies de árboles, no sólo se encuentran en Colombia. También se extienden por los Andes de Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina. Y, de hecho, a lo largo de toda la cordillera, baten el récord de ser los bosques que crecen a mayor elevación en el planeta Tierra: en la Colombia actual, restos de estos bosques pueden hallarse hasta 4400 metros de elevación. ¡Y en Bolivia se han reportado árboles de Polylepis creciendo a 5200 metros sobre el nivel del mar!

Al igual que en otras regiones, los bosques de alta montaña han sido usados como una fuente de recursos naturales por parte de los pobladores locales. De ellos, durante milenios, se ha extraído leña, madera para construcción, plantas medicinales y comestibles...La explotación excesiva de su madera, las quemas y la destrucción directa para abrir terrenos para la ganadería han agotado la mayor parte de estos bosques, reducidos en la actualidad a parches muy pequeños.

 

Lento crecimiento

Orquídea (Masdevallia racemosa)
Una de las características que hacen más vulnerables a este tipo de bosques es la lentitud con la que crecen y se recuperan luego de un disturbio. Mientras que en zonas bajas y húmedas un árbol de rápido crecimiento puede elevarse 3 a 4 metros por año, en las heladas condiciones de alta montaña incluso el árbol más veloz, en las mejores condiciones, no alcanza a crecer más de 50 cm cada año. Arbustillos leñosos, compactos, que crecen en cimas montañosas sobre suelos rocosos, donde casi no hay capa vegetal, parecen no crecer en absoluto de año en año: su desarrollo puede medirse por milímetros.

En zonas bajas, los bosques secundarios tienden a recuperarse en unos pocos años luego de que cesan los disturbios y las presiones que los crearon. En cambio, en las altas montañas, los bosques, una vez idos, tardan muchas décadas, incluso siglos, en volver.

Esta lenta recuperación es la que ha llevado a la desaparición de los otrora extensos bosques de alta montaña. En el altiplano de Perú y Bolivia, antiguamente cubierto por extensos bosques de Polylepis, esta vegetación leñosa ha sido reemplazada por una puna árida y abierta, luego de milenios de desarrollo cultural, pastoreo de camélidos y la tala y quema asociadas. En Colombia vamos por el mismo camino. Bosques de alta montaña, antes densos y cerrados, una vez que han sido quemados, así sea hace 100 años, no han podido recuperarse. Lo que ahora tenemos como páramo es la vegetación pionera precursora del bosque, el “rastrojo”.

 

Zonas bajas, zonas altas: una comparación

Pionera del páramo: el charne (Bucquetia glutinosa)
Entonces estamos diciendo que el páramo actual es un tipo de rastrojo. Un rastrojo dominado por pajonales salpicados de plantas pioneras, amantes de la luz, que prosperan cuando el bosque se ha ido: frailejones, amargueros, romeros de monte, tunos, charnes, cardones,...Es un rastrojo muy especial por su lento crecimiento, que, incluso en zonas donde se lo conserva, dura muchas décadas abierto y en recuperación. Y particularmente especial por su alta diversidad y su tasa de endemismo vegetal, una de las mayores del país. En fin, un rastrojo que hay que cuidar, entender y apreciar.

En esta misma línea, resulta muy interesante establecer un paralelo entre la vegetación de zonas abiertas, sabanas y rastrojos de las zonas bajas de Colombia y esta vegetación de “sabana” o “rastrojo” de alta montaña que es el páramo. En las sabanas y rastrojos de clima caliente, luego de las quemas, nacen los pastos; en los páramos, nacen también diversos pastos, pajas y cortaderas. En clima caliente, luego de la etapa de los pastos, invaden el lugar arbustos pioneros, por ejemplo de de las familias asteráceas (chilcos, “salvias”, arbolocos, amargueros) y melastomatáceas (tunos, sietecueros, “mortiños”, nigüitos). En los páramos, las asteráceas pioneras (los “arbolocos” de alta montaña) están magníficamente representadas por los frailejones (Espeletiinae), que prosperan en los años siguientes a una quema. También son asteráceas los romeros de monte (Diplostephium, Pentacalia) y los amargueros de páramo (Ageratina). Las melastomatáceas pioneras del páramo son, por ejemplo, el charne (Bucquetia), diversas especies de tunos (Miconia) y el sietecueros rojo (Tibouchina grossa). En los rastrojos de clima caliente un grupo importante de pioneras son lancillos, punta de lanzas o carates (Vismia); en el páramo, estas plantas tienen a sus familiares los chites, escobos o guardarrocíos (Hypericum).

Con el tiempo, los rastrojos de zonas más bajas van dando paso a bosques secundarios más altos y finalmente a bosques maduros donde dominan familias específicas de estos ambientes como las lauráceas. En el páramo es la misma historia: los rastrojos dominados por asteráceas, melastomatáceas y otros arbustos pioneros, dan paso a bosques de encenillos, raques, rodamontes, etc. Y finalmente, llegan las especies de bosque maduro, entre cuyos árboles también están las lauráceas, con especies de los géneros Ocotea y Persea que pueden alcanzar elevaciones de más de 3500 metros en las cordilleras del país.

 

Una nota sobre las aves

Atrapamoscas (Mecocerculus leucophrys) - M. Woodruff - 2007
Además de su riqueza florística, los bosques de alta montaña son conocidos por su diversidad de aves, entre las cuales se encuentran especies endémicas y amenazadas. Hay todo un conjunto de aves altoandinas, conocidas como “especialistas de Polylepis” que habitan preferente o exclusivamente en los bosques dominados por estos árboles. Las aves especialistas de Polylepis están más diversificadas en los Andes de Perú y Bolivia. En Colombia aunque hay menos especies exclusivas de estos ambientes, los bosques de Polylepis siguen teniendo una fauna variada: se estima que pueden albergar cerca de 100 especies de aves, entre las que se cuentan muchos colibríes, atrapamoscas, tangaras, pinchaflores y picoconos. En términos de riqueza de especies, los bosques y matorrales de alta montaña albergan muchas más aves que las áreas abiertas del páramo. Una razón más para impulsar la conservación de estas reducidas áreas de nuestras cordilleras.

viernes, 2 de mayo de 2014

Biodiversidad urbana - Vida silvestre en medio de la ciudad

Park Way - Hábitat de 45 especies de plantas - Pedro Felipe - 2013
Más de un año llevo viviendo en la localidad de Teusaquillo, en Bogotá. En este tiempo, he estado observando la vida que se mueve en medio de la ciudad. Una vida que va más allá de mi vida, de mis amigos, de mi trabajo y de mis problemas de cada día, más allá de las tareas y las reuniones, más allá de las casas y calles, más allá de los negocios, los transeúntes, los trancones, el afán, los accidentes, la basura, las noticias, el computador, el celular, la política, el supermercado. Es decir, una vida que va más allá de nuestra vida como humanos, una vida a la que, para descubrirla, tenemos que sacarle tiempo, estar tranquilos, mirar alrededor, agacharnos, alzar la cabeza, mirar las copas de los árboles. Hablo de toda esa vida representada por cientos de especies de plantas y animales, cada una de ellas tan única y especial como lo somos nosotros los seres humanos.

Fácilmente podemos pasar por alto a todos estos seres, darlos por sentados, verlos como parte del paisaje. Pero la verdad es que la vida de cada uno de ellos es tan interesante, dramática y llena de cambios como la vida de cualquiera de nosotros. Una pequeña polilla diurna del Park Way, disfrazada de mariposa con sus colores negro y anaranjado, tiene que socializar, esquivar las pisadas de perros y humanos, elevarse sobre los árboles, arriesgar su vida al pasar la calle, encontrar una pareja, llegar a un sangregado para poner sus huevos...quizás logre llegar con éxito al final de su vida, quizás muera en el intento. ¿Cómo será ese momento de su vida cuando cae un fuerte aguacero? ¿Cómo habrá sido su nacimiento a la vida aérea cuando salió de una crisálida? ¿Cómo percibirá el paisaje cuando revolotea sobre el parque, a 10 m de altura sobre nuestras cabezas?

Torcaza (Zenaida auriculata) - D. Sanches - 2008
Y así como este pequeño insecto despierta tanta curiosidad en mí, asimismo lo hace la pequeña orquídea urbana que nació aquí, en medio del pavimento, la pareja de búhos que cazan tinguas en la noche, el pequeño árbol de duraznillo que, de la nada, aparece en una grieta del andén, las palomas que crían a sus polluelos en el tejado al lado de mi ventana, la hembra de chamón que espía a los copetones, buscando la oportunidad para introducir en su nido un huevo que ella no va a criar... ¿No son vidas todas éstas, vidas que llenan nuestro alrededor, nos llenan a nosotros y siempre nos dan algo que observar, algo en qué pensar?

Claro está, si les damos tiempo, nos fijamos con cuidado y somos pacientes.

Los colores de Teusaquillo...
Además de observar, me gusta contar y recopilar. Por eso termino este artículo con una lista de datos sobre el mundo natural de Teusaquillo; dirigida a los curiosos sobre biodiversidad urbana y hecha para aquellos que pueden pensar que un barrio en medio de la ciudad no tiene mucho que ofrecer en términos de descubrimientos y observaciones interesantes sobre plantas y animales.
  • El Park Way, que se extiende desde la calle 34 hasta la 45, alberga en términos de flora, mucho más que urapanes, sangregados y chicaláes. Hace dos semanas estuve recorriéndolo con mucho cuidado y encontré 45 especies de plantas vasculares creciendo en él. Muchas de ellas son hierbas diminutas que crecen entre las grietas del suelo, otras hay que buscarlas encima de los troncos y ramas de los árboles más gruesos.
  • La presencia de abundantes torcazas o tortolitas (Zenaida auriculata) bajo los árboles de sangregado (Croton) indica que estos están produciendo semillas, que las aves comen. He contado hasta 16 individuos debajo de un mismo árbol.
  • He encontrado en Teusaquillo dos ejemplares de la orquídea Cyclopogon elatus, la única orquídea urbana que crece silvestre en Bogotá lejos de los cerros Orientales.
  • En noviembre del año pasado vi un vencejo migratorio (Chaetura sp.) volando sobre el parque del Brasil, el primer vencejo que observo en mi vida volando sobre la ciudad.
  • Ese mismo día del vencejo (5 de noviembre) vi un gordo gavilán migratorio (Buteo platypterus) posado en la punta de un viejo pino en el mismo parque del Brasil.
  • Sorprende la presencia de rapaces urbanas, aves que por estar en la cima de las cadenas tróficas, son particularmente vulnerables a los cambios en su medio ambiente: en un año y pico he registrado cernícalo (Falco sparverius), gavilán (Buteo platypterus), búho (Asio stygius) y lechuza (Tyto alba).
  • En este siglo XXI que apenas comienza Bogotá está presenciando la llegada de una nueva especie de ave que antes sólo se encontraba en climas más calientes. Se trata del alcaraván (Vanellus chilensis). Parejas de estas aves pasan volando sobre Teusaquillo (al parecer en dirección norte-sur), incluso durante las horas de la noche, cuando se las detecta por su ruidoso canto.
Alcaraván, reciente colonizador de Bogotá - Mdf - 2008

jueves, 1 de mayo de 2014

Cucaracheros en Bogotá

Las aves comunes

Cucarachero (Troglodytes aedon) - M. Tillett - 2010
La avifauna “básica” de Bogotá, es decir aquellos pájaros que puede uno encontrar en más abundancia en casi cualquier sitio de la ciudad, está compuesta por un reducido número de especies: copetón, mirla, paloma, torcaza o tortolita café, chulo, chamón y golondrina; si el sitio tiene zonas verdes más extensas, también aparecen el colibrí y el carbonero. Por supuesto que la ciudad, especialmente en sus grandes parques y humedales, alberga una lista mucho más larga de especies de aves, pero la mayor parte de éstas son escasas y localizadas o son migratorias que sólo permanecen un breve período de tiempo en la ciudad. De modo que las aves comunes y residentes se reducen a un puñado de especies, que parecen ser constantes por todos lados, a lo largo del tiempo.

Por eso me resulta un poco extraño descubrir que hace unas décadas hubo otras aves que también fueron comunes en la ciudad. Una de ellas es el cucarachero (Troglodytes aedon), una de las avecitas más familiares y ampliamente extendidas de Colombia. Cucaracheros se pueden encontrar en la Amazonía, en las elevadas montañas de los Andes, así como en las calurosas llanuras del Caribe, y desde las húmedas regiones de la costa Pacífica hasta las extensiones abiertas de los Llanos Orientales.

 

Cucaracheros del pasado

Típica vegetación nativa de los alrededores de Bogotá
Pero, aunque el cucarachero es común en la Sabana de Bogotá, para aquellas personas que reconocen las aves que viven a su alrededor, este pajarito probablemente no esté incluido en la actualidad dentro del “inventario” de aves más típicas de la ciudad. Y, sin embargo, en el pasado fue un ave urbana bien conocida. Del cucarachero dice Antonio Olivares, en su obra “Aves de Cundinamarca”, publicada en 1969: “Común en la Sabana; frecuenta las ciudades y anida en los techos de las casas; es de las pocas especies que acompañan al hombre en la ciudad capital y que le amenizan la vida con su agradable canto.”

Frases que parecen remotas en una ciudad donde los cucaracheros ya son difíciles de encontrar. Hay que reconocerlo, hasta mediados del siglo XX Bogotá era una ciudad de apenas 600.000 habitantes, una ciudad pequeña rodeada por todos lados de campo, con lotes y solares cubiertos de espesa vegetación que gustaba al cucarachero, un ave que más que árboles, necesita abundante cobertura de arbustos y matorrales para ocultarse y hacer su vida. Luego de esta fecha, la ciudad creció a un ritmo exponencial, hasta alcanzar los más de 8 millones de habitantes de la actualidad. Más habitantes significan más casas y edificios, más cemento y menos campo. La ciudad sigue teniendo valiosas zonas verdes, pero casi todas han sido transformadas; se ha dado prioridad a los árboles y al prado; en cambio, los arbustos espesos, los matorrales, el sotobosque o “monte” o como se lo quiera llamar, es decir, la vegetación espesa e impenetrable que en todo sitio silvestre crece en abundancia, ha sido drásticamente reducida, a menudo eliminada por completo. El cucarachero perdió así su casa y fue desapareciendo gradualmente de los parques y jardines más centrales, aquellos más alejados de los bordes de la ciudad y de los corredores de vegetación en mejor estado. Con todo, en medio de Bogotá todavía sobreviven pequeñas poblaciones de cucaracheros, aisladas en las zonas verdes más grandes del occidente de la ciudad: por ejemplo en el Jardín Botánico.

 

El primer encuentro

Cucarachero entre la espesa vegetación - M. Tillett - 2010
Recuerdo la primera vez que escuché un cucarachero urbano. Tenía yo cerca de 10 años y estaba realizando una de mis primeras visitas al Jardín Botánico de Bogotá. Hambriento de verde, acostumbrado a un mundo color cemento, ladrillo y pavimento, todo lo que veía a mi alrededor me dejaba asombrado: pequeñas flores rosadas creciendo en un prado, altos robles extendiendo su fresca sombra, un pájaro rojo... Más adentro, en un sitio oscuro, cubierto por viejos cipreses de aspecto misterioso, surgió de pronto el gorgoteo musical de un ave. Un ave entonces desconocida para mí, un ave que tenía que descubrir. Siguiendo el sonido – labor difícil, pues el cucarachero se iba alejando oculto entre los arbustos más espesos – logré finalmente atisbar una bolita con la cola levantada, un plumaje discreto que se camuflaba con los alrededores, un pico que se abría de par en par para emitir una catarata de notas...

 

El futuro del cucarachero

Zarzas o moras (Rubus spp.) - hábitat excelente para el cucarachero
Con el tiempo, he llegado a conocer mejor al cucarachero. Afortunadamente sigue siendo un ave común en el campo y una que responde muy bien a la plantación de setos y de cercas vivas, poblando los nuevos hábitats que se crean cuando se instalan, en medio de campos y potreros, estas hileras de densos árboles y arbustos. También se lo encuentra con regularidad en los barrios vecinos a los cerros Orientales, aquellos que por su cercanía a zonas con vegetación silvestre, de “monte”, ofrecen un sitio adecuado para que los cucaracheros vivan y aniden. Si podemos entender que los cucaracheros, al igual que cientos de otras aves, ranas, mariposas y plantas, no necesitan de tantos prados ni de árboles para vivir, sino que requieren de arbustos, matorrales, marañas de enredaderas y si podemos conservar y recuperar en algunos lugares los corredores de “monte”, entendiendo que esta vegetación (y no la de un típico parque podado y abierto) es la verdadera reserva natural donde viven los animales más interesantes y amenazados, el cucarachero seguirá acompañándonos por los siglos de los siglos, alegrándonos nuestras vidas con sus graciosos movimientos y su agradable canto.

miércoles, 9 de abril de 2014

Una guía para restaurar los ecosistemas de Colombia – La región central de Antioquia: vertientes intermedias

Montañas de Antioquia - R. Romero - 2006
Con este artículo continuamos con la serie sobre especies características de cada región de Colombia, que señala cuáles son las que deben ser conservadas en forma prioritaria y cuáles son las más aptas para emprender procesos de restauración ecológica.

Si usted es un propietario de una finca o un conservacionista que quiere emprender un proyecto de restauración de los bosques y de la fauna silvestre, es un buen punto iniciar conociendo su área. Antes de restaurar algo, hay que preguntarse: ¿Cómo eran los antiguos ecosistemas que había en esta región? ¿Qué especies de plantas y animales vivían aquí? ¿Cuáles siguen existiendo todavía? ¿Cuáles son las especies endémicas (exclusivas) de la región? ¿Cuáles especies están más amenazadas de extinción? Si voy a iniciar la creación de corredores de bosque en un terreno completamente despejado ¿cuáles son las especies de flora más adecuadas que debería plantar?

Colombia es un país tan variado que la respuesta a cada una de estas preguntas es diferente dependiendo de la región.

 

Las vertientes intermedias del centro de Antioquia

El área a la que aquí nos referimos comprende las vertientes intermedias del norte de la cordillera Central, en un rango de elevación que se extiende principalmente entre 1500 y 2500 metros sobre el nivel del mar (con una transición hacia las laderas bajas que desciende hasta 1000 m.s.n.m.) Ésta es una región montañosa, con topografías que van desde suaves en las zonas de altiplanos, hasta abruptas en las laderas más empinadas. El clima de estas laderas medias va de húmedo a muy húmedo e incluso hay zonas que llegan a ser clasificadas como pluviales (precipitaciones de más de 4000 mm al año). Enclavada a lo largo del valle de Aburrá, una de las áreas más pobladas y desarrolladas del país, se encuentra Medellín, la segunda ciudad más grande de Colombia.

Originalmente, toda la región estaba cubierta por espesos bosques. En los últimos 400 años se inició un proceso muy activo de colonización del área, marcado por la “cultura del desmonte”, que ha hecho desaparecer la mayor parte de la vegetación nativa. Restos de los últimos bosques todavía sobreviven como parches aislados, como franjas en la parte alta de las montañas y en las vertientes más abruptas, y como árboles solitarios en la mitad de áreas deforestadas. Tenemos una última oportunidad de salvar algunos de estos restos antes de que, como todo lo demás, sean desmontados. Una red de pequeñas reservas naturales, incluyendo fincas privadas que cuiden y amplíen los bosques nativos existentes, puede ayudar a conservar miles de especies de plantas y de pequeños animales, muchos de ellos únicos en el mundo, que, de otro modo, se perderían para siempre en los años que vienen. Y no sólo se trata de cuidar lo que queda. Antioquia puede ser uno de los mejores sitios en todo el país para hacer ensayos de restauración ecológica, para crear de nuevo bosques nativos en áreas donde estos se necesitan y ya no existen, para volver a conectar los territorios con corredores biológicos que sirvan de rutas a su riquísima biodiversidad.

 

Biodiversidad

Guacamaya cariseca (Ara severus) - D. Daniels
La biodiversidad de esta región es muy elevada. Se puede estimar la presencia de unas 120 especies de mamíferos, 500 especies de aves, 40 especies de reptiles, 70 especies de anfibios, 30 especies de peces, 4 especies de cangrejos de agua dulce y unas 3000 especies de plantas vasculares (plantas con semilla y helechos). A modo de comparación, Uruguay, que cubre un área 21 veces mayor que las vertientes intermedias del centro de Antioquia, tiene registros de unas 130 especies de mamíferos, más de 450 especies de aves, cerca de 70 especies de reptiles, cerca de 50 especies de anfibios y unas 2500 especies de plantas vasculares.

 

Endemismo

Chilco negro (Ageratina popayanensis)
Muchas especies de plantas y animales viven sólo en la región central de Antioquia y no se encuentran en ningún otro lado del mundo. Éstas son las especies prioritarias para la conservación. Si la gente de la región no las cuida ¿quién más en el mundo podrá hacerlo? Las especies endémicas exclusivas o casi exclusivas de estas vertientes incluyen las siguientes: entre los mamíferos, la chuchita o tunato de Handley (Marmosops handleyi) y la musaraña (Cryptotis colombiana); entre las aves, el tapaculo de Stiles (Scytalopus stilesi), el arrierito o guardabosque antioqueño (Lipaugus weberi) y el gorrión montés de Antioquia (Atlapetes blancae – posiblemente extinto); entre los reptiles, las serpientes ciegas o marraneras (Atractus lasallei, A. sanguineus) y la lagartija Anolis anoriensis; entre los anfibios, los sapitos arlequines (Atelopus nicefori, A. sonsonensis), los sapos picudos (Rhinella macrorhina, R. nicefori, R. rostrata, R. ruizi, R. truebae), las ranas de cristal (Centrolene antioquiense, C. robledoi, Nymphargus rosada, Rulyrana susatamai), las ranas saltonas (Colostethus thorntoni, Hyloxalus excisus, Rheobates pseudopalmatus), las ranas marsupiales (Gastrotheca bufona, G. dunni), la rana arborícola (Dendropsophus bogerti), las ranas de lluvia (Pristimantis bernali, P. factiosus, P. fallax, P. helvolus, P. lemur, P. paisa, P. penelopus, P. parectatus, P. phragmipleuron, P. suetus, Strabomantis necopinus), las salamandras (Bolitoglossa phalarosoma, B. ramosi, B. vallecula) y la cecilia (Caecilia “pachynema”); entre los cangrejos de agua dulce, Strengeriana antioquensis, S. flagellata y S. fuhrmanni.

En las vertientes intermedias de esta región se tienen registros de 175 especies de plantas endémicas exclusivas o casi exclusivas. Estas especies son los helechos Cnemidaria tryoniana, Elaphoglossum betancurii, E. gemmatum, Polybotrya botryoides, las acantáceas Aphelandra xanthantha, Justicia archeri, las aráceas Anthurium modicum, Chlorospatha amalfiensis, Ch. antioquiensis, Ch. betancurii, Ch. callejasii, Philodendron danielii, las apocináceas Ditassa microneriifolia, Mandevilla antioquiana, el gallinazo (Critoniopsis zarucchii), varias asteráceas (Ageratina fleischmannioides, Baccharis fraterna, Dendrophorbium archeri, Lepidaploa danielis, Mikania archeri, M. fragrans, M. lehmannii, Paragynoxys corei, Pentacalia tomasiana), los cardos (Guzmania danielii, Pepinia alborubra, Pitcairnia betancurii, P. semaphora, P. setipetiola, P. ventidirecta), el cedrillo (Brunellia amayensis), varias campanuláceas (Burmeistera kalbreyeri, Centropogon arachnocalyx, C. exsertus, C. lianeus, C. vittariaefolius, C. yarumalensis, Siphocampylus amalfiensis), el “caimo” (Licania cabrerae), Licania salicifolia, el chagualo (Clusia polyandra), la tijereta o cola de pato (Asplundia harlingiana), la ciperácea Eleocharis cuatrecasasii, los uvitos de monte (Cavendishia grossa, C. longirachis), Abarema callejasii, el chocho (Lupinus aberrans), las gesneriáceas Columnea coronata, C. rubrocincta, la hoja de pantano (Gunnera antioquensis), los hojarascos, almanegras o magnolios de monte (Magnolia coronata, M. guatapensis, M. polyhypsophylla, M. silvioi), Stigmaphyllon stenophyllum, Schwartzia parrae, los amarrabollos (Meriania albertiae, M. antioquiensis), los nigüitos (Miconia archeri, M. rhodantha), otras melastomatáceas (Allomaieta ebejicosana, A. zenufanasana, Tessmannianthus quadridomius), muchas orquídeas (Acianthera rodrigoi, Acronia alvaroi, A. calogramma, A. canidentis, A. cyanea, A. ganymedes, A. globosa, A. lobata, A. lopezii, A. lunaris, A. megalorhina, A. supervacanea, Cischweinfia colombiana, Crocodeilanthe gigas, C. rictoria, Dracula anicula, D. cutis-bufonis, D. lemurella, D. nosferatu, D. verrucosa, Eloyella antioquensis, Epidendrum amayense, E. aurigineum, E. aylacotoglossum, E. envigadoense, E. imperator, E. lopezii, E. pachoi, E. platypetalum, E. tigriphyllum, E. yarumalense, Hirtzia escobarii, Lepanthes aggeris, L. alcicornis, L. auditor, L. aures-asini, L. cactoura, L. cerambyx, L. cyclochila, L. fonnegrae, L. georgii, L. golondrina, L. helgae, L. hyphosa, L. ligiae, L. micellilabia, L. myoxophora, L. obovata, L. ophelma, L. pachoi, L. praemorsa, L. reticulata, L. sericinitens, L. skeleton, L. stelidilabia, L. subulata, L. trichocaulis, L. viahoensis, Lepanthopsis pristis, Macroclinium exiguum, Masdevallia alvaroi, M. anisomorpha, M. cacodes, M. dryada, M. foetens, M. posadae, M. pterygiophora, Microchilus bravocollinus, M. microcalcar, M. valdivianus, M. ventosus, Ornithocephalus escobarianus, Platystele densiflora, P. megaloglossa, Pleurothallis tuzae, Restrepia cuprea, R. powersii, Scaphosepalum lima, Scelochilus escobarianus, Sievekingia filifera, Sobralia bimaculata, S. cocornaensis, Stelis asseris, S. comica, S. dentata, S. inclinata, S. papiliopsis, S. pyramidalis, S. scutella, S. stapedia, Telipogon ospinae, T. vieirai, Trichopilia concepcionis, Trichosalpinx caudata, T. vagans), los chusques o carrizos (Arthrostylidium auriculatum, Chusquea arachniformis), la sobretana (Neurolepis petiolata), la granadilla de monte (Passiflora engleriana), el “cerezo” (Freziera arbutifolia), Peperomia la-sierrana, P. toroi, los cordoncillos (Piper cejanum, P. valdivianum), Cybianthus cogolloi, Prunus antioquensis, los aguadulces o cafetos de monte (Notopleura callejasii, Palicourea densa, P. denslowiae), el calabacillo (Meliosma lindae), las sueldas o matapalos (Phoradendron antioquianum, Ph. heterostachyum) y el yarumo (Cecropia multisecta).

Es notoria la afinidad que tiene la fauna y flora de esta región con la de los remotos bosques nubosos de la cordillera Occidental. Varias especies endémicas del país son compartidas por la cordillera Central de Antioquia y la cordillera Occidental. Entre estas especies podemos destacar las siguientes: entre los mamíferos, el ratón silvestre (Thomasomys popayanus); entre las aves, el carpinterito punteado (Picumnus granadensis), la tangara aurinegra (Bangsia melanochlamys) y la tangara multicolor (Chlorochrysa nitidissima); entre los reptiles, las culebras Atractus nicefori y Dipsas sanctijoannis y las lagartijas Anolis danieli y A. mariarum; entre los anfibios las ranas saltonas (Colostethus fraterdanieli, Hyloxalus abditaurantius), la rana venenosa (Ranitomeya opisthomelas) y las ranas de lluvia (Hypodactylus mantipus, Pristimantis erythropleura, P. gracilis, P. permixtus, P. thectopternus).

Corozo (Aiphanes concinna)
Entre las plantas vasculares endémicas, las especies que son compartidas con la cordillera Occidental son los anturios (Anthurium angosturense, A. subaequans), el mano de oso (Oreopanax brunneus), las asteráceas Asplundianthus toroi, Hebeclinium escobariae, la begonia silvestre (Begonia antioquensis), los “guásimos” (Cordia barbata, C. rubescens), la piñuela (Greigia danielii), los cardos (Guzmania laeta, Pepinia pectinata), los cedrillos (Brunellia occidentalis, B. trianae), los uvitos de monte (Cavendishia caudata, C. speciosa, C. subamplexicaulis, Orthaea glandulifera, O. minor, Psammisia citrina, Satyria arborea), el guamo (Inga interfluminensis), el chocho (Ormosia antioquensis), el chocho azul (Abarema lehmannii), la gencianácea Symbolanthus pterocalyx, las sueldas o matapalos (Ixocactus gracilis, I. rhynchophyllus), los hojarascos, almanegras o magnolios de monte (Magnolia espinalii, M. hernandezii, M. yarumalensis), la miona (Blakea quadrangularis), el amarrabollo (Meriania nobilis), el nigüito (Miconia frontinoana), la melastomatácea Allomaieta villosa, Odontocarya tenacissima, el caucho o higuerón (Ficus danielis), varias orquídeas (Acronia fugax, A. glabra, A. nox-media, Colombiana garayana, Dracula bellerophon, D. benedictii, D. nycterina, D. platycrater, D. roezlii, Epidendrum aguirrei, E. oraion, Lepanthes discolor, L. felis, L. fibulifera, L. platysepala, Masdevallia angulifera, M. macrura, M. molossus, M. sanctae-rosae, M. siphonantha, Pleurothallis pulvinaris, Pterostemma antioquiense, Restrepia echo, R. falkenbergii, Sigmatostalix pandurata, Stelis cochlearis, S. erecta, Trichosalpinx ballatrix, T. bricenoensis, Warreella patula), la gulupa de monte (Passiflora trisulca), los cordoncillos (Piper insignilaminum, P. scobinifolium), el huesito (Geissanthus betancurii), el yolombó blanco (Euplassa duquei) y el lato (Faramea parvula).

Otras endémicas interesantes, con un área de distribución que se extiende por otras regiones del país, son: entre los mamíferos, la ardilla (Sciurus pucheranii); entre las aves, la guacharaca colombiana (Ortalis columbiana), la perdiz colorada (Odontophorus hyperythrus), el torito dorsiblanco (Capito hypoleucus), el hormiguero de Parker (Cercomacra parkeri), el atrapamoscas apical (Myiarchus apicalis), el habia copetona (Habia cristata) y el cacique candela (Hypopyrrhus pyrohypogaster); entre los reptiles, la mapaná de agua (Helicops danieli) y la lagartija (Riama striata); entre los anfibios la rana marsupial (Cryptobatrachus fuhrmanni), la rana de lluvia (Pristimantis viejas) y la cecilia (Parvicaecilia pricei); entre las plantas vasculares, el dulomoco (Saurauia cuatrecasana), los corozos (Aiphanes concinna, A. linearis, A. simplex), la palma de cera de Sasaima (Ceroxylon sasaimae), el chilco negro (Ageratina popayanensis), el castaño (Stephanopodium aptotum), el laurel (Rhodostemonodaphne laxa), los uvitos de monte (Cavendishia guatapeensis, C. nitida), el roble negro (Colombobalanus excelsa), el escobo (Matudaea colombiana), el cedrillo blanco (Alfaroa colombiana), la flor de San Juan (Cattleya warscewiczii), otras orquídeas (Dracula chimaera, D. houtteana, D. psittacina, Masdevallia caudivolvula, M. estradae, Phragmipedium schlimii, Restrepia sanguinea) y el simploco (Symplocos mucronata).

 

¿Cuáles son las especies más amenazadas?

Tigrillo (Leopardus pardalis) - Danleo - 2006
En el área hay 11 especies de mamíferos que han sido catalogados como amenazados. Estos son la chuchita o tunato de Handley (Marmosops handleyi, CR), armadillo coletrapo (Cabassous centralis, NT), mico de noche (Aotus lemurinus, VU), nutria (Lontra longicaudis, VU), oso de anteojos (Tremarctos ornatus, VU), tigrillos (Leopardus pardalis, NT,  L. tigrinus, VU, L. wiedii, NT), puma o “león” (Puma concolor, NT), guagua loba (Dinomys branickii, VU) y guagua de páramo (Cuniculus taczanowskii, NT).

Entre las aves se cuentan las siguientes especies amenazadas: pava negra (Aburria aburri, NT), guacharaca colombiana (Ortalis columbiana, VU), perdiz colorada (Odontophorus hyperhythrus, NT), azor collarejo (Accipiter collaris, NT), guacamaya verde (Ara militaris, VU), loro orejiamarillo (Ognorhynchus icterotis, EN), torito dorsiblanco (Capito hypoleucus, VU), corretroncos barbiblanco (Margarornis stellatus, NT), tororoi rufocenizo (Grallaria rufocinerea, VU), tororoi cabecirrufo (Grallaricula cucullata, VU), pibí boreal (Contopus cooperi, VU), arrierito o guardabosque antioqueño (Lipaugus weberi, EN), saltarín dorado (Xenopipo flavicapilla, NT), tangara aurinegra (Bangsia melanochlamys, VU), musguerito gargantilla (Iridosornis porphyrocephalus, NT), tangara multicolor (Chlorochrysa nitidissima, VU), saltador chusquero (Saltator cinctus, NT), gorrión montés de Antioquia (Atlapetes blancae, CR – posiblemente extinto), reinita alidorada (Vermivora chrysoptera, NT), reinita cerúlea (Dendroica cerulea, VU) y cacique candela (Hypopyrrhus pyrohypogaster, EN)

Entre los reptiles amenazados está la serpiente ciega o marranera (Atractus nicefori, VU). Entre los anfibios amenazados se cuentan los sapitos arlequín (Atelopus nicefori, CR, A. sonsonensis, CR), los sapos picudos (Rhinella macrorhina, EN, R. rostrata, CR, R. truebae EN), las ranas de cristal (Centrolene antioquiense, NT, C. buckleyi, VU, C. geckoideum, VU, C. robledoi, VU, Nymphargus rosada, VU, Rulyrana susatamai, VU), las ranas saltonas (Colostethus fraterdanieli, NT, Hyloxalus lehmanni, NT), la rana venenosa (Ranitomeya opisthomelas, VU), las ranas marsupiales (Cryptobatrachus fuhrmanni, VU, Gastrotheca bufona, EN), las ranas cornudas (Hemiphractus fasciatus, NT, H. johnsoni, EN), la rana arborícola (Hyloscirtus larinopygion, NT) y las ranas de lluvia (Pristimantis bernali, EN, P. fallax, EN, P. gracilis, VU, P. helvolus, EN, P. lemur, EN, P. penelopus, VU, P. parectatus, EN, P. phragmipleuron, CR, P. suetus, EN, Strabomantis necopinus, VU).

La cacería y las transformaciones extremas de los hábitats (sobre todo por deforestación) han exterminado por completo varias especies que solían habitar en las regiones montañosas de Antioquia. En la pasada era de hielo se encontraban en esta región, al igual que en otras partes de Colombia, gonfoterios o “mastodontes” (una especie de “elefantes” nativos), de los cuales hay reportes de fósiles. En tiempos históricos han desaparecido el churuco (Lagothrix lugens, CR), el “tigre” o jaguar (Panthera onca centralis, VU), la danta (Tapirus terrestris columbianus, CR), la tatabra o pecarí de labios blancos (Tayassu pecari, NT) y el gorrión montés de Antioquia (Atlapetes blancae, CR). Otros animales, como la danta de páramo (Tapirus pinchaque, EN) y el águila crestada (Spizaetus isidori, VU) pudieron haber habitado esta región en el pasado, pero, si fue así, fueron exterminados antes de que se pudieran lograr registros sólidos de su presencia.

Entre las plantas amenazadas destacan varios árboles maderables como el pino romerón (Retrophyllum rospigliosii, NT), chaquiro (Podocarpus oleifolius, VU), “caimos” (Couepia platycalyx, EN, Licania cabrerae, EN, Licania salicifolia, CR), castaño (Stephanopodium aptotum, EN), roble negro (Colombobalanus excelsa, VU), roble (Quercus humboldtii, VU), cedro negro (Juglans neotropica, EN), comino (Aniba perutilis, CR), hojarascos, almanegras o magnolios de monte (Magnolia espinalii, CR, M. guatapensis, EN, M. hernandezii, EN, M. polyhypsophylla, CR, M. silvioi, EN, M. yarumalensis, EN) y cedros (Cedrela montana, VU, C. odorata, EN).

Otras especies de flora amenazada incluyen los corozos (Aiphanes concinna, NT, A. linearis, NT, A. simplex, NT), las palmas de cera o de ramo (Ceroxylon quindiuense, EN, C. sasaimae, CR), los cardos (Guzmania danielii, NT, Guzmania laeta, NT, Pepinia alborubra, EN, Pepinia pectinata, EN, Pitcairnia semaphora, NT), la piñuela (Greigia danielii, NT), el gallinazo blanco (Hyptidendron arboreum, VU), cuna de Venus (Anguloa clowesii, EN), flor de San Juan (Cattleya warscewiczii, VU), Josefina (Miltoniopsis vexillaria, VU), otras orquídeas (Dracula bellerophon, EN, D. benedictii, VU, D. cutis-bufonis, VU, D. lemurella, EN, D. nosferatu, EN, D. nycterina, EN, D. psittacina, VU, D. roezlii, VU, Masdevallia angulifera, VU, M. cacodes, EN, M. dryada, VU, M. fasciata, EN, M. foetens, EN, M. macrura, EN, M. mandarina, VU, M. sanctae-rosae, VU, M. siphonantha, VU, M. trochilus, VU, M. velifera, EN, M. ventricularia, EN, M. xanthina, VU, Odontoglossum harryanum, EN, O. mirandum, VU, O. praenitens, VU, O. rhynchanthum, EN, O. wallisii, VU, Otoglossum arminii, VU, Restrepia cuprea, EN, R. echo, VU, R. falkenbergii, EN, R. sanguinea, VU) y las gulupas o granadillas de monte (Passiflora engleriana, EN, P. trisulca, EN).

Además de estas plantas que han sido formalmente categorizadas como amenazadas, debe haber muchas otras especies en riesgo, especialmente las endémicas exclusivas de la región mencionadas en la sección anterior.

Es muy importante conocer y proteger estas especies. Conservarlas significa usualmente conservar su hábitat; si esto se logra hacer exitosamente, se pueden llegar a salvar centenares de otras especies de plantas y de animales que comparten su hogar con las especies amenazadas.

 

¿Cuál era la flora de los antiguos bosques?

Laurel (Ocotea sericea)
Aquí damos una muestra de las especies cuya presencia y abundancia indican bosques de edad avanzada. Entre sus árboles se encuentran varias de las mejores maderas de la región y muchas especies amenazadas. Para propagar estas especies hay que plantarlas en lugares donde se den dos condiciones: que haya sombra de otras plantas y que el suelo esté cubierto de hojarasca (no de pasto).

ÁRBOLES: Pino romerón (Retrophyllum rospigliosii), chaquiros (Podocarpus magnifolius, P. oleifolius), cargadero (Guatteria lehmannii), huesito (Ilex danielis), cardenillo (Ilex laurina), pategallinas (Schefflera blepharidophylla, S. digyna, S. minutiflora, S. quinduensis, S. trianae), barcino (Calophyllum brasiliense), cuchillo (Zinowiewia australis), “caimos” (Couepia platycalyx, Licania cabrerae, L. salicifolia), chagualos (Chrysochlamys colombiana, Clusia alata, C. articulata, C. brachycarpa, C. colombiana, C. cuneifolia, C. decussata, C. discolor, C. ducu, C. ducuoides, C. hydrogera, C. loranthacea, C. mamillata, C. minor, C. mocoensis, C. monantha, C. multiflora, C. palmicida, C. polyandra, C. stenophylla, C. triflora, C. trochiformis, C. venulosa, C. volubilis, C. weberbaueri), madroño (Garcinia madruno), rapabarbo (Tovomita weddelliana), castaño (Stephanopodium aptotum), cadillo (Sloanea brevispina), Andira taurotesticulata, chochos (Ormosia antioquensis, O. colombiana), roble negro (Colombobalanus excelsa), roble (Quercus humboldtii), escobo (Matudaea colombiana), chulo (Calatola costaricensis), cedrillo blanco (Alfaroa colombiana), cedro negro (Juglans neotropica), comino (Aniba perutilis), laureles (Beilschmiedia latifolia, B. tovarensis, Nectandra laurel, N. reticulata, Ocotea leucoxylon, O. macropoda, O. sericea, O. smithiana, O. valerioana, Persea chrysophylla, P. cuneata, P. subcordata, Rhodostemonodaphne laxa), olleto, catelisoto (Eschweilera antioquensis), olleto (Eschweilera sessilis), tunos rosos (Axinaea macrophylla, A. scutigera), hojarascos, almanegras o magnolios de monte (Magnolia coronata, Magnolia espinalii, M. guatapensis, M. hernandezii, M. polyhypsophylla, M. silvioi, M. yarumalensis), cedro (Cedrela odorata), cedro de tierra fría (Cedrela montana), cedros machos (Guarea kunthiana, Ruagea pubescens), arrayán (Myrcianthes myrsinoides), guayabo de monte (Myrcianthes rhopaloides), candelos (Hieronyma antioquensis, H. huilensis), ojos de pava (Prunus integrifolia, P. muris), manzano de monte (Billia rosea), caimos de monte (Chrysophyllum prieurii, Pouteria torta), estoraque (Styrax pavonii), simplocos (Symplocos lehmannii, S. mucronata, S. serrulata), cogote (Gordonia fruticosa), canelo de páramo (Drimys granadensis). PALMOIDES: palmas de cera, palmas de ramo (Ceroxylon parvifrons, C. quindiuense, C. sasaimae, C. vogelianum), barrigona (Dictyocaryum lamarckianum), macanas (Wettinia fascicularis, W. kalbreyeri), corozos (Aiphanes concinna, A. linearis, A. simplex), palmilla (Geonoma orbignyana), molinillo (Chamaedorea pinnatifrons) y palmichos (Chamaedorea linearis, Euterpe precatoria, Geonoma undata, Prestoea acuminata, P. carderi). TREPADORAS: Monstera lechleriana, M. obliqua, Philodendron danielii, P. elegans, P. exile, P. hederaceum, P. sagittifolium, P. tuerckheimii, P. verrucosum, cuculmeca (Smilax domingensis), atajaperros (Smilax siphilitica), amarra corral (Smilax tomentosa), Smilax mollis. ARBUSTOS: Uña de gato o acanto (Aphelandra runcinata), camarón rojo (Aphelandra scolnikiae), ojo de pava (Prunus antioquensis), aguadulces, cafetos de monte (Palicourea andaluciana, P. angustifolia, P. apicata, P. cogolloi, P. garciae, P. perquadrangularis, Psychotria aschersoniana, P. aubletiana, P. convergens), limones de monte, limoncillos (Siparuna aspera, S. conica, S. echinata, S. gesnerioides, S. laurifolia, S. lepidota, S. stellulata, S. thecaphora). HIERBAS: Helechos (Dryopteris wallichiana, Elaphoglossum spp., Lophosoria quadripinnata, Pteris spp., Serpocaulon fraxinifolium, etc.), anturios (Anthurium alatum, A. antioquiense, A. bogotense, A. caramantae, A. cupreum, A. panduriforme), otras aráceas (Chlorospatha antioquiensis, Ch. betancurii, Ch. luteynii, Stenospermation angustifolium, S. robustum, S. sessile, S. weberbaueri), gota de sangre (Columnea dimidiata), pico de loro (Columnea strigosa), Columnea purpurata. EPÍFITAS: Helechos (Asplenium spp., Campyloneurum spp., Microgramma percussa, Nephrolepis cordifolia, Niphidium crassiflium, Pecluma spp., Pleopeltis macrocarpa, Serpocaulon spp.), anturios (Anthurium caucanum, A. longegeniculatum, A. microspadix, A. myosuroides, A. nigrescens, A. pulchellum, A. scandens, A. soejartoi, A. stipitatum, A. subaequans, A. yarumalense), cardos (Aechmea veitchii, Guzmania coriostachya, G. danielii, G. diffusa, G. mitis, G. multiflora, G. pearcei, G. squarrosa, G. triangularis, Mezobromelia capituligera, Racinaea adpressam R. penlandii, R. spiculosa, R. subalata, R. tetrantha, Tillandsia archeri, T. biflora, T. compacta, T. complanata, T. confinis, T. fendleri, T. tovarensis, Vriesea elata, V. pereziana, V. rubrobracteata, V. tequendamae, Werauhia umbrosa), orquídeas (Acronia, Anguloa, Cattleya, Dracula, Epidendrum, Lepanthes, Masdevallia, Maxillaria, Prosthechea, Restrepia, Stelis, etc.), Sphyrospermum buxifoloium, S. cordifolium, Peperomia spp.

 

¿Cuáles especies plantar?

Camargo (Verbesina nudipes)
Las especies de flora de bosque maduro mencionadas en el párrafo anterior suelen ser inadecuadas para la restauración de un terreno completamente abierto, pues, cuando son juveniles, no están adaptadas a resistir una plena exposición al sol, al viento y a la lluvia. En cambio, hay una serie de especies de plantas pioneras muy bien adaptadas a la plena exposición y que crecen rápidamente. Éstas son las especies ideales para iniciar la restauración de un bosque variado y lleno de biodiversidad. Cuando ya son grandes (después de 10 a 20 años), se van estableciendo bajo su sombra especies más lentas, propias de una vegetación más madura. Entre las principales pioneras de la región se cuentan:

ÁRBOLES: Nacedero (Trichanthera gigantea), dulomocos (Saurauia brachybotrys, S. cuatrecasana, S. stapfiana, S. ursina, S. yasicae), gallinazos (Critoniopsis lindenii, Piptocoma discolor), camargos (Verbesina humboldtii, V. nudipes), aliso (Alnus acuminata), cedrillos (Brunellia amayensis, B. occidentalis, B. sibundoya, B. subsessilis, B. trianae), nogal cafetero (Cordia alliodora), guásimos (Cordia barbata, C. cylindrostachya, Tournefortia fuliginosa, T. scabrida), zurrumbo (Trema micrantha), chiriguacos (Clethra fagifolia, C. revoluta), encenillos (Weinmannia balbisiana, W. pubescens, W. rollottii), chilco colorado (Escallonia paniculata), dragos (Croton magdalenensis, C. smithianus), pisquín (Albizia carbonaria), carbonero (Calliandra pittieri), chachafruto (Erythrina edulis), guamos (Inga densiflora, I. edulis, I. interfluminensis, I. lallensis, I. laurina, I. marginata, I. multijuga, I. oerstediana, I. pezizifera, I. punctata, I. ruiziana, I. sapindoides, I. sierrae, I. vera, I. villosissima), carates o punta de lanzas (Vismia baccifera, V. guianensis, V. laevis, V. lauriformis), balso blanco (Heliocarpus americanus), ceiba de clima frío (Spirotheca rosea), amarraboyos (Meriania antioquiensis, M. nobilis, M. quintuplinervis, M. tuberculata), punta de lanza (Miconia caudata), sietecueros (Tibouchina lepidota), olivo de cera (Morella pubescens), guayabo (Psidium guajava), guayabo de monte (Psidium guineense), caunce (Godoya antioquensis), espadero (Myrsine coriacea), quina (Cinchona pubescens), cabo de hacha (Rhamnus sphaerosperma), frutillo o tomate de monte (Solanum asperolanatum), yarumo negro (Cecropia angustifolia), yarumo blanco (Cecropia telenitida), quimula (Citharexylum subflavescens), Lippia schlimii. PALMOIDES: Helechos arborescentes o “sarros” (Alsophila engelii, A. erinacea, Cyathea andina, C. caracasana, C. divergens, C. ebenina, C. fulva, C. latevagans, C. meridensis, C. multiflora, C. nigripes, C. parvula, C. pauciflora, C. poeppigii, C. trichiata, C. tryonorum, Dicksonia sellowiana). TREPADORAS: Cortapicos, petacas (Bomarea bredemeyerana, B. carderi, B. diffracta, B. multiflora, B. patinii), zumaque (Coriaria ruscifolia), zarcillejos, fucsias de monte (Fuchsia hartwegii, F. petiolaris, F. venusta), curubos, gulupas y granadillas (Passiflora alnifolia, P. antioquiensis, P. apoda, P. arbelaezii, P. chelidonea, P. cumbalensis, P. cuspidifolia, P. edulis, P. gracillima, P. ligularis, P. mixta, P. tarminiana, P. tripartita), moras, zarzas (Rubus bogotensis, R. boliviensis, R. glaucus, R. guyanensis, R. mollifrons, R. porphyromallos, R. robustus, R. urticifolius). ARBUSTOS: “Salvia” (Austroeupatorium inulifolium), chilco negro (Ageratina popayanensis), otros chilcos (Baccharis brachylaenoides, B. latifolia, B. nitida, B. trinervis), botón de oro (Erato vulcanica), botón blanco (Schistocarpha sinforosi), zancas de mula (Acalypha diversifolia, A. macrostachya, A. platyphylla), liberal (Euphorbia cotinifolia), tabaquillo (Macrocarpaea macrophylla), mortiños (Clidemia capitellata, C. ciliata, C. rubra), nigüitos (Miconia aeruginosa, M. albicans, M. asclepiadea, M. asperrima, M. dodecandra, M. dolichorrhyncha, M. gracilis, M. ibaguensis, M. jahnii, M. lehmannii, M. multiplinervia, M. notabilis, M. prasina, M. psychrophila, M. quintuplinervia, M. resima, M. rhodantha, M. smaragdina, M. theizans, M. tomentosa, M. trinervia, M. wurdackii), angelitos (Monochaetum bonplandii, M. multiflorum), trompeto (Bocconia frutescens), cordoncillos (Piper aduncum, P. antioquiense, P. archeri, P. artanthe, P. begoniicolor, P. brisasense, P. calceolarium, P. cocornanum, P. crassinervium, P. daniel-gonzalezii, P. eriopodon, P. glanduligerum, P. irazuanum, P. jericoense, P. lanciifolium, P. lenticellosum, P. marginatum, P. sphaeroides, P. tomas-albertoi, P. umbellatum), chusques (Chusquea antioquensis, Ch. latifolia, Ch. londoniae), borrachero (Datura x candida), tintos, cenizos (Cestrum  microcalyx, C. ochraceum, C. schlechtendalii, C. tomentosum), frutillos, tomates de monte (Solanum aphyodendron, S. arboreum, S. circinatum, S. deflexiflorum, S. oblongifolium, S. ovalifolium, S. pseudolulo, S. scorpioideum, S. stellatiglandulosum, S. torvum, S. trachycyphum, S. umbellatum), lulo (Solanum quitoense), zanca de mula (Boehmeria caudata), Myriocarpa longipes, pringamozas (Urera baccifera, U. simplex, U. verrucosa), aguapante (Duranta mutisii), venturosas, lantanas (Lantana camara, L. hirta, L. tomasii, L. trifolia). HIERBAS: Rascadera (Xanthosoma sagittifolium), cañagrias (Costus lasius, C. spiralis), platanillos o heliconias (Heliconia burleana, H. combinata, H. cordata, H. griggsiana, H. latispatha, H. laxa), bihao (Calathea asplundii), Renealmia foliifera, R. ligulata, R. lucida.

También resultan adecuados para plantar en una zona abierta los saucos de monte (Viburnum antioquiense, V. axillare, V. tinoides, V. toronis, V. triphyllum, V. undulatum), guayacán rosado (Tabebuia rosea), mano de osos (Oreopanax capitatus, O. confusus, O. glabrifolius, O. incisus), silbo-silbos (Hedyosmum bonplandianum, H. goudotianum, H. racemosum), escobos (Alchornea glandulosa, A. grandiflora, A. latifolia), nadador (Sapium stylare), roble (Quercus humboldtii), chocho azul (Abarema lehmannii), chocho (Erythrina rubrinervia), laureles (Cinnamomum triplinerve, Nectandra acutifolia), aguacatillo (Persea caerulea), cauchos, sueldas o higuerones (Ficus americana, F. brevibracteata, F. cuatrecasasiana, F. danielis, F. gigantosyce, F. insipida, F. mutisii, F. subandina), lechudo (Morus insignis), arrayanes (Calycolpus moritzianus, Myrcia popayanensis, M. subsessilis), limones de monte, limoncillos (Siparuna spp.), mantequillo (Turpinia occidentalis), simplocos (Symplocos lehmannii, S. mucronata, S. serrulata) y sueldas de roca (Coussapoa duquei, C. villosa).

Angelito (Monochaetum bonplandii)
En cimas rocosas, con suelo superficial, prospera un conjunto particular de especies, muy bien adaptadas a una plena exposición al viento, al sol y a la resequedad que estos producen. Estas especies son el cardenillo (Ilex nervosa), pategallina (Schefflera trianae), gallinazo (Piptocoma discolor), chagualo (Clusia multiflora), encenillos (Weinmannia balbisiana, W. pubescens, W. rollottii), carbonero (Bejaria aestuans), uvitos de monte (Cavendishia angustifolia, C. bracteata, C. callista, C. guatapeensis, C. nitida, C. pubescens, C. speciosa, C. tarapotana), reventaderas o mortiños venenosos (Gaultheria buxifolia, G. erecta, Pernettya prostrata), mortiños (Vaccinium corymbodendron, V. floribundum, V. meridionale), otras ericáceas (Disterigma acuminatum, D. alaternoides), carates o punta de lanzas (Vismia baccifera, V. guianensis), platero (Gaiadendron punctatum), olivo de cera (Morella pubescens), espadero (Myrsine coriacea), cabo de hacha (Rhamnus goudotiana), mote (Hesperomeles obtusifolia) y azuceno (Ladenbergia macrocarpa).

Para repoblar barrancos con vegetación protectora, resultan especialmente adecuadas las siguientes especies: “salvia” (Austroeupatorium inulifolium), chilco negro (Ageratina popayanensis), otros chilcos (Baccharis brachylaenoides, B. latifolia, B. nitida, B. trinervis), cedrillos (Brunellia amayensis, B. occidentalis, B. sibundoya, B. subsessilis, B. trianae), chiriguacos (Clethra fagifolia, C. revoluta), encenillos (Weinmannia balbisiana, W. pubescens, W. rollottii), uvitos de monte (Cavendishia angustifolia, C. bracteata, C. callista, C. guatapeensis, C. nitida, C. pubescens, C. speciosa, C. tarapotana), reventaderas o mortiños venenosos (Gaultheria buxifolia, G. erecta, Pernettya prostrata), mortiños (Vaccinium corymbodendron, V. floribundum, V. meridionale), otras ericáceas (Disterigma acuminatum, D. alaternoides), nigüitos (Miconia spp.), angelitos (Monochaetum bonplandii, M. multiflorum), “cerezos” (Freziera arbutifolia, F. chrysophylla), chusques (Chusquea antioquensis, Ch. latifolia, Ch. londoniae), los helechos Cnemidaria horrida, Lophosoria quadripinnata y diversas especies de helechos sarros (Cyathea spp.)

NOTA: Mi amigo Juan Lázaro Toro me cuenta que Corantioquia está propagando varias de las especies arriba mencionadas y que se pueden conseguir en el vivero de Piedras Blancas. Más información sobre el listado del vivero aquí.

martes, 8 de abril de 2014

Una guía para restaurar los ecosistemas de Colombia – La región central de Antioquia: zonas altas

Potreros, cultivos y bosques - Sonsón - M. Agudelo - 2007
Con este artículo continuamos con la serie sobre especies características de cada región de Colombia, que señala cuáles son las que deben ser conservadas en forma prioritaria y cuáles son las más aptas para emprender procesos de restauración ecológica.

Si usted es un propietario de una finca o un conservacionista que quiere emprender un proyecto de restauración de los bosques y de la fauna silvestre, es un buen punto iniciar conociendo su área. Antes de restaurar algo, hay que preguntarse: ¿Cómo eran los antiguos ecosistemas que había en esta región? ¿Qué especies de plantas y animales vivían aquí? ¿Cuáles siguen existiendo todavía? ¿Cuáles son las especies endémicas (exclusivas) de la región? ¿Cuáles especies están más amenazadas de extinción? Si voy a iniciar la creación de corredores de bosque en un terreno completamente despejado ¿cuáles son las especies de flora más adecuadas que debería plantar?

Colombia es un país tan variado que la respuesta a cada una de estas preguntas es diferente dependiendo de la región.

 

Las zonas altas del centro de Antioquia

Amarrabollo (Meriania nobilis)
El área a la que aquí nos referimos comprende las zonas altas del norte de la cordillera Central, en un rango de elevación que abarca entre 2500 y 3200 metros sobre el nivel del mar. Ésta es una región montañosa, con topografías que van desde suaves en las zonas de altiplanos, hasta abruptas en las laderas más empinadas. El clima va de húmedo a muy húmedo e incluso hay zonas que llegan a ser clasificadas como pluviales (precipitaciones de más de 4000 mm al año). Originalmente, toda la región estaba cubierta por espesos bosques. En los últimos 400 años se inició un proceso muy activo de colonización del área, marcado por la “cultura del desmonte”, que ha transformado áreas muy extensas en potreros. Restos de los últimos bosques todavía sobreviven como parches aislados, como franjas en la parte alta de las montañas y en las vertientes más abruptas, como árboles solitarios en la mitad de áreas deforestadas. Tenemos una última oportunidad de salvar algunos de estos restos antes de que, como todo lo demás, sean desmontados. Una red de pequeñas reservas naturales, incluyendo fincas privadas que cuiden y amplíen los bosques nativos existentes, puede ayudar a conservar miles de especies de plantas y de pequeños animales, muchos de ellos únicos en el mundo, que, de otro modo, se perderían para siempre en los años que vienen. Y no sólo se trata de cuidar lo que queda. Antioquia puede ser uno de los mejores sitios en todo el país para hacer ensayos de restauración ecológica, para crear de nuevo bosques nativos en áreas donde estos se necesitan y ya no existen, para volver a conectar los territorios con corredores biológicos que sirvan de rutas a su riquísima biodiversidad.

 

Biodiversidad

Epidendrum fimbriatum
La biodiversidad de las esta región es elevada. Se puede estimar la presencia de unas 60 especies de mamíferos silvestres, 270 especies de aves, 20 especies de reptiles, 30 especies de anfibios, 10 especies de peces y unas 2000 especies de plantas vasculares (plantas con semilla y helechos). A modo de comparación, Noruega, que cubre un área 175 veces mayor que las zonas altas del centro de Antioquia, tiene registros de unas 90 especies de mamíferos, 470 especies de aves, 5 especies de reptiles, 5 especies de anfibios y 1300 especies de plantas vasculares nativas.

 

Endemismo

Muchas especies de plantas y animales viven sólo en la región central de Antioquia y no se encuentran en ningún otro lado del mundo. Éstas son las especies prioritarias para la conservación. Si la gente de la región no las cuida ¿quién más en el mundo podrá hacerlo? Las especies endémicas exclusivas o casi exclusivas de estas vertientes incluyen las siguientes: entre los mamíferos, la musaraña (Cryptotis colombiana); entre las aves, el tororoi de Miller (Grallaria milleri gilesi – posiblemente extinto) y el gorrión montés de Antioquia (Atlapetes blancae – posiblemente extinto); entre los reptiles, la serpiente ciega o marranera (Atractus lasallei); entre los anfibios, los sapitos arlequín (Atelopus nicefori, A. sernai), los sapos picudos (Rhinella macrorhina, R. nicefori, R. ruizi), la rana de cristal (Centrolene robledoi), la rana marsupial (Gastrotheca dunni), la rana de pies pequeños (Atopophrynus syntomopus), las ranas de lluvia (Hypodactylus latens, Pristimantis dorsopictus, P. lemur, P. maculosus, P. paisa, P. parectatus, P. piceus, P. scoloblepharus, P. suetus) y la salamandra (Bolitoglossa vallecula).

En las zonas altas de esta región se tienen registros de 58 especies de plantas endémicas exclusivas o casi exclusivas. Estas especies son el helecho Lellingeria militaris, la apiácea Niphogeton killipiana, la arácea Chlorospatha antioquiensis, algunos cardos o bromelias (Guzmania danielii, Pitcairnia farinosa, P. lindae, P. ventidirecta), los cardones (Puya ochroleuca, Puya roldanii), la ciperácea Eleocharis cuatrecasasii, el cardito (Paepalanthus barkleyi), el romero de monte (Diplostephium antioquense), otras asteráceas (Badilloa sonsonensis, Mikania lehmannii, Paragynoxys corei, Pentacalia tomasiana), los cedrillos (Brunellia amayensis, B. boqueronensis), varias campánuláceas (Centropogon arachnocalyx, C. lianeus, C. vittariaefolius, C. yarumalensis), el “caimo” (Licania cabrerae), el chagualo o gaque (Clusia chusqueae), el uvito de monte (Cavendishia longirachis), el chocho (Lupinus fratrum), la hoja de pantano (Gunnera antioquensis), la suelda, matapalo o pajarito (Tripodanthus belmirensis), el amarrabollo (Meriania antioquiensis), el nigüito (Miconia rhodantha), muchas orquídeas (Acronia canidentis, A. supervacanea, Ancipitia tetragona, Crocodeilanthe gigas, C. rictoria, Elleanthus cinnabarinus, Epidendrum amayense, E. envigadoense, E. modestissimum, E. pachoi, Lepanthes aduncata, L. debilis, L. gutula-sanguinis, L. ligiae, L. pilosiaures, L. reticulata, L. skeleton, Masdevallia anisomorpha, Pleurothallis chuscalica, P. hemisphaerica, P. notabilis, P. tanyrhina, P. tuzae, Trichosalpinx vagans, T. webbiae), el rústico (Monnina dugandiana), el ojo de pava (Prunus antioquensis) y el aguadulce o cafeto de monte (Palicourea danielis).

Es notoria la afinidad que tiene la fauna y flora de esta región con la de los remotos bosques nubosos de la cordillera Occidental. Varias especies endémicas del país son compartidas por la cordillera Central de Antioquia y la cordillera Occidental. Entre estas especies podemos destacar las siguientes: entre los mamíferos, la musaraña (Cryptotis medellinia) y el ratón silvestre (Thomasomys popayanus); entre los reptiles, la lagartija (Anolis mariarum); entre los anfibios, la rana saltona (Colostethus fraterdanieli) y las ranas de lluvia (Pristimantis erythropleura, P. permixtus); entre las plantas vasculares, el freilejón (Espeletia occidentalis), la piñuela (Greigia danielii), la begonia silvestre (Begonia antioquensis), los “guásimos” (Cordia barbata, C. rubescens), el cedrillo (Brunellia trianae), la campánulacea Centropogon carnosus, los uvitos de monte (Psammisia citrina, Satyria arborea), el tabaquillo (Macrocarpaea callejasii), las gencianáceas Symbolanthus gaultherioides, S. pterocalyx, la suelda, matapalo o pajarito (Ixocactus rhynchophyllus), el gallinazo morado o almanegra (Magnolia yarumalensis), el nigüito (Miconia antioquiensis), el higuerón (Ficus danielis), varias orquídeas (Acronia fugax, A. nox-media, Cyrtochilum dipterum, Lepanthes tibouchinicola, Masdevallia heteroptera, M. macrura, M. sanctae-rosae, Odontoglossum mirandum, O. praenitens, Pleurothallis pulvinaris, Stelis cochlearis) y el huesito (Geissanthus betancurii).

Otras endémicas interesantes, con un área de distribución que se extiende por otras regiones del país, son: entre los mamíferos, la ardilla (Sciurus pucheranii) y la rata de los chusques (Olallamys albicauda); entre las aves, el cacique candela (Hypopyrrhus pyrohypogaster); entre los reptiles, la lagartija (Riama striata); entre las plantas vasculares, los corozos (Aiphanes concinna, A. linearis), el chilco negro (Ageratina popayanensis), los uvitos de monte (Cavendishia guatapeensis, C. nitida), el simploco (Symplocos mucronata), el té de Bogotá (Symplocos theiformis) y Citharexylum sulcatum.

 

¿Cuáles son las especies más amenazadas?

Puma o "león" (Puma concolor, NT) - T. Shears - 2009
En el área hay 9 especies de mamíferos que han sido catalogados como amenazados. Estos son el armadillo cola de trapo (Cabassous centralis, NT), mico de noche (Aotus lemurinus, VU), nutria (Lontra longicaudis, VU), oso de anteojos (Tremarctos ornatus, VU), tigrillos (Leopardus pardalis, NT, L. tigrinus, VU), puma o “león” (Puma concolor, NT), guagua loba (Dinomys branickii, VU) y guagua de páramo (Cuniculus taczanowskii, NT).

Entre las aves se cuentan las siguientes especies amenazadas: loro orejiamarillo (Ognorhynchus icterotis, EN), colibrí calzoncitos (Eriocnemis derbyi, NT), tororoi rufocenizo (Grallaria rufocinerea, VU), tororoi cabecirrufo (Grallaricula cucullata, VU), pibí boreal (Contopus cooperi, VU), saltador chusquero (Saltator cinctus, NT) y cacique candela (Hypopyrrhus pyrohypogaster, EN).

Entre los anfibios amenazados están los sapitos arlequín (Atelopus nicefori, CR, A. sernai, CR), sapos cornudos (Rhinella macrorhina, EN, R. nicefori, EN), ranas de cristal (Centrolene buckleyi, VU, C. robledoi, VU), rana arborícola (Hyloscirtus larinopygion, NT), rana de pies pequeños (Atopophrynus syntomopus, CR) y ranas de lluvia (Hypodactylus latens, EN, Pristimantis dorsopictus, EN, P. maculosus, EN, P. lemur, EN, P. parectatus, EN, P. scoloblepharus, EN, P. suetus, EN).

La cacería y las transformaciones extremas de los hábitats (sobre todo por deforestación) han exterminado por completo varias especies que solían habitar las montañas altas de Antioquia. En la pasada era de hielo se encontraban en esta región, al igual que en otras partes de Colombia, gonfoterios o “mastodontes” (una especie de “elefantes” nativos), de los cuales hay reportes de fósiles. En tiempos históricos han desaparecido el “tigre” o jaguar (Panthera onca centralis, VU), el churuco (Lagothrix lugens, CR), el tororoi de Miller (Grallaria milleri gilesi, CR) y el gorrión montés de Antioquia (Atlapetes blancae, CR). Otros animales, como la danta de páramo (Tapirus pinchaque, EN), el cóndor de los Andes (Vultur gryphus, EN) y el águila crestada (Spizaetus isidori, VU) pudieron haber habitado esta región en el pasado, pero, si fue así, fueron exterminados antes de que se pudieran lograr registros sólidos de su presencia.

Entre las plantas amenazadas destacan algunos árboles maderables como el chaquiro (Podocarpus oleifolius, VU), diomate de tierra fría (Prumnopitys montana, VU), “caimo” (Licania cabrerae, CR), roble (Quercus humboldtii, VU), cedro negro (Juglans neotropica, EN), gallinazo morado o almanegra (Magnolia yarumalensis, EN) y cedro de tierra fría (Cedrela montana, VU).

Otras especies de flora amenazada incluyen la palma de cera del Quindío (Ceroxylon quindiuense, EN), el frailejón (Espeletia occidentalis, NT), los cardos (Guzmania danielii, NT, Pitcairnia lindae, CR), la piñuela (Greigia danielii, NT), los cardones (Puya ochroleuca, EN, Puya roldanii, EN), la salvia silvestre (Salvia pauciserrata, VU) y varias orquídeas (Cyrtochilum dipterum, VU, Masdevallia anisomorpha, EN, M. fasciata, EN, M. heteroptera, VU, M. macrura, EN, M. sanctae-rosae, VU, Odontoglossum mirandum, VU, O. praenitens, VU).

Además de estas plantas que han sido formalmente categorizadas como amenazadas, debe haber muchas otras especies en riesgo, especialmente las endémicas exclusivas de la región mencionadas en la sección anterior.

Es muy importante conocer y proteger estas especies. Conservarlas significa usualmente conservar su hábitat; si esto se logra hacer exitosamente, se pueden llegar a salvar centenares de otras especies de plantas y de animales que comparten su hogar con las especies amenazadas.

 

¿Cuál era la flora de los antiguos bosques?

Cedro de clima frío (Cedrela montana)
Aquí damos una muestra de las especies cuya presencia y abundancia indican bosques de edad avanzada. Entre sus árboles se encuentran varias de las mejores maderas de la región y muchas especies amenazadas. Para propagar estas especies hay que plantarlas en lugares donde se den dos condiciones: que haya sombra de otras plantas y que el suelo esté cubierto de hojarasca (no de pasto).

ÁRBOLES: Chaquiro (Podocarpus oleifolius), diomate de tierra fría (Prumnopitys montana), cardenillo (Ilex laurina), pategallinas (Schefflera bogotensis, S. quinduensis, S. trianae), chagualos (Chrysochlamys colombiana, Clusia alata, C. brachycarpa, C. colombiana, C. cuneifolia, C. discolor, C. ducu, C. ducuoides, C. elliptica, C. hydrogera, C. mamillata, C. multiflora, C. trochiformis), roble (Quercus humboldtii), cedro negro (Juglans neotropica), laureles (Aiouea dubia, Beilschmiedia latifolia, Nectandra laurel, Ocotea leucoxylon, O. sericea, O. smithiana, Persea chrysophylla, P. ferruginea, P. mutisii), gallinazo morado o almanegra (Magnolia yarumalensis), tunos rosos (Axinaea macrophylla, A. scutigera, Centronia brachycera), cedro de clima frío (Cedrela montana), cedro macho (Guarea kunthiana), arrayán (Myrcianthes myrsinoides), candelos (Hieronyma antioquensis, H. huilensis), yolombóes (Panopsis metcalfii, P. polystachya, P. yolombo), carnefiambre (Roupala monosperma), ojos de pava (Prunus integrifolia, P. muris), manzano (Billia rosea), estoraque (Styrax pavonii), cogote (Gordonia fruticosa), guasco (Daphnopsis caracasana), canelo de páramo (Drimys granadensis). PALMOIDES: Palmas de cera, palmas de ramo (Ceroxylon parvifrons, C. quindiuense, C. vogelianum), palmilla (Geonoma orbignyana), palmicho (Geonoma undata), corozos (Aiphanes concinna, A. linearis), palmicha (Chamaedorea linearis), molinillo (Chamaedorea pinnatifrons). TREPADORAS: Helechos (Blechnum fragile, Serpocaulon levigatum), uvito de monte (Thibaudia floribunda), calzón de búho (Kohleria tigridia), cuculmeca (Smilax domingensis), amarra corral (Smilax tomentosa), valerianas (Valeriana
Gota de sangre (Columnea dimidiata)
clematitis, V. crassifolia
). ARBUSTOS: Uñas de gato, acantos (Aphelandra blandii, A. runcinata), saucos de monte (Viburnum antioquiense, V. axillare, V. toronis, V. undulatum), ojo de pava (Prunus antioquensis), aguadulces (Palicourea angustifolia, P. cogolloi, P. danielis, P. garciae, P. zarucchii), limones de monte, limoncillos (Siparuna echinata, S. laurifolia). HIERBAS: Helechos (Asplenium spp., Blechnum cordatum, B. occidentale, Diplazium spp., Dryopteris wallichiana, Elaphoglossum spp., Lophosoria quadripinnata, Serpocaulon fraxinifolium, etc.), anturios (Anthurium bogotense, A. caramantae, A. caucanum, A. cupreum, A. longegeniculatum, A. microspadix, A. nigrescens, A. oxybelium, A. scandens, A. soejartoi, A. stipitatum, A. yarumalense), piñuela (Greigia danielii), gota de sangre (Columnea dimidiata), pico de loro (Columnea strigosa), otras gesneriáceas (Columnea filipes, C. purpurata), orquídeas terrestres (Cranichis ciliata, C. diphylla, C. wageneri, Cyclopogon elatus, Gomphichis hetaerioides, G. scaposa, Prescottia stachyodes), Peperomia spp., Pilea spp. EPÍFITAS: Helechos (Asplenium spp., Campyloneurum amphostenon, C. densifolium, Elaphoglossum spp., Niphidium crassifolium, Pecluma divaricata, P. eurybasis, P. ptilota, Pleopeltis buchtienii, P. macrocarpa, P. remota, Serpocaulon funckii, S. levigatum, S. semipinnatifidum, S. sessilifolium, S, triseriale), cardos (Guzmania coriostachya, G. danielii, G. diffusa, G. gracilior, G. mitis, G. multiflora, G. pearcei, G. squarrosa, G. triangularis, Racinaea adpressa, R. penlandii, R. riocreuxii, R. ropalocarpa, R. spiculosa, R. steyermarkii, R. subalata, R. tetrantha, Tillandsia archeri, T. biflora, T. compacta, T. complanata, T. conifinis, T. fendleri, T. tovarensis, Vriesea pereziana, V. rubrobracteata, V. tequendamae, Werauhia umbrosa), Sphyrospermum cordifolium, orquídeas (Acronia, Ancipitia, Crocodeilanthe, Cyrtochilum, Epidendrum, Fernandezia, Lepanthes, Masdevallia, Maxillaria, Odontoglossum, Oncidium, Platystele, Pleurothallis, Stelis, Trichosalpinx, etc.), Peperomia spp.

 

¿Cuáles especies plantar?

Olivo de cera (Morella parvifolia)
Las especies de flora de bosque maduro mencionadas en el párrafo anterior suelen ser inadecuadas para la restauración de un terreno completamente abierto, pues, cuando son juveniles, no están adaptadas a resistir una plena exposición al sol, al viento y a la lluvia. En cambio, hay una serie de especies de plantas pioneras muy bien adaptadas a la plena exposición y que crecen rápidamente. Éstas son las especies ideales para iniciar la restauración de un bosque variado y lleno de biodiversidad. Cuando ya son grandes (después de 20 años), se van estableciendo bajo su sombra especies más lentas, propias de una vegetación más madura. 

Entre las principales pioneras de la región se cuentan:
ÁRBOLES: Dulomocos (Saurauia stapfiana, S. ursina), aliso (Alnus acuminata), guásimos (Cordia barbata, C. cylindrostachya, Tournefortia fuliginosa, T. scabrida), cedrillos (Brunellia amayensis, B. boqueronensis, B. occidentalis, B. sibundoya, B. subsessilis, B. trianae), chiriguacos (Clethra fagifolia, C. revoluta), encenillos (Weinmannia balbisiana, W. pubescens, W. rollottii), raque (Vallea stipularis), chilco colorado (Escallonia paniculata), rodamonte (Escallonia myrtilloides), drago (Croton magdalenensis), guamo de tierra fría (Inga villosissima), carates, punta de lanzas (Vismia baccifera, V. guianensis, V. laevis), amarrabollos (Meriania antioquensis, M. nobilis, M. tuberculata), sietecueros (Tibouchina lepidota), olivos de cera (Morella parvifolia, M. pubescens), espadero (Myrsine coriacea), cabo de hacha (Rhamnus sphaerosperma), quina (Cinchona pubescens), chirlobirlo (Abatia parviflora), quimula (Citharexylum subflavescens). PALMOIDES: Helechos sarros (Alsophila engelii, Cyathea caracasana, C. conjugata, C. frigida, C. fulva, C. maxonii, C. meridensis, C. suprastrigosa, C. tryonorum, Dicksonia sellowiana). TREPADORAS: Cortapicos o petacas (Bomarea bredemeyerana, B. carderi, B. multiflora, B. patinii, B. setacea), zumaque (Coriaria ruscifolia), zarcillejos, fucsias de monte (Fuchsia hartwegii, F. petiolaris, F. venusta), curubos, granadillas de monte (Passiflora alnifolia, P. antioquiensis, P. chelidonea, P. cumbalensis, P. cuspidifolia, P. mixta, P. tarminiana, P. tripartita), moras, zarzas (Rubus bogotensis, R. boliviensis, R. compactus, R. glaucus, R. guyanensis, R. megalococcus, R. nubigenus, R. porphyromallos, R. robustus, R. roseus). ARBUSTOS: Chilco negro (Ageratina popayanensis), otros chilcos (Ageratina tinifolia, Baccharis brachylaenoides, B. latifolia, B. tricuneata), botón de oro (Erato vulcanica), tabaquillo (Macrocarpaea macrophylla), salvielugos (Lepechinia bullata, L. schiedeana), nigüitos (Miconia asperrima, M. cladonia, M. elaeoides, M. jahnii, M. lehmannii, M. ligustrina, M. multiplinervia, M. myrtillifolia, M. quintuplinervia, M. resima, M. rhodantha, M. stipularis, M. theizans, M. wurdackii), angelito (Monochaetum strigosum), sietecueros (Tibouchina mollis), sietecueros rojo (Tibouchina grossa), trompeto (Bocconia frutescens), cordoncillos (Piper artanthe, P. lanciifolium, P. montanum), chusques (Chusquea latifolia, Ch. londoniae), tintos, cenizos (Cestrum ochraceum, C. tomentosum), borrachero (Datura x candida), frutillos, tomates de monte (Solanum deflexiflorum, S. oblongifolium, S. ovalifolium, S. scorpioideum), zanca de mula (Boehmeria caudata), aguapante (Duranta mutisii).

Fuchsia petiolaris
También resultan adecuados para plantar en una zona abierta los saucos de monte (Viburnum antioquiense, V. axillare, V. toronis, V. undulatum), mano de osos (Oreopanax capitatus, O. confusus, O. glabrifolius, O. incisus), silbo-silbos (Hedyosmum bonplandianum, H. cumbalense, H. goudotianum, H. racemosum), nadador (Sapium stylare), chocho azul (Abarema lehmannii), roble (Quercus humboldtii), higuerones (Ficus danielis, F. gigantosyce), lechudo (Morus insignis), mantequillo (Turpinia occidentalis) y frutas de pava (Symplocos lehmannii, S. mucronata),

En cimas rocosas, con suelo superficial, prospera un conjunto particular de especies, muy bien adaptadas a una plena exposición al viento, al sol y a la resequedad que estos producen. Estas especies son: mulato (Ilex kunthiana), cardenillo (Ilex nervosa), pategallinas (Schefflera bogotensis, S. trianae), chilco (Baccharis tricuneata), romero de monte (Diplostephium rosmarinifolius), chagualo (Clusia multiflora), encenillos (Weinmannia balbisiana, W. pubescens, W. rollottii), carboneros (Bejaria aestuans, B. resinosa), uvitos de monte (Cavendishia bracteata, C. callista, C. guatapeensis, C. nitida, C. pubescens), reventaderas o mortiños venenosos (Gaultheria anastomosans, G. buxifolia, G. erecta, Pernettya prostrata), cacagüitos (Macleania antioquiae, M. rupestris), mortiños (Vaccinium corymbodendron, V. floribundum), otras ericáceas (Disterigma acuminatum, D. alaternoides, D. empetrifolium, Gaylussacia buxifolia), carates o punta de lanzas (Vismia baccifera, V. guianensis), platero (Gaiadendron punctatum), olivos de cera (Morella parvifolia, M. pubescens), Myrteola nummularia, Ugni myricoides, trompo (Ternstroemia meridionalis), espadero (Myrsine coriacea), cabo de hacha (Rhamnus goudotiana), mote (Hesperomeles obtusifolia), azuceno (Ladenbergia macrocarpa) y té de Bogotá (Symplocos theiformis).

Mortiño venenoso (Pernettya prostrata)
Para repoblar barrancos con vegetación protectora, resultan especialmente adecuadas las siguientes especies: chilco negro (Ageratina popayanensis), otros chilcos (Baccharis brachylaenoides, B. latifolia), cedrillos (Brunellia amayensis, B. boqueronensis, B. occidentalis, B. sibundoya, B. subsessilis, B. trianae), chiriguacos (Clethra fagifolia, C. revoluta), encenillos (Weinmannia balbisiana, W. pubescens, W. rollottii), uvitos de monte (Cavendishia bracteata, C. callista, C. guatapeensis, C. nitida, C. pubescens), reventaderas o mortiños venenosos (Gaultheria anastomosans, G. buxifolia, G. erecta, Pernettya prostrata), cacagüito (Macleania rupestris), mortiños (Vaccinium corymbodendron, V. floribundum), otras ericáceas (Disterigma acuminatum, D. alaternoides, D. empetrifolium), nigüitos (Miconia resima, M. spp.), angelito (Monochaetum strigosum), olivos de cera (Morella parvifolia, M. pubescens), “cerezo” (Freziera chrysophylla), chusques (Chusquea latifolia, Ch. londoniae), el helecho Lophosoria quadripinnata y diversas especies de helechos sarros (Cyathea spp.)

NOTA: Mi amigo Juan Lázaro Toro me cuenta que Corantioquia está propagando varias de las especies arriba mencionadas y que se pueden conseguir en el vivero de Piedras Blancas. Más información sobre el listado del vivero aquí