domingo, 1 de marzo de 2015

Las aves urbanas de Colombia

Ciudades que crecen, aves que se adaptan

Espatulilla (Todirostrum cinereum) - D. Sanches - 2006
Vivimos en un mundo donde lo urbano toma cada vez más importancia. Cada vez más habitantes del mundo viven en ciudades, situación que también se presenta en Colombia. Aquí, casi tres cuartas partas de la población humana están ahora conformadas por habitantes urbanos. Las ciudades crecen y crecen y, como es natural, cambian radicalmente las áreas que van ocupando. Sin embargo, este cambio no necesariamente es negativo para el resto de organismos con los que compartimos este planeta. Mirando las aves, por ejemplo, es evidente cómo cada vez más especies van ocupando los ambientes de las ciudades, adaptándose a su existencia permanente o temporal en los hábitats tan transformados que aquí se encuentran.

 

Las cifras de aves urbanas

Pato careto o barraquete (Anas discors) - D. Daniels - 2010
Aún no se cuenta con inventarios completos de las aves urbanas del país. De todas formas, es posible estimar que en la actualidad cerca de 500 especies viven en las ciudades colombianas en forma permanente (como residentes) u ocasional (como visitantes o migratorias). Esta es una cifra considerable, que incluye poco más del 25% de las aves registradas en el país. Es decir, una de cada cuatro especies de aves colombianas puede ser considerada ya un ave urbana.

Para Bogotá, se han mencionado registros de algo más de 150 especies; para Medellín, alrededor de 200 especies; y para Cali, más de 250 especies.

Sin embargo, estas cifras hay que tomarlas con cuidado, pues a menudo incluyen no sólo aves registradas en los ambientes estrictamente urbanos, sino también incluyen aves de ambientes rurales vecinos a las ciudades, aves que, aunque han mostrado su capacidad de adaptación a ambientes cercanos a los grandes centros de población, no pueden ser aún consideradas estrictamente urbanas.

Aquí consideramos “ave urbana” a toda especie que, en forma regular u ocasional, como residente o como visitante o migratoria, ha sido registrada en varias ocasiones utilizando los hábitats artificiales o (semi) naturales presentes dentro del área urbana de las ciudades principales. No se incluyen las especies presentes exclusivamente en las áreas rurales de los municipios que conforman estas ciudades.

Como “ciudades principales” entendemos aquí las ciudades colombianas con más de 400.000 habitantes: Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Cartagena, Cúcuta, Pereira, Bucaramanga, Ibagué, Pasto, Santa Marta, Villavicencio, etc.

 

Diferentes ambientes para las aves

Copetón o pinche (Zonotrichia capensis) - D. Sanches - 2007
Las ciudades se configuran entonces como importantes sitios de residencia y de paso de las aves. Sin embargo, no todas las especies se adaptan con la misma facilidad, ni de la misma forma a los ambientes urbanos. Entender las necesidades de cada grupo de aves nos puede dar pistas sobre sus patrones de distribución y sobre cómo conservarlas mejor. Los principales hábitats urbanos y las aves presentes en cada uno de ellos pueden describirse como sigue a continuación.

Áreas duras
Poquísimas especies de aves se adaptan a vivir en las áreas duras de la ciudad. Entre estas aves podemos mencionar al gallinazo o chulo (Coragyps atratus) y la guala (Cathartes aura), que se alimentan de basura y carroña; a la comunísima paloma doméstica (Columba livia); a la lechuza (Tyto alba), cazadora de ratas y ratones; y a una gran variedad de golondrinas, que se alimentan capturando insectos en el aire.

Áreas verdes más pequeñas y aisladas (jardines, etc.)
Sólo un porcentaje pequeño de las especies de aves urbanas (quizás cercano al 20%) usan en forma regular las áreas verdes más pequeñas y aisladas (jardines y antejardines, terrazas, glorietas, separadores de vías). Algunas de estas especies, por su cercanía a las viviendas humanas, son las aves más conocidas por los colombianos: tortolitas o abuelitas (Columbina spp.), torcaza (Zenaida auriculata), periquitos (Eupsittula pertinax, Forpus conspicillatus, Brotogeris jugularis), colibríes (Colibri coruscans, Anthracothorax nigricollis, Chlorostilbon gibsoni, Amazilia tzacatl), bichofué o cristo-rey (Pitangus sulphuratus), sirirí (Tyrannus melancholicus), cucarachero (Troglodytes aedon), mirla embarradora o mayo (Turdus ignobilis), azulejos (Thraupis episcopus, Thraupis palmarum) y pinche o copetón (Zonotrichia capensis).

Entre septiembre y abril, una variedad de aves migratorias aparecen en estas áreas verdes menores: atrapamoscas (Contopus, Empidonax), verderones (Vireo), buchipecosas (Catharus), cardenales o pirangas (Piranga) y reinitas (Parulidae). La mayor parte de estas especies migratorias usa estos reducidos hábitats sólo para descansar y alimentarse. A los pocos días, luego de reponer fuerzas, parten a sitios más amplios y adecuados para pasar la temporada invernal.

Áreas verdes más grandes y aisladas (parques)
Guacamaya (Ara severus) - D. Daniels
La mayor parte de las especies de aves urbanas dependen de espacios verdes más grandes para poder vivir. En parques urbanos de entre 0.25 Ha a 100 Ha o más de extensión, relativamente aislados y dominados por prados, jardines y árboles plantados, puede encontrarse una gran parte de las aves registradas en la ciudad. En estas áreas extensas es posible encontrar aves rapaces, loros y guacamayas, varios colibríes, atrapamoscas, tangaras y otras aves pequeñas. Si hay presencia de lagos o humedales, también se encuentra una variedad de aves acuáticas, incluyendo patos, zambullidores, garzas, tinguas o polluelas de agua y aves playeras. Una característica común de la mayor parte de estas especies es su gran capacidad de desplazamiento, lo que les ayuda a aprovechar los recursos presentes en zonas verdes aisladas, inmersas como islas en un mar de cemento, ladrillo y asfalto.

Áreas verdes más conectadas, con vegetación nativa
Las aves más raras y especiales asociadas a las ciudades son aquellas que dependen de hábitats conectados y con vegetación nativa para sobrevivir. Estas especies, muchas de ellas habitantes de la espesa vegetación y pobres voladoras, sobreviven en las ciudades sólo cuando se conservan corredores de vegetación natural a lo largo de las quebradas, ríos, humedales y bordes urbanos y se mantiene la conectividad de estas zonas con áreas rurales con vegetación nativa más extensa.

Este es un grupo de aves importante: un gran porcentaje de las aves urbanas de Colombia son exclusivas de estos hábitats más naturales y conectados. Y aquí es donde se alojan la mayor parte de las especies endémicas y amenazadas presentes en las ciudades, aquellas que tienen prioridad para su conservación. Ejemplos de aves urbanas de gran interés incluyen guacharacas (Ortalis columbiana) en el barrio El Poblado en Medellín. Tingua bogotana (Rallus semiplumbeus) y chirriador (Cistothorus apolinari) en los humedales de Bogotá. Y pava hedionda (Opisthocomus hoazin) en los humedales de Villavicencio.

 

Especies aisladas

La rápida urbanización de las ciudades puede dejar “atrapadas” algunas especies con poca capacidad de desplazamiento en áreas verdes aisladas en medio de la ciudad. Como ejemplos, podemos mencionar los cucaracheros (Troglodytes aedon) que habitan en el Jardín Botánico de Bogotá. O las perdices (Colinus cristatus) del campus de la Universidad del Magdalena, en Santa Marta. Estas poblaciones pequeñas y aisladas pueden resultar particularmente vulnerables a la extinción en el largo plazo.

 

Recomendaciones para la conservación

Tucancito (Aulacorhynchus prasinus) - B. Gratwicke - 2008
Como vemos, las ciudades colombianas son un hábitat importante para muchas especies, incluyendo especies endémicas y amenazadas. Fomentar las poblaciones de aves silvestres dentro de las ciudades no sólo puede contribuir a la conservación de muchas especies, sino que también propicia un acercamiento de la gente a la naturaleza, acercamiento cada vez más necesario en estos tiempos que corren.

Para seguir incrementando la importancia de las ciudades como refugios para las aves son esenciales: 1) Una adecuada planeación y gestión urbana. 2) Reservar suficientes áreas como parques y áreas verdes urbanas. 3) Conservar, como reservas naturales urbanas, restos de hábitats naturales (bosques, matorrales, humedales, etc.) que se encuentren en cada ciudad y sus alrededores inmediatos. 4) Establecer como corredores biológicos las rondas de las quebradas y ríos y los bordes urbanos, permitiendo que áreas verdes aisladas dentro de la ciudad se conecten con áreas verdes más extensas fuera de ella. 5) Plantar especies de flora atractivas para las aves, con énfasis en especies nativas.